Nuria Antón Fidalgo - Vie, 17/12/2021 - 08:00
Dibujo del intestino con la microbiota intestinal humana.
Serie: 'La Vitamina Inquieta' (XVII)
¿100 trillones de células microbianas con un total de aproximadamente 9,9 millones de genes?, ¿de quién estamos hablando?: se llama microbiota intestinal humana, ese gran “órgano” dinámico y de elevada complejidad.
Como punto de partida, la microbiota intestinal, se ve afectada por el tipo de nacimiento y la atención neonatal (1,2). Después, durante los primeros cinco años de vida, la diversidad se expande aceleradamente, ralentizándose en el periodo de adultez, sufriendo un proceso de regresión a partir de los 60 años. En esta etapa, la microbiota intestinal está representada en un 95 % por Firmicutes y Bacteroidetes, similar a la encontrada en los primeros meses de vida, ¿curioso no? (3).
Y es que, gracias a los avances científicos, se han llevado a cabo múltiples investigaciones, que han permitido descubrir una gran variedad de interacciones de la microbiota intestinal en nuestro organismo.
En neurología, por ejemplo, se han dado a conocer una serie de interacciones en el eje microbiota-intestino-cerebro. Aquí se ha visto, como sustancias producto del metabolismo bacteriano, son capaces de estimular neuronas aferentes vagales y también del sistema nervioso entérico, causando respuestas regulatorias a fenómenos relacionados con la permeabilidad intestinal, en las que se evitan mecanismos que favorecen respuestas inflamatorias a la microbiota y de endotoxemia bacteriana (4). Este tipo de mecanismos se demuestran en un reciente estudio, en el que, tras un transplante de microbiota fecal en autistas, incrementado la diversidad bacteriana de Prevotella y Bifidobacterias en estas personas, se demostró una mejoría de los síntomas a nivel clínico (5).
Por otro lado, en estudios de inmunología, se ha visto como la interacción entre la microbiota y el organismo genera una gran variedad y cantidad de anticuerpos, que pueden presentar una respuesta cruzada frente a otros microorganismos de tipo viral o parasitario. Como ejemplo, cabe destacar un impactante estudio en el que se ha encontrado una reacción cruzada de anticuerpos con la proteína gp41 del virus de la inmunodeficiencia humana (6) y otro donde se ha visto que la respuesta a las vacunas orales de virus vivos está condicionada por la microbiota residente en el tracto gastrointestinal (7).
¿Y cómo es la interacción dieta-microbiota intestinal?
En el campo de la nutrición, la composición, la diversidad y también el metabolismo de la microbiota intestinal, son capaces de adaptarse a los hábitos en la alimentación tanto a corto como a largo plazo. La primera de sus influencias es la lactancia materna, cuya interacción beneficiosa está más que comprobada, en el proceso de maduración del tejido linfoide asociado al intestino (GALT) y el buen desarrollo de la inmunidad innata.
Dentro de la dieta, cabe destacar como factor de amplia relevancia el contenido y el tipo de fibra. La fibra es metabolizada por la microbiota, produciéndose ácidos grasos de cadena corta (SCFAs), metabolitos que parecen tener un importante rol en la regulación del sistema neuro-inmunoendocrino. A cualquier sustancia con estas características se la denomina prebiótico. En concreto, hablamos de las fibras solubles, encontradas por ejemplo en los granos enteros y en la manzana (8). En un reciente estudio en pacientes con Alzheimer, se produjo una mejora cognitiva, incrementando los Bacteroidetes, Prevotellaceae y Prevotella, disminuyendo los Firmicutes y Lachnospiraceae, al llevar una dieta de tipo mediterránea (9).
Microbiota intestinal.
Por otro lado, los probióticos son suplementos o alimentos que contienen microorganismos vivos, que en cantidades adecuadas, suponen un beneficio para la salud del consumidor. En los últimos años, se ha demostrado que la eficacia de su uso depende de la especie, cepa y dosis suministrada, habiendo una evidencia clara de sus beneficios en la hipercolesterolemia, intolerancia a la lactosa, diarrea del viajero, diarrea inducida por radioterapia y la gastroenteritis aguda por rotavirus. Se ha visto, que los microorganismos de los probióticos se anclan a la mucosa intestinal, llevando a cabo las acciones concretas de cada especie y realizando una acción preventiva al anclaje de otros patógenos (10).
De esta manera, se puede concluir que, aunque sigue en estudio, este gran “órgano” llamado microbiota intestinal, es capaz de regular procesos inflamatorios e inmunológicos, teniendo una función esencial en la fisiología y fisiopatología de enfermedades como la obesidad, diabetes, patologías inflamatorias intestinales autoinmunes, cáncer, aterosclerosis, trastornos del estado de ánimo, etcétera. Aquí la nutrición puede jugar un rol importante. El asesoramiento de una dieta rica en fibra, vegetales, granos integrales, bajas en grasas saturadas y azúcares, con la posibilidad de una preinscripción de probióticos, se presenta como un cuadro favorable de prevención y seguridad en beneficio del paciente (11).
Referencias:
1. Clemente JC, Ursell LK, Parfrey LW, Knight R. The impact of the gut microbiota on human health: an integrative view. Cell. 2012; 148 (6): 1258-1270.
2. Heintz-Buschart A, Wilmes P. Human gut microbiome: function matters. Trends Microbiol. 2018; 26 (7): 563-574.
3. Ottman N, Smidt H, de Vos WM, Belzer C. The function of our microbiota: who is out there and what do they do? Front Cell Infect Microbiol. 2012; 2: 104.
4. Wang HX, Wang YP. Gut microbiota-brain axis. Chin Med J (Engl). 2016; 129 (19): 2373-2380.
5. Kang DW, Adams JB, Coleman DM, Pollard EL, Maldonado J, McDonough-Means S et al. Long-term benefit of Microbiota TransferActA MédicA Grupo ÁnGeles. 2021; 19 (1): 92-10099 Merino RJA y cols. Microbiota intestinal therapy on autism symptoms and gut microbiota. Sci Rep. 2019; 9(1): 5821.
6. Trama AM, Moody MA, Alam SM, Jaeger FH, Lockwood B, Parks R et al. HIV-1 envelope gp41 antibodies can originate from terminal ileum B cells that share cross-reactivity with commensal bacteria. Cell Host Microbe. 2014; 16 (2): 215-226.
7. Belkaid Y, Harrison OJ. Homeostatic Immunity and the Microbiota. Immunity. 2017; 46 (4): 562-576.
8. Holscher HD. Dietary fiber and prebiotics and the gastrointestinal microbiota. Gut Microbes. 2017; 8 (2): 172-184.
9. Gubert C, Kong G, Renoir T, Hannan AJ. Exercise, diet and stress as modulators of gut microbiota: Implications for neurodegenerative diseases. Neurobiol Dis. 2020; 134: 104621.
10. Islam SU. Clinical uses of probiotics. Medicine (Baltimore). 2016; 95(5): e2658.
11. Merino RJA, Taracena PS, Díaz GEJ, Rodríguez WFL. Microbiota intestinal: “el órgano olvidado”. Acta Med. 2021; 19 (1): 92-100.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1824
Burgos, España
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