Reinaldo Batista Cordova Director del Máster en Seguridad, Defensa y Liderazgo
Mar, 01/10/2024 - 09:52

Joven en la biblioteca

Joven en la biblioteca.

Serie: 'Las ideas que nos vertebran' (X)

El historiador Benedetto Croce postuló en su momento que toda historia es historia contemporánea. Al seguir esa línea de reflexión, nos enfrentamos al hecho de que miramos al pasado a partir de los problemas contemporáneos. Esta aproximación a los eventos pretéritos podría derivar en un coqueteo con el anacronismo, solo cuando se pretende juzgar el pasado atribuyéndole valores de la época actual. Si no es así, es perfectamente legitima.

La propia definición de historia contemporánea conlleva un problema conceptual. Aun así, es posible examinar el cotidiano de otras épocas con rigor metodológico, aplicando técnicas capaces de asegurar la mayor imparcialidad posible en la investigación. Esto permite entender, entre tantos ejemplos, el uso de conceptos en una perspectiva diacrónica.

A medida que cada persona es tocada por los problemas actuales, se nos propone reflexionar sobre la elección de determinados lexemas. Es interesante la utilización del término regeneración en la coyuntura presente. Se trata de un concepto ampliamente aplicado en otras épocas y circunstancias históricas, particularmente en España. El siglo XIX fue proclive a la percepción de que algo iba mal y era necesario regenerar. En el Diccionario general etimológico de la lengua española, publicado en la década de 1880 por Roque Barcia, se lee que esta palabra de origen latino "se usa solo en sentido moral".

Regeneración y sentido moral

Evidentemente, el concepto tiene matices. La percepción de lo moral en la filosofía política del siglo XIX no debe condicionar la aplicación contemporánea del concepto ni su interpretación en el siglo XXI. Para demostrar que el significado del concepto ha cambiado entre estos dos periodos, podríamos seguir los pasos del historiador Daniel Aquillué, quien expone de manera lúcida la mentalidad general de la sociedad española en aquella centuria. Para los líderes y candidatos a liderar los procesos de arreglo de la vida política del siglo XIX, había ejemplos concretos de destrucción del Estado.

España, como ente imaginario en una perspectiva bourdieuana, había sido atacada en su soberanía. La invasión napoleónica de 1808 no solo evidenciaba una debilidad estructural del Estado en términos de defensa, sino también la fragilidad de su poder disuasorio. Frente a este cataclismo, era previsible la irrupción de interpretaciones que diagnosticaban que la crisis había corroído el sistema, lo cual llevaba al diagnóstico lógico de la restauración de los valores y estructuras políticas.

El desuso del término

Por otro lado, el vocablo regeneración no cayó en desuso durante el periodo, ya que hubo innumerables ocasiones en las cuales se defendió la necesidad de salvar la civilización española de la destrucción. Aquillué (2023) afirma, al comentar sobre el periodo de la Restauración: «los regeneracionistas degeneraron en un peligroso discurso antiparlamentario, clave en la crisis de la Restauración, que dio alas a la aparición de autoritarios autodenominados 'cirujanos de hierro'». Se subraya el riesgo implícito en los heterogéneos proyectos de restauración. Sin embargo, esta percepción no se restringió a ese momento, sino que perduró en otras circunstancias también interpretadas como de crisis.

La deposición de Isabel II, la dictadura de Primo de Rivera y la sublevación del 17 de julio de 1936 son algunos ejemplos de eventos fundamentados en la prerrogativa de la restauración. No sorprende que se vuelva a proclamar la necesidad de regeneración, esta vez con el adjetivo democrática, posiblemente basada en la conclusión de que el espíritu de los años de la Transición ha perdido relevancia, demandando responsabilidad y liderazgo para llevar a cabo los cambios necesarios que aseguren el bien colectivo.

Cada época histórica es única

La conclusión esencial es que las coyunturas históricas no son repetibles; cada época histórica es única, aunque existan similitudes entre ellas. Dicho esto, es perfectamente válido preguntarse: ¿tiene sentido hablar de regeneración en la actualidad? Los historiadores que han examinado otros proyectos de regeneración entendieron que estos traían consigo el peligro del revisionismo a la carta, con la posibilidad de eliminar del sistema las variables desfavorables a las pretensiones de quienes los promueven.

Al retomar el postulado de Croce, la historia es contemporánea, por lo tanto, «la historia, en realidad, está en relación con las necesidades actuales y la situación presente en que vibran aquellos hechos» (Croce, 2005). Aquellos que pretenden regenerar la democracia tendrán una lectura singular de su construcción, pensando específicamente en la Transición. Aunque pueda ser un hecho, no significa que debe ser aceptado de manera acrítica. Cabe en toda circunstancia el análisis de las fuentes y de la literatura, con la intención de entender las entrelineas de la propuesta. 

Referencias bibliográficas

Aquillué, D. (2023, enero 23). Entrevista con Daniel Aquillué. Revista de Estudios Históricos.

Aquillué, D. D. (2023). España con honra: Una historia del XIX español, 1793-1923. La Esfera de los Libros.

Bourdieu, P. (2014). Sobre el estado. Anagrama.

Croce, B. (2005). Teoría e historia de la historiografía. Fondo de cultura económica

Juliá, S. (2010). Historias de las dos Españas. Taurus.

Editor: Universidad Isabel I

ISSN: 3020-1411

Burgos, España

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