Esther García López - Mar, 25/05/2021 - 13:30
Todos hemos leído y escuchado la frase 'el estudiante es el protagonista de su propio aprendizaje', una de las expresiones más virales de la historia reciente de la educación y una de las afirmaciones que mayores ríos de tinta (o de bits, si las publicaciones son digitales) han generado en el mundo educativo. Aparece en libros, artículos, discursos, conferencias, blogs especializados, cursos de formación y, básicamente, en cualquier lugar hacia donde miremos los docentes.
Siempre que veo esa frase, flota una pregunta en mi mente: ¿todos entendemos el protagonismo de la misma manera? O más importante aún ¿diseñamos el proceso de aprendizaje para que ese protagonismo emerja? Mi impresión es que en muchos casos la respuesta a ambas preguntas es NO y cuando el aprendizaje se produce en modalidades distintas a la presencial (como el e-learning o el b-learning) ese NO suele ser más rotundo.
Vamos a dedicar algunas entradas del blog a reflexionar sobre estos temas, sin expectativa de encontrar soluciones mágicas, sólo con la esperanza de identificar algunos elementos sobre los que podemos influir.
Protagonismo, protagonistas y otros personajes
Comencemos pensando un poco sobre el protagonismo y partamos de la premisa de que un protagonista es la persona que desempeña el papel principal y más importante en una situación o en un proceso. Parece una definición simple, pero cuando estamos hablando de aprendizaje, se trata de una responsabilidad enorme que requiere conciencia de rol, es decir, para ser protagonistas de su propio aprendizaje, nuestros estudiantes necesitan estar conscientes de dos cosas: lo que aprendan depende fundamentalmente de sus decisiones y cada uno debe tomar las riendas y dar pasos concretos que lo conduzcan a conocer nuevos conceptos o nuevas habilidades… deben decidir y actuar para aprender.
No parece fácil que esa conciencia surja espontáneamente en contextos donde todo viene predeterminado y difícilmente se pueden activar los recursos personales necesarios para asumir semejante tarea, sin una guía y una orientación que favorezcan el desarrollo progresivo de la autonomía para aprender.
Podemos estar de acuerdo en que dos pilares fundamentales del cambio que se ha producido en los procesos de enseñanza y aprendizaje son las TIC y las metodologías activas (Educación 3.0, 2019), cuyo potencial educativo es indiscutible, pero se necesita algo más que herramientas y metodologías para que ese cambio se materialice con éxito en las aulas.
Miremos el mundo real que está fuera del entorno protegido de la educación, en ese mundo los protagonistas nunca están solos, los empresarios más exitosos tienen asesores, los expertos más reconocidos tienen colaboradores y hasta los mejores artistas, los que ganan el Oscar, el Emmy, el Grammy, el Goya o cualquiera de esos codiciados premios, tienen tras ellos productores, directores, compañeros que dan soporte a su actuación, personas que se encargan de la iluminación, el sonido, el vestuario y podría llenar dos o tres páginas con personas esenciales para un protagonismo exitoso. Mientras más destacado el protagonista, más personas a su alrededor trabajando incansablemente para propiciar su éxito, para lograr que sus mejores cualidades surjan a cada paso.
Pero eso no es todo, esas personas que admiramos por el desempeño de una profesión que dominan magistralmente, han pasado años adquiriendo aprendizajes indispensables para desarrollar y consolidar sus aptitudes. En el caso de los artistas, hablamos de años dedicados a aprender actuación, baile, canto, oratoria, música, control de la respiración, improvisación y un sinfín de cosas más.
Entonces, si todo esto es cierto y nos parece normal, ¿por qué esperamos que nuestros estudiantes se conviertan en protagonistas de la noche a la mañana y por su cuenta? Hay un largo camino por recorrer para quienes pensamos que el estudiante debe ser el protagonista de su propio proceso de aprendizaje (me cuento entre ellos) y nosotros, los docentes, somos los asesores, colaboradores, productores, directores, expertos en iluminación y sonido, guías y orientadores que tenemos en nuestras manos la posibilidad de favorecer que esa frase, tantas veces repetida, se materialice en las aulas; de lo contrario, se convertirá en una declaración hueca que abre una brecha enorme entre lo que decimos y lo que hacemos.
En las próximas entregas, hablaremos sobre seis estrategias para propiciar el surgimiento de protagonistas del aprendizaje, acciones sencillas que podemos realizar en el aula y que pueden ser la diferencia entre un estudiante que espera pasivo a que le digan lo que debe aprender y un protagonista que toma decisiones inteligentes sobre lo que necesita aprender.
Mientras tanto, déjanos tus comentarios, ¿piensas que los estudiantes pueden y deben ser protagonistas de su aprendizaje? Si eres docente: ¿tienes protagonistas del aprendizaje en tu aula? Si eres estudiante: ¿te sientes protagonista de tu aprendizaje?
Referencias bibliográficas.
Educación 3.0 (2019). Los alumnos, protagonistas de su aprendizaje.
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2605-258X
Añadir nuevo comentario