Sheila López Pérez - Vie, 04/02/2022 - 12:00
Dos escaladores sobre una cascada de hielo.
Serie: 'In corpore sano' (XXI)
“Realidad” es sinónimo de “condicionamientos”, o de manera más clara, de “condiciones” (materiales, psicológicas, biológicas, climatológicas, etc.). No podemos preguntarnos cómo sería una realidad sin esos condicionamientos o condiciones, pero sí podemos preguntarnos cómo sería una realidad con otros condicionamientos o condiciones.
Partiendo de este presupuesto, podemos preguntarnos qué significa que algo es bueno o valioso “en sí”, es decir, qué significa que es bueno en cualquier contexto, bajo cualquier condicionamiento o ante cualquier circunstancia.
1. Comparación con el deporte
Preguntar qué es bueno “en sí”, decíamos, es equivalente a preguntar qué es bueno desprendido de todo condicionante. Para comprender la falta de significante de esta pregunta, y por lo tanto, la carencia de sentido de una posible respuesta, proponemos trasladarnos al terreno del deporte: un regate de fútbol, si no hay condicionantes, no puede ser bueno “en sí”. No es siquiera pensable, no es evaluable como regate, el regate sin condicionamiento deja de existir -al menos como regate-. Si pensamos un regate sin los condicionamientos del juego (contrincante, lugar del campo en el que se hace, ventaja que crea, etc.), el movimiento del regate in abstracto no se diferencia de cualquier otro movimiento in abstracto, ya sea un movimiento de baile, el esquive de un peatón en la acera o la colisión con una puerta. De este modo, el regate in abstracto, al perder los condicionantes que lo convierten en regate, pierde la posibilidad de tasar su valía.
Dos niños en un regate.
Lo que diferencia a un regate -así como a cualquier otra acción- del resto de cosas del mundo no es el regate per se, sino el contexto que lo condiciona y lo convierte en un regate. Los condicionantes, el contexto, la circunstancia como diría Ortega, es lo que permite que una acción sea una acción determinada y no otra, así como que una acción sea valiosa o carezca de valor.
No se puede preguntar qué valor tiene un regate o una acción “en sí”, desprendida de todo condicionante -o dicho de otra manera, en un mundo hipotético sin condicionantes- debido a que la acción carece de referencias para tasar su valía. Las acciones no pueden ser evaluadas en una realidad vacía: la realidad es sinónimo de condiciones, de condicionamientos, de circunstancias ante las que se deben desplegar acciones pertinentes. Recordando las famosas palabras de Ortega: “Siendo la vida en su sustancia misma circunstancial, es evidente que, aunque creamos lo contrario, todo lo que hacemos lo hacemos en vista de las circunstancias” (Ortega y Gasset, 1966, VI, 347-348). Con esta reflexión, el filósofo español quería señalar la carencia de sentido de cualquier pregunta in abstracto, esto es, la carencia de sentido de una pregunta que se refiera a las cosas “en sí”.
2. Los condicionantes como creadores de valor
Las acciones adquieren su valor en la medida en que valen para una situación concreta. Solo gracias a esa situación concreta -y a lo que esta necesita- una acción puede erigirse como valiosa. Sin una situación que la necesite, la acción no vale nada.
Los valores no pueden reivindicarse como valores “en sí”, como valores incondicionados que decreten cómo se debe actuar en un mundo a su vez incondicionado. Los valores se postulan como tales cuando ayudan a actuar en situaciones complejas, compuestas por una mezcla de elementos única y por lo tanto imposible de teorizar. Una acción valiosa es aquella que obtiene su justificación en la situación en la que funciona, y no aquella que se postula para utilizarse en el mayor número de situaciones posibles.
Si dejamos de creer en valores incondicionales y a-contextuales, la búsqueda de lo que nos permite manejarnos en cada situación concreta, la búsqueda de lo valioso, la búsqueda de lo que nos resulta útil haría completamente necesario el desarrollo inexorable de la capacidad crítica de cada sujeto, en pos de que este pudiera analizar cada situación concreta y actuar acorde con ella. En este desarrollo de la capacidad crítica, la complejidad y responsabilidad del individuo se tornaría crucial, pues el análisis de cada situación dependería de su procesar y la eficacia de sus acciones dependería de su proceder.
Escalador en una montaña practicando deporte.
Bibliografía
Ortega y Gasset, J. Obras Completas, Revista de Occidente, 1966
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2697-1992.
Burgos, España
Añadir nuevo comentario