Haleyda Quiroz Reyes - Mié, 18/09/2024 - 11:09
Metodologías activas aplicadas en una clase de Educación Secundaria.
Serie: 'El Reto del Profesor en Formación' (LXXVI)
En la actualidad uno de los principales desafíos para los docentes es enseñar a los estudiantes no sólo a acceder a la información, sino a evaluarla, comprenderla y aplicarla críticamente. En este contexto, el Máster en Formación del Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas permite desarrollar un rol del profesorado que va más allá de la simple transmisión de conocimientos, enseñando al alumnado a integrar metodologías pedagógicas efectivas que les permitan adaptarse a las necesidades tan cambiantes y versátiles de la sociedad contemporánea.
Las metodologías activas han cobrado especial relevancia los últimos años gracias a su enfoque y capacidad de transformar el proceso de enseñanza aprendizaje dirigido hacia el estudiante como el centro de ese proceso. La premisa de estas metodologías, esta basada primordialmente en la participación activa para lograr un aprendizaje efectivo, en donde los estudiantes dejan de ser receptores pasivos de la información para ser los actores directos en la construcción del conocimiento (Luelmo, 2018), estimulando la curiosidad, el pensamiento crítico y las habilidades para resolver problemas, de esta manera, a través de las metodologías activas como el aprendizaje basado en proyectos (ABP), el aprendizaje servicio, el aula invertida (flipped classroom), el aprendizaje cooperativo, la gamificación, entre otros, se busca fomentar un aprendizaje significativo en donde los estudiantes tengan la oportunidad de conectar las experiencias previas con los nuevos conocimientos y aplicarlos en contextos relevantes.
Metodologías activas vs metodologías tradicionales
A diferencia de las metodologías tradicionales centradas en la memorización de conceptos y un rol más pasivo del estudiante, las metodologías activas promueven una comprensión más profunda, crítica y duradera del contenido, en donde el estudiante investiga, colabora y aplica lo aprendido, lo que les ayuda a internalizar mejor el conocimiento mediante la comunicación efectiva, el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de colaboración. De esta manera, las metodologías activas se convierten en una poderosa herramienta para la enseñanza que aumenta la motivación y el compromiso creando ambientes de aprendizaje más abiertos, inclusivos, adaptativos y equitativos, contribuyendo a preparar a los estudiantes a enfrentar los desafíos laborales y personales que exigen las habilidades del siglo XXI (Fernández, 2006).
Al participar activamente en su aprendizaje, los estudiantes aprenden a formular preguntas, buscar respuestas, analizar datos, y trabajar en equipo, todo lo cual, contribuye a su desarrollo integral. Por estas razones, es fundamental que los educadores adopten y adapten estas metodologías en su práctica diaria, para garantizar una educación más dinámica y efectiva.
Ventajas de las metodologías activas dentro del aula
Las metodologías activas dentro de la formación del profesorado son fundamentales también, porque proporcionan una estructura y un enfoque claro para dirigir el proceso educativo en el diseño de las situaciones de aprendizaje. La aplicación de una metodología adecuada puede transformar la enseñanza en una experiencia más significativa, motivadora, dinámica e interactiva tanto para los estudiantes como para los docentes.
Evidentemente no todos los estudiantes aprenden de la misma manera, algunos son más visuales, otros auditivos, kinestésicos, o una combinación de estos estilos, en ese contexto, las metodologías activas ofrecen adaptabilidad a diversos estilos y ritmos de aprendizaje, mediante diversas estrategias para abordar estas diferencias individuales, permitiendo una enseñanza más inclusiva y efectiva. Estas metodologías fomentan la inclusión y la equidad ya que proporcionan diversas oportunidades para que todos participen de manera significativa. El aprendizaje cooperativo, por ejemplo, permite a los estudiantes trabajar juntos y aprender unos de otros, lo que puede ayudar a reducir las brechas de aprendizaje entre diferentes grupos de estudiantes y crear un ambiente más inclusivo.
Así mismo, las metodologías activas por su naturaleza centrada en el estudiante promueven continuamente la autonomía del alumno sobre su propio proceso de aprendizaje. Un ejemplo claro sobre esta bondad es el aula invertida y el aprendizaje basado en retos, en donde los estudiantes se convierten en agentes activos, desarrollando habilidades para aprender a aprender, algo fundamental en un mundo donde el conocimiento se actualiza constantemente.
Motivación y compromiso
Las metodologías activas también juegan un papel crucial en la motivación y el compromiso de los estudiantes. Al verse involucrados en su proceso de aprendizaje y tener la oportunidad de explorar temas de interés, los estudiantes se sienten más motivados para aprender y participar. Las actividades interactivas, como debates, juegos educativos, y proyectos colaborativos, capturan su atención y les permiten comprender el valor y la relevancia de lo que están aprendiendo. Este enfoque les ayuda a desarrollar una actitud positiva hacia la educación y a sentirse más responsables de su propio aprendizaje, fomentando también las habilidades del siglo XXI como la comunicación, la colaboración, el pensamiento crítico, y la creatividad que son tan importantes como el conocimiento técnico. Las metodologías activas, como el ABP o el aprendizaje cooperativo, fomentan estas competencias al involucrar a los estudiantes en procesos de resolución de problemas, discusión en grupo, y reflexión.
Evaluación del aprendizaje
Por último, las metodologías activas también promueven una evaluación del aprendizaje con un enfoque más holístico, es decir, en lugar de depender únicamente de exámenes tradicionales, se promueve una evaluación continua y formativa que considera una variedad de aspectos del aprendizaje del estudiante, como su capacidad para trabajar en equipo, resolver problemas, o aplicar conceptos al resolver problemas en situaciones reales.
La aplicación de metodologías adecuadas no solo mejora el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que también es fundamental para abordar algunos de los desafíos más apremiantes que enfrenta la educación en la sociedad contemporánea. Estos desafíos incluyen la equidad educativa, la integración de la tecnología, y la preparación de los estudiantes para un futuro incierto y cambiante. De esta manera, la aplicación consciente y reflexiva de estas metodologías no solo beneficia a los estudiantes, sino que también enriquece la práctica docente y contribuye a la construcción de una sociedad más equitativa, inclusiva y preparada para enfrentar los retos del futuro.
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Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1859
Burgos, España
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