Belén Ozarín García - Mar, 04/01/2022 - 10:00
Alumnos "flippeando" en clase.
Serie: 'El reto del Profesor en Formación' (XVIII)
Dos profesores de Woodland Park en Colorado (Estados Unidos) acuñaron el término “flipped classroom” (aula invertida) para definir un modelo de instrucción cuyo objetivo era ayudar a aquellos alumnos que, por diversos motivos, no podían asistir a clase (enfermedad, por ejemplo). Para ello, idearon la grabación de vídeos donde se recogía una explicación de cada sesión; de este modo, los alumnos podían continuar con el ritmo del resto y repasar el contenido las veces que estimasen oportuno.
Al cabo del tiempo, se dieron cuenta de que este modelo permite centrar la atención en las necesidades individuales del aprendizaje de cada estudiante.
Este modelo pedagógico transfiere determinados procesos de aprendizaje fuera del aula, como pueden ser los contenidos teóricos de la asignatura, y utiliza el tiempo de clase para el trabajo colaborativo y la puesta en práctica de conocimientos.
Se debe tener en cuenta que, otros modelos de instrucción se han ido desarrollando durante los últimos años bajo otras denominaciones. Uno de los más destacables fue creado por el profesor de la Universidad de Harvard, Eric Mazur, denominado “Peer Instruction”, en el que un grupo de estudiantes explican y ponen en común sus diferentes puntos de vista en relación con un tema concreto.
Múltiples estudios han reportado los beneficios de aplicar esta metodología en el aula:
1. Enfoque personalizado:
En una clase presencial el alumno debe trabajar a la misma velocidad que sus compañeros, sin embargo, el aula invertida ayuda al alumno a planear su propia organización del tiempo en función de aquello en lo que cree que debe enfocarse, por lo que el aprendizaje es progresivo e individual. Incluso aquellos que se cohíben a la hora de hacer preguntas se convierten en sujetos activos en el aula.
2. Aprendizaje activo:
El aula invertida permite al alumnado “tomar el mando” y detectar los conocimientos que deben adquirir. Todos los alumnos tienen las mismas oportunidades a la hora de intervenir y compartir sus ideas y puntos de vista.
3. Aprendizaje basado en la práctica:
La interacción de los alumnos crece a través de actividades en grupo, debates, etc. Así, el aprendizaje se construye como resultado de la reflexiones y dudas compartidas entre ellos y, por ende, se convierten en difusores del conocimiento.
4. Se crea un estrecho vínculo entre docente y alumno:
Los docentes pueden profundizar en las deficiencias del aula puesto que saben qué contenidos han sido trabajados por el alumnado desde casa y aquellos en los que han presentado mayor dificultad. Asimismo, se logra sacar el máximo partido de sus docentes puesto que disponen de más tiempo en el aula para comentar las dudas y llegar verdaderamente a comprender los distintos conceptos. El profesor ya no es un mejor comunicador, se fomenta así el cara a cara entre docente y alumno.
5. Flipped learning y herramientas tecnológicas.
El mundo digital forma parte de los estudiantes del siglo XXI, por lo que el uso de diferentes dispositivos es una opción que resulta muy atractiva a los alumnos de hoy en día.
Gracias a esta metodología los estudiantes aprenden a construir el conocimiento con la práctica, al contrario del sistema educativo tradicional. Además, este conocimiento, al no ser puramente memorístico, les será de gran utilidad en su día a día.
Referencias
Bergmann, J., & Sams, A. (2012). Flip your classroom: reach every student in every class every day.
Santiago, R.; Díez, A. & Andía, L.A. (2017) Flipped Classroom: 33 experiencias que ponen patas arriba el aprendizaje.
Aguilera-Ruiz, C; Manzano-León, A; Marínez Moreno,I; Lozano-Segura, C; CasianO,C (2017). El modelo Flipped Classroom. International Journal of Developmental and Educational Psychology, vol.4, núm.1, pp. 261-266 Asociación Nacional De Psicología Evolutiva y Educativa de la Infancia, Adolescencia y Mayores.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1859
Burgos, España
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