Tania Rilova García Innovación Educativa
Mar, 09/04/2019 - 17:54

Hoy en día el 90 % de la información que recibe nuestro cerebro es visual. Los mensajes visuales nos rodean, vivimos en un mundo inundado de imágenes que activan y estimulan nuestros sentidos, a través de los que nos comunicamos con el mundo exterior. Es a través de la vista por donde mayor información recibimos, hasta un 75 %, y solo el 25 % restante es recibido a través de los otros sentidos. Recordamos hasta el 80 % de lo que vemos, mientras que tan solo un 20 % de lo que leemos y un 10 % de lo que oímos.

Desde los inicios de la humanidad, nos hemos comunicado utilizando el lenguaje visual. Sabemos, por los avances realizados en el campo de la neurociencia, que el cerebro retiene mejor la información de manera visual, es decir, la información acompañada de imágenes. Según las investigaciones de Roger Sperry (1968) en relación con la teoría de los hemisferios del cerebro, aquellas personas cuyo hemisferio dominante es el derecho procesan la información con simultaneidad visual; en cambio, aquellas personas cuyo hemisferio izquierdo es el dominante realizan un proceso lineal, en el que deben ir paso a paso y terminar una tarea para poder comenzar otra, realizando un paso lógico cada vez.

Por otro lado, Howard Gardner (1983), en su teoría de las inteligencias múltiples, habla de inteligencia espacial, a través de la cual las personas disponen de capacidades para percibir o presentar ideas visualmente, dibujar, crear mapas mentales, etc.

Rudolph Arnheim (1969) plantea que la percepción y el pensamiento se encuentran íntimamente relacionados, de forma que un razonamiento se genera a partir de una imagen. Para Arnheim, la representación visual de los conceptos nos ayuda a interpretar y a pensar creando ideas expresadas a través de un lenguaje que hemos aprendido o escuchado y es el resultado de nuestras connotaciones culturales.

Debemos aprovechar estas capacidades, la capacidad innata de ver para descubrir o comunicar ideas que, de otro modo, serían imposibles o muy complicadas.

En la actualidad, las imágenes han tomado un lugar privilegiado, afectan a nuestra comprensión, condicionan nuestra forma de pensar, nuestras acciones y decisiones; con ellas, podemos buscar soluciones, relacionar conceptos, etc., de una forma más sencilla y directa que por medio del lenguaje oral o textual.

Cerebro retiene mejor informacion visual

Las imágenes estaban presentes en la educación desde un punto de vista estético, como acompañamiento visual, pero cada vez están más presentes sus posibilidades creativas e investigadoras para desarrollar y trabajar en el proceso de enseñanza-aprendizaje, con lo que se han convertido en un gran recurso educativo.

En los libros que utilizan los estudiantes, encontramos que al menos un 50 % del contenido se presenta a través de imágenes, pero su lectura, interpretación y observación muchas veces pasan desapercibidas (Perales y Jiménez, 2002). Ante esta realidad hemos de ser conscientes de que las imágenes deben jugar un importante rol en la educación.

Las imágenes en la educación no constituyen un código universal; su polisemia, su apertura a múltiples significados, genera que puedan aportar diferente información en función de los conocimientos previos que el estudiante tenga. En el proceso de enseñanza-aprendizaje, es importante contextualizarlas y complementar su lectura con otros recursos didácticos, en ocasiones necesitan de un texto para poder ser interpretadas en la dirección correcta.

El texto cumple dos funciones que afectan al modo de interpretar una imagen:

  • Anclaje: permite seleccionar el significado que pretende comunicarse. Como señala Barthes (1986), «el texto guía al lector entre los significados de la imagen, le hace evitar unos y recibir otros y, a menudo, de manera sutil, lo teleguía hacia un sentido elegido con antelación».
  • Relevo: la función del texto es complementaria a la de la imagen y es un elemento imprescindible para la progresión de la acción.

En este sentido, debemos destacar que las imágenes pueden presentar dos niveles de lectura:

  • Lectura objetiva: se describen los aspectos denotativos que aparecen en la imagen, es decir, aquellos que hacen referencia al significante; aquello que muestra la imagen es similar en todos los receptores que observan la misma imagen.
  • Lectura subjetiva: se describen los aspectos connotativos; hace referencia al significado, las valoraciones personales y las diferentes interpretaciones de los estudiantes en función de su cultura y sus propias experiencias.

Por ello, transmitir el mensaje correcto de una imagen de manera clara e inteligente es más que seleccionar una imagen «bonita». Se deben tener en cuenta tanto los aspectos informativos como los estéticos. Así, al seleccionar una imagen tenemos que tener en cuenta que la que escogemos apoya y refuerza el mensaje que deseamos transmitir. Las usamos deliberadamente, no solo como elemento decorativo, sino como otro canal de aprendizaje que ilustra e informa.

Las imágenes constituyen hoy en día un poderoso medio de representación, conocimiento y transformación de la realidad. Podemos afirmar que la imagen se ha convertido en un medio indispensable de conocimiento y comunicación. Vivimos inmersos así en una cultura visual. Debido a ello, es necesario capacitar a los estudiantes y a los propios docentes en la comprensión del entorno visual. Es indispensable desarrollar capacidades, conocimientos y valores en relación con la imagen como parte integral de todo proceso de enseñanza-aprendizaje.

 

Bibliografía:

Arnheim, R. (1979). Arte y percepción visual. Psicología del ojo creador. Madrid: Alianza.

Barthes, R. (1989). La cámara lúcida. Barcelona: Paidós.

Dondis, D. A. (2013). La sintaxis de la imagen. México: Gustavo Gili. 

Gardner, H. (1983). Multiple intelligences. Nueva York: Basic Books.

Perales, F. J. y Jimenes, J. (2002). Las ilustraciones en la enseñanza-aprendizaje de las ciencias. Análisis de libros de texto. Enseñanza de las Ciencias: Revista de Investigación y Experiencias Didácticas, 20(3), 369-386.

Sperry, R. W. (1968). Hemisphere deconnection and unity in conscious awareness. American Psychologist, 23(10), 723.

 

Entrada publicada el 09/04/2019

Editor: Universidad Isabel I

Burgos, España

ISSN: 2605-258X

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