Diego Arceredillo Alonso - Mar, 30/03/2021 - 11:43
Perseverance en Marte
En un mundo tan cortoplacista como en el que vivimos y en el que la mayor parte de las políticas, entre ellas las científicas, se miden en plazos de cuatro años, el desarrollo de proyectos que pueden abarcar décadas y cuyos presupuestos superan los de la mayor parte de las disciplinas científicas, es difícil de comprender para muchos ciudadanos.
La conquista del espacio, que comenzó a mediados del siglo XX, ha sido considerada por muchas personas como un gasto innecesario, aunque muchas de estas opiniones negativas estén siendo compartidas a través de las redes sociales y teléfonos inteligentes que emplean satélites derivados de la investigación espacial.
El pasado 18 de febrero, el rover Perseverance amartizó en el cráter Jezero mediante un nuevo sistema basado en el uso de un dron, el Mars Helicopter. Aunque no se trata del primer rover enviado al planeta rojo – se puede recordar el Sojourner en 1997, el Opportunity (2004 – 2019), el Spirit (2004-2011) y el Curiosity (2012 actualidad) - la información que está enviando a la Tierra y que se está difundiendo a través de diversos medios de divulgación está haciendo que los amantes de la ciencia comiencen a mirar hacia las estrellas de otra manera.
Esta misión trata de buscar signos de vida microbiana en el planeta rojo no sólo para responder a la pregunta de si estamos solos en el universo sino sobre todo para abrir un nuevo abanico de posibilidades para la astrobiología. Para lograrlo, este rover ha sido dotado de un conjunto de herramientas que le permiten perforar el suelo marciano y recoger muestras que posteriormente enviará a la Tierra para que puedan ser analizadas. Estos objetivos, más relacionados con la ciencia básica, se acompañan de otros más orientados a poner a prueba ciertos recursos tecnológicos que podrían servir para diseñar futuras misiones tripuladas a Marte.
Aunque esta misión ha centrado el protagonismo de las actuales misiones planetarias, cabe recordar la llevada a cabo por la Venus Climate Orbiter. Esta sonda, cuyos estudios ocuparon un amplio espacio en los informativos de todo el mundo, detectó la presencia de fosfina o fosfano en la atmósfera de Venus. Su presencia se asoció a la existencia de algún tipo de material orgánico. Hoy en día estos análisis están en estudio y han sido cuestionados por varios equipos de investigación.
Dentro de los cuerpos celestes, los planetas llaman más la atención de la opinión pública, debido a la cercanía con la Tierra. Sin embargo, las misiones espaciales no sólo se han dirigido a conocer mejor la geología y la composición de estos astros, sino que también se han empleado recursos para el estudio de otros cuerpos celestes como los asteroides. En 2018, la sonda Osiris-Rex de la NASA descendió hasta el asteroide Bennu para poder recoger muestras que serán analizadas a su regreso a la Tierra en 2023.
La humanidad está en el punto de salida de una gran aventura cuyo recorrido aún no se conoce a ciencia cierta. Debemos ser conscientes de que los resultados de la exploración planetaria no se alcanzarán a corto o medio plazo, pero lo que debemos dar por seguro es que las aplicaciones que podemos conseguir conducirán a la humanidad, como decía una conocida saga cinematográfica, hacia la última frontera, el universo.
La superficie de Marte
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