Beatriz Robles Martínez - Lun, 07/06/2021 - 10:30
Análisis de alimentos en el laboratorio.
Serie: 'Un viaje por la ciencia' (IV)
En 2018, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el establecimiento del 7 de junio como el Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, a instancia de la Comisión del Códex Alimentarius. En nuestro entorno y en el momento actual tenemos el privilegio de poder adquirir todo tipo de alimentos con las máximas garantías de seguridad. Cuando pisamos un supermercado o compramos en la plaza de abastos no tenemos que preocuparnos de si la leche de una marca puede estar contaminada con Brucella spp. o si de la bolsa de ensalada nos va a producir una salmonelosis. Damos por hecho que todos los alimentos están en buen estado, son inocuos y no tenemos que barajar los riesgos antes de meterlos en la cesta. Poder alimentarnos con esta tranquilidad es increíble (piensa en la cantidad de alimentos que se mueven cada día, solo en nuestro país) y tiene gran parte de la responsabilidad en que podamos desarrollar nuestra vida tal como la concebimos ahora.
Pero no siempre ha sido así. Actualmente, los estándares de inocuidad alimentaria de la Unión Europea (y, por extensión, de España) son los más altos del mundo. Pero este marco es realmente muy, muy reciente: estos niveles de seguridad se han alcanzado en los últimos 20 años. Un suspiro en la historia.
Recientemente se han cumplido 40 años de una de las crisis alimentarias más devastadoras que ha sufrido nuestro país, la producida por aceite de colza desnaturalizado con anilina. A partir de ese momento la seguridad alimentaria entró en la conversación. Otras dos graves crisis posteriores que afectaron a toda la Unión Europea supusieron el verdadero punto de inflexión: la enfermedad de las 'vacas locas' que alcanzó su punto álgido a finales de la década de los 90, y la contaminación de pollos con dioxinas en 1999 pusieron de manifiesto los errores y las deficiencias que tenía el comercio de alimentos en la UE, y se tomaron medidas. Poco después, el Reglamento 178/2002 inauguró una nueva etapa en la compraventa de alimentos, que nos ha traído hasta aquí.
Este último año hemos vuelto a tener presente la seguridad alimentaria. La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 nos ha hecho pensar de nuevo en la posibilidad de que los alimentos supusieran una fuente de contagio (ya fuese en sí mismos, o a través de sus envases). Afortunadamente, ya desde los inicios de la pandemia las autoridades sanitarias consideraron esa opción con muy improbable y actualmente está prácticamente descartada. No obstante, volvimos a sentir la fragilidad que supondría no poder confiar en la seguridad de lo que comemos, aunque fuese de forma lejana.
Este año, el Día Mundial se celebra bajo el lema 'Alimentos inocuos ahora para un mañana saludable' con una idea que lleva años difundiéndose: One Health.
Campaña de la ONU.
La salud global solo es posible si tenemos en cuenta todos los aspectos de la inocuidad. La sanidad animal, vegetal, el cambio climático, están estrechamente relacionados. Los últimos meses son la prueba empírica. En nuestra forma de vida globalizada, una mutación exitosa y aleatoria en un virus animal a 10.000 km desata una tormenta perfecta que pone al mundo entero en alerta. 15 meses, 164 millones de casos y 3,4 millones de fallecidos después deberían bastar para hacernos conscientes de lo que nos estamos jugando, y empujarnos a actuar en otra dirección.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1808
Burgos, España
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