Carmen Fernández Aguilar - Vie, 15/10/2021 - 09:00
“Las mujeres han sido expertas en semillas, productoras de semillas, selectoras de semillas, conservadoras de la biodiversidad del mundo… Los 10000 años de experiencia humana en alimentarnos, es una experiencia de las mujeres”, Dr Vandana Shiva.
Las mujeres rurales, una cuarta parte de la población mundial, trabajan como agricultoras, asalariadas y empresarias. Cultivan la tierra y siembran las semillas para alimentar a todo el país. Además, garantizan la seguridad alimentaria de sus poblaciones y ayudan a sus comunidades a prepararse para el cambio climático. Sin embargo, como señaló ONU Mujeres, las mujeres rurales se ven afectadas de manera desproporcionada por los múltiples aspectos de la pobreza. Aunque son tan productivas y excelentes administradoras como sus homólogos masculinos, no tienen acceso a la misma tierra, crédito y material agrícola, mercado o cadena de productos cultivados de alto valor. Tampoco disponen de un acceso justo a los servicios públicos, como la educación y la atención médica, ni a la infraestructura, como el agua y el saneamiento.
Las barreras estructurales y las normas sociales discriminatorias siguen restringiendo el poder de las mujeres rurales para participar en la política en sus comunidades y familias.
Su trabajo es, en muchas ocasiones, invisible y no remunerado. En gran parte del mundo, con unas pocas excepciones, los indicadores de género y desarrollo muestran que las elevadas diferencias en las condiciones de las mujeres rurales frente la de los hombres rurales y las mujeres urbanas. En términos generales, las mujeres y las niñas están en desventaja y este problema se agrava aún más en las zonas rurales.
Si bien las mujeres rurales desempeñan un papel clave en la agricultura, el suministro de alimentos y la nutrición, ya enfrentan batallas específicas en su vida diaria. Ahora, debido al COVID-19 y las necesidades de salud únicas de las áreas remotas, es poco probable que reciban servicios de salud de alta calidad, medicamentos esenciales y vacunas. Las normas sociales restrictivas y los estereotipos de género también pueden limitar la capacidad de las mujeres rurales para acceder a los servicios médicos. Además, muchas de ellas sufren de aislamiento, la difusión de información errónea y la incapacidad de obtener tecnologías clave para mejorar su vida laboral y personal.
La situación de las aldeas remotas
Desde esta perspectiva, en las aldeas remotas, especialmente en las aldeas más marginadas, debemos tomar medidas para reducir la carga del cuidado y una mejor redistribución entre hombres y mujeres. También debemos abogar por suficientes servicios básicos e infraestructura (agua, saneamiento, electricidad, etc.) para apoyar el cuidado y el trabajo doméstico productivo y no remunerado de las mujeres, y la crisis que ha exacerbado esta situación.
La pandemia también ha aumentado la vulnerabilidad de los derechos de las mujeres rurales a la tierra y los recursos. Las normas y prácticas discriminatorias de género impiden que las mujeres ejerzan los derechos sobre la tierra y la propiedad en la mayoría de los países y las viudas de COVID-19 corren el riesgo de ser desheredadas. La seguridad de la tenencia de la tierra de las mujeres también se ve amenazada a medida que los migrantes desempleados regresan a las comunidades rurales, lo que aumenta la presión sobre la tierra y los recursos y agrava las diferencias de género en la agricultura y la seguridad alimentaria.
Garantizar las necesidades de la mujer rural
Invertir con perspectiva de género en zonas rurales es y debería ser, una prioridad real en el mundo actual, mejorando la adaptabilidad de las mujeres rurales para mejorar a su vez, la lucha por ellas mismas, sus necesidades y su papel fundamental y crítico en nuestra sociedad. En definitiva, esta epidemia nos ha traído un gran daño, pero también nos ha traído grandes desafíos: en las circunstancias en las que hemos superado este virus, garantizar la supervivencia de nuestra gente y reconstruir un medio rural más justo. Este objetivo solo podrá lograrse cuando las mujeres rurales dejen de ser ignoradas y ocupen el lugar que les corresponde en la toma de decisiones y en la vida económica y social de nuestro pueblo.
Pues a día de hoy, tenemos que lamentar que a pesar de que se empieza a tomar conciencia de la gran importancia que las mujeres rurales tienen para el desarrollo y la supervivencia de nuestros pueblos, todavía queda un largo camino para alcanzar la igualdad real entre mujeres y hombres en general, y del medio rural en particular.
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