Antonio Segura Marrero - Vie, 19/06/2015 - 13:30
Quisiera daros la bienvenida al blog de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales con algunas reflexiones sobre un tema de total actualidad en nuestro sistema educativo.
Desde hace ya algún tiempo se habla de que uno de los problemas de la educación radica en que se aplica en escuelas concebidas en el siglo XIX, con docentes del siglo XX y alumnos del siglo XXI. ¿Qué sucede con la Universidad? ¿Existe una hipotética brecha similar?
Quizás reflexionar desde la Isabel I nos permite una panorámica distinta, es una Universidad nacida en el siglo XXI, que no ha tenido que adaptarse o desligarse de determinadas ataduras históricas, puesto que ya ha nacido en un entorno diferente.
Es usual encontrar, tras cualquier búsqueda en la Red, menciones constantes a la educación 1.0, la 2.0 y la 3.0, se ven incluso brotes de la 4.0 y la 5.0. Mareante, sin duda, y quizás sea necesario poner algo de sensatez a esta velocidad de cambio, sobre todo sensatez en las nomenclaturas que algunos pretenden dar y en la consistencia de esos cambios, porque el cambio efectivamente está ahí y es incuestionable. Me viene a la cabeza una anécdota que comentaba Mario Kaplún a este respecto durante una entrevista cuando el capitán de un avión anunciaba «señores pasajeros, tengo que darles una buena y una mala noticia, la buena es que hemos alcanzado el récord de velocidad aérea, la mala es que no sabemos a dónde vamos». En este sentido, vamos a intentar conocer qué es eso de la educación 3.0 en la que empezamos a situarnos en la actualidad y que ya comienzan a aplicar las instituciones más innovadoras.
Iniciemos el camino por el principio, ¿qué es realmente la educación 1.0? Al referirnos a ella, estamos hablando del primer estadio de la educación online, un estadio que extrapolaba la concepción tradicional de la educación presencial a las aulas virtuales. Su rasgo característico es la unidireccionalidad. El docente es la figura que todo lo sabe y el alumno es el receptor pasivo. La educación 1.0 es la heredera directa de la primera educación a distancia, aquella que te enviaba los libros a casa para que estudiaras por tu cuenta. Podemos verla en entornos digitales donde encontramos una serie de documentos de texto descargables que el estudiante debe fagocitar para después replicarlos en las pruebas finales. La interacción brilla por su ausencia, salvo para plantear dudas dentro del proceso.
La educación 2.0 es el siguiente paso evolutivo en e-learning, marchando de la mano de la propia evolución tecnológica y rescatando para la educación la propia esencia de la web 2.0: la bidireccionalidad. Se trata de aulas virtuales con una notable presencia de actividades prácticas, de herramientas para el aprendizaje cooperativo online y de dinámicas de estudio en las que el estudiante pasa a tener un rol activo. Son entornos telemáticos que configuran comunidades virtuales de aprendizaje.
¿Qué ocurre cuando la horizontalidad metodológica llega a su máxima expresión conocida? Cuando el docente se baja definitivamente de la tarima porque deja de ser el único poseedor del saber, cuando es necesario abrir las aulas virtuales a la web porque el conocimiento se está forjando en este momento, cuando el contenido es dinámico y no puede encerrarse en un único archivo inmutable; ahí es donde nace la verdadera educación 3.0, hacia donde apuntamos algunas universidades. El docente realiza una labor de curación de contenidos, es una figura «viva» en la Red que sabe dónde se encuentran las novedades realmente importantes para su área de conocimiento, está en contacto con esas fuentes y es capaz de separar lo relevante de lo irrelevante para evitar que el estudiante pueda caer «infoxicado»; de esta manera, integra unos conocimientos ya afianzados con todas estas novedades y colabora con los alumnos para que generen sus entornos personales de aprendizaje basándose en estas premisas. En este sentido, y manteniendo todo el espíritu colaborativo de la educación 2.0, el estudiante da un paso más, ya no solo consume conocimiento, es capaz de producir dentro de la propia dinámica de estudio (prosumer), de producir conocimiento dentro de la propia comunidad virtual de aprendizaje en un entorno multidisciplinar. Exactamente lo que solicita la sociedad actual. Una Universidad del siglo XXI, con docentes del siglo XXI y estudiantes del siglo XXI.
Entrada publicada el 19/06/2015
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN 2605-258X
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