José Alberto Gallardo López - Vie, 02/07/2021 - 10:34
Serie: 'Educación en la era digital' (LXXI).
El análisis de la realidad de los contextos educativos donde se desarrollan las experiencias de enseñanza y aprendizaje supone una actividad fundamental para flexibilizar y adecuar los procesos educativos. El maestro y la maestra deben conocer, valorar y respetar las características particulares de su alumnado y sus realidades, con el objetivo último de enriquecer sus competencias y capacidades.
Para lograr este cometido, la observación sistemática se constituye como una herramienta metodológica «que puede contribuir a enriquecer poderosamente las capacidades de los maestros para la aproximación al conocimiento del niño» (Medrano, 1997, p. 1). Además, proporciona una base estructural científica para la recogida de información y el análisis de los resultados, ofreciendo diversos instrumentos para el seguimiento del alumnado y para el ajuste de los objetivos educativos a diferentes situaciones y características.
En particular, en la etapa de Educación Infantil, la observación sistemática es uno de los métodos más usuales para evaluar los aprendizajes y el desarrollo de los niños y niñas (Anguera y Escolano, 2014).
De acuerdo con Fuertes (2011), hay diferentes tipos de observación, entre las que encontramos la observación directa, la indirecta, participante, no participante, estructurada, no estructurada, observación de campo, individual o en equipo. La elección de una u otra dependerá del motivo por el que se establece por qué se va a observar y su finalidad. Por otro lado, existen diversos instrumentos sistematizados para la observación y el registro de información relevante durante el seguimiento de los procesos de enseñanza-aprendizaje, como pueden ser el cuestionario de observación, el guion de observación, la lista de preguntas, la lista de control o las escalas de estimación.
Desde la Universidad Isabel I, en el marco del Grado en Educación Infantil, confiamos en la importancia de que los futuros docentes adquieran los conocimientos y las competencias necesarias para desarrollar su profesión de forma satisfactoria. En relación a la temática que nos ocupa en esta ocasión, resulta indispensable que el maestro o la maestra sea capaz de comprender que el análisis y la observación son procesos que deben ser considerados inherentes a la planificación y a la intervención educativa y, por ello, debe ser capaz de diseñar procesos de observación, manejando diferentes instrumentos de recogida de información y analizando los datos obtenidos comprendiendo críticamente la realidad analizada.
Además de la observación del desarrollo del alumno, es fundamental indagar en el clima del aula y en la relación que se establece entre familia y escuela. En definitiva, hay que conocer para educar.
Referencias
Anguera, M. T. y Escolano, E. (2014). Aplicaciones de la metodología observacional en educación infantil. International Journal of Developmental and Educational Psychology: INFAD. Revista de Psicología, 4 (1), 227-228.
Fuertes, M. (2011). La observación de las prácticas educativas como elemento de evaluación y de mejora de la calidad en la formación inicial y continua del profesorado. REDU. Revista de Docencia Universitaria, 9(3), 237-258.
Medrano, M. G. (1997). Observación sistemática en contextos educativos como medio de formación del maestro de educación infantil. Revista electrónica interuniversitaria de formación del profesorado, 1, 1-4.
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-5222
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