Marcos Terradillos - Mié, 13/10/2021 - 10:00
Representación de las principales características del ser humano: su alimentación, la adaptabilidad, la solidaridad, el lenguaje, el arte y el gregarismo, entre otras.
Serie: 'Haciendo Historia' (LVI)
Como vimos en la entrada a este blog titulada 'El mono sapiens I' el desarrollo tecnológico del ser humano nos ha ido alejando progresivamente del resto de primates, pero no desembocaron en un proceso de humanización completo. Hemos podido ver cómo todos los avances científicos y tecnológicos que se han ido produciendo desde el Neolítico se han desarrollado a costa de parte de la humanidad. Esto nos mantiene es un estado de prehumanidad.
Los autores plantean desde el título que Aún no somos humanos. Ante esto, debemos aclarar: ¿en qué se basa el 'DNI' humano? Hay varias características claras que nos hacen diferentes de nuestros parientes simiescos. Cada una de estas características nos hace humanos. Tenemos un gran cerebro, nacemos muy indefensos, tenemos un desarrollo muy lento en la niñez y pasamos por una fase única entre los animales denominada adolescencia.
Tenemos unas manos muy peculiares, con un pulgar oponible (pinza de precisión). La capacidad de oponer el pulgar es una característica de los primates. Sin embargo, la oposición es más efectiva en la mano humana por la gran longitud de nuestro pulgar. Esto nos permite manipular herramientas con mayor habilidad.
En la tecnología lítica es necesario el agarre fuerte preciso. Progresivamente hemos desarrollado una psicomotricidad fina junto con un gran cerebro; esto hizo posible la fabricación de útiles, característica que nos diferencia del resto de los grandes primates.
Somos bípedos: la pelvis humana es más corta, amplia y profunda que la del resto de primates. El fémur forma un ángulo cerrado con la articulación de la rodilla. El dedo gordo del pie no puede oponerse. Tenemos una posición particular de la inserción de la columna en el foramen magnum.
Ser bípedos nos permitió liberar las manos y, con las manos libres, podemos transportar bebés, materias primas, comida, fabricar herramientas y vigilar el entorno. En definitiva, podemos explorar el mundo con las manos.
Nos caracterizamos también por una reducción del pelo, la adición de grasa subcutánea y los cambios en las glándulas sudoríparas: que están relacionados con una termorregulación más eficiente que capacita a los humanos a mantener altos niveles de actividad por periodos más largos de tiempo sin sobrecalentarse.
Tenemos una dieta particular. La alimentación es una de las claves para entender nuestro pasado, presente y futuro como especie humana. La dieta representa un aspecto y papel determinante de nuestra evolución. Nosotros, los Homo sapiens, comemos animales grandes, pequeños, vegetales duros y blandos, pescado, marisco, etc. De esta forma, si en un determinado momento nos falla un recurso, podemos recurrir a otro.
Destaca nuestra capacidad de adaptación. Somos la única especie de hominino que puebla todos los territorios del planeta, desde el desierto, al ártico y los trópicos, las islas, las montañas, los valles, etc. Todo gracias a la cooperación.
Una pregunta muy importante que nos podemos plantear cuando analizamos la evolución humana es: ¿por qué somos nosotros la especie elegida y no otras, igual o mejor preparadas que los Homo sapiens, como los neandertales? Porque nosotros nos caracterizamos por la comunicación. Nos comunicamos hablando con un lenguaje complejo, verbal y no verbal; escribiendo, con nuestra vestimenta, con la expresión de nuestra cara, con la música, con nuestros adornos corporales, etc.
El uso del lenguaje es una capacidad eminentemente humana. La comunicación configura nuestros grupos sociales y la forma de relacionarnos con otros individuos más allá de la consanguineidad. Comunicarnos correctamente nos ayuda a relacionarnos de una forma más compleja, a reproducirnos con otros grupos para evitar la endogamia y a conseguir comida de una forma más efectiva. Nos ayuda a sobrevivir.
También somos solidarios. Hay evidencias de solidaridad desde hace casi 2 millones de años, por ejemplo, en Dmanisi (Georgia) o en La Sima de los Huesos (Atapuerca) desde hace 430 mil años.
Pero, además somos:
- El producto de 4.500 millones de años de evolución biológica fortuita.
- Somos animales de/o en transición (el proceso evolutivo no se ha detenido).
- Somos cavernícolas con teléfono móvil.
Con estos avances culturales hemos ido superando progresivamente la selección natural. Y hemos roto unas cuantas normas naturales. Empezamos con los cuchillos de piedra para cortar carne, pero en la actualidad tenemos la capacidad de hacer fértiles a los estériles, salvar innumerables vidas y prolongarlas de un modo extraordinario. Y por primera vez en la historia, la tecnología nos ayuda no solo a manipular nuestro entorno, sino también a nosotros mismos a través de ingeniería genética.
De esta forma, según los autores de este libro, después de cientos de miles de años desde que tallamos nuestro primer instrumento en piedra, ha llegado el momento de usar al máximo las potencialidades de la tecnología para mejorar la vida de todos los humanos.
Los autores de Aun no somos humanos proponen que debemos ser capaces de superar nuestra naturaleza animal (territorialidad, jerarquía, competitividad, etc., que es algo que hemos heredado de los pans) y empezar a ser verdaderamente humanos atendiendo a las necesidades de todos los individuos de la especie humana.
Para ello el motor de cambio es la socialización universal de la tecnología y la ciencia. Esta socialización nos permitirá dejar de ser solo animales para ser seres humanos. Hoy se pueden cubrir las necesidades básicas de los 7.800 millones de habitantes del planeta. Si no lo hacemos, podemos no merecer el término de humanos plenos.
Continuará.
Puedes leer también El Mono Sapiens I.
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-398X
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