Marcos García Díez - Jue, 22/02/2018 - 18:00
Marcos García Diez durante la entrevista en la que explica en qué consiste el estudio publicado en portada por la revista Science.
Serie Haciendo historia (XIII)
La ciencia construye paradigmas, modelos, pensamientos de grupo. Gracias a ellos hacemos y avanzamos. Pero éstos al igual que se consolidan, se modifican e incluso cambian. Es algo propio de lo científico.
En los estudios de Evolución Humana el término Homo sapiens ha tenido dos acepciones: la física, es decir, unas singularidades de nuestro esqueleto y cerebro que nos diferencian de otras especies de Homo; y la mental, estrechamente vinculada a la concepción de hombre moderno. Y es esta última la que nos interesa ahora.
El Homo sapiens, o mejor ya utilizamos el concepto Hombre moderno, es aquel que se caracteriza por “ser sabio”, tal y como lo definió el naturalista Linneo en el siglo XVIII. En Prehistoria, en Evolución Humana, lo “moderno” es tener capacidades lingüísticas, de abstracción, de razonamiento, de especulación y un largo etcétera. En el fondo, ser capaces de modificar la realidad y crear otros nuevos elementos de realidad gracias a los cuales poder operar. Y sin duda la construcción de símbolos es uno de los mejores ejemplos de ello.
Portada de la revista Science que publica el trabajo en el que participa Marcos García.
Tradicionalmente los prehistoriadores hemos sostenido que el arte rupestre que encontramos en cuevas y en lugares al aire libre es el ejemplo máximo (por lo visual y llamativo) y primigenio de la construcción de los símbolos. Una capacidad creativa que sólo hemos aceptado atribuir a los Homo sapiens (en el fondo a nosotros mismos) y que no podía ir más allá, en el mejor de los casos, de hace unos 40.000 años.
Hoy, gracias a un trabajo realizado con otros 13 compañeros de España (Universidades Isabel I, de Barcelona, de Alcalá de Henares y de Cádiz, ICREA, Centro de la cueva de Ardales y Junta de Extremadura), Inglaterra (Universidades de Southampton y Durham), Alemania (Instituto Max Planck, Museo de Neanderthal y Universidad de Colonia), Portugal (Universidad de Lisboa) y Francia (CNRS), hemos podido dar un paso más y conocer que esa tradicional idea no es así. Hoy sabemos que al menos hace 65.000 años en la Península Ibérica algunos grupos humanos neandertales pintaron en algunas cuevas símbolos.
Los profesores Dirk Hoffman, del Instituto Max Planck, y Alistair Pike, de la Universidad de Southampton, tomando muestras en la cueva de Ardales. | C. D. Standish
Guardo con muy buen recuerdo el inicio del proyecto, allá por el año 2008, cuando con Joao Zilhão, Alistair Pike y Dirk Hoffmann bromeábamos durante las recogidas de muestras sobre la presunta antigüedad de algunas pinturas. Una antigüedad que en 2012 se hizo realidad en las cuevas de El Castillo y Altamira con fechas cercanas a 40.000 años y que llegaban a rozar el límite temporal de la presencia final de los neandertales y los primeros Homo sapiens en el norte de la Península Ibérica.
Más excitante no podía ser esa conclusión, ya que nos habría paso a nueva fase del proyecto que nos planteaba ¿y por qué no puede ser el arte rupestre neandertal?
Seis años después, la revista Science nos publica en portada los resultados obtenidos por el método de la serie del Uranio que certifican que la capacidad de construir símbolos no es una singularidad del Homo sapiens, sino que también era propia de los neandertales. Han sido tres cuevas españolas, Ardales en Málaga, Maltravieso en Cáceres y La Pasiega en Cantabria las que nos han ofrecido esta posibilidad.
Y nos podemos aún hacer una pregunta más. ¿Para qué esos símbolos? Hoy en día, e incluso en grupos primitivos actuales, son construcciones formales que nos sirven para identificarnos grupalmente. Nos sirven para transmitir mensajes, ideas, información a la que sólo es posible acceder si se conoce el lenguaje de esos símbolos, y por lo tanto son elementos de cohesión social. Acaso ¿qué son nuestras banderas y nuestros escudos?
En conclusión, el muestreo ha sido preciso, el método es sólido y los datos son numerosos y reiterativos. Gracias a ello comprendemos que los neandertales son auténticos Hombres modernos que pintaban en rojo manos en negativo, signos lineares y concentraciones de color dispersas o agrupadas por las cuevas. Y además, que la Ciencia cambia.
Entrada publicada el 22/02/2018
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-398X
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