Amalia Herencia Grillo - Jue, 09/12/2021 - 09:00
Adolescentes en un parque revisando su teléfono móvil.
Serie: 'El reto del Profesor en Formación' (XVI)
Podemos suponer que vosotros, alumnos del Máster en Formación del Profesorado de Educación Secundaria, tenéis una inclinación vocacional hacia la enseñanza para alumnos en un período a veces tan complejo como es la adolescencia. El significado puro de la palabra es sencillo: “período de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la juventud”1 , y su origen etimológico es el latín adolescere, que significa crecer, desarrollarse2. A priori, el contenido léxico de la palabra no indica dificultad en sí, pero lo cierto es que la adolescencia puede ser para los alumnos un período complicado, confuso y a veces difícil, en el que cada individuo debe adquirir las herramientas necesarias para desenvolverse con normalidad en un mundo de adultos, pasando por elegir sus referencias y aprender a tomar decisiones3.
Los docentes no deben ser solo transmisores de conocimiento, sino facilitadores del proceso educativo de los adolescentes y, para ello, la atención al carácter y al desarrollo de la personalidad de los alumnos es fundamental. Defienden Sánchez-García et al. (2018), que el bienestar emocional y afectivo de los estudiantes en esta etapa tiene una relación directa con el rendimiento académico, que empeora en alumnos con dificultades a la hora de ajustarse en el plano emocional y comportamental. Esta teoría la apoyan otros estudios recientes como el de Moreira, Pedras y Pombo (2020), al relacionar de manera directa el bienestar emocional como un elemento más del éxito académico en la etapa de secundaria.
El papel del docente no siempre es fácil; Bester (2021) ha comprobado en su estudio como los adolescentes tienden a apoyarse más en sus compañeros de clase, estudiantes de su misma edad, que en sus padres para desarrollar su propia personalidad y, además, ha comprobado que este apoyo lo buscan más los chicos que las chicas. Pero esto no debe desanimarnos a la hora de ser una fuente de apoyo, comprensión y guía o facilitadores para nuestros alumnos; detallamos aquí algunas de las muchas estrategias que podemos seguir para conectar con nuestro alumnado y para que nuestra ayuda y soporte no se limite a la transmisión de conocimientos específicos sobre una asignatura, sino que podamos respaldarles en su desarrollo como adultos funcionales.
- Preparar el espacio en el que vamos a impartir clases. El aula, los recursos, la disposición de los alumnos, la iluminación e incluso la decoración nos ayudarán a mantener la atención de los estudiantes.
- Fomentar la participación; los individuos no aprendemos de lo que vemos y oímos, sino de lo que podemos practicar y sobre lo que podemos reflexionar. Fomentemos en nuestros alumnos las posibilidades de participación de manera paciente.
- Afrontemos desde el primer día los comportamientos disruptivos: suele haber un origen. Intentemos comprender por qué se producen esos comportamientos, cómo se han originado y qué podemos hacer para que mejoren y para que no interfieran en el desarrollo diario de los alumnos.
- Seamos comunicadores eficaces, dominando no solo técnicas vocales y orales, sino otras herramientas como la empatía, la asertividad, la escucha activa… Es fundamental que podamos comunicarnos de manera clara y honesta con nuestros alumnos.
- Compartamos con nuestros compañeros, estamos en situaciones similares y podremos aprender de las experiencias mutuas.
Aquí podéis encontrar algunos recursos de la ACT (Assets Coming Together)4 que os ayuden a poner en práctica alguna de estas estrategias; además, os invito a compartir vuestras propias técnicas e ideas para ayudar a los alumnos a desarrollar su personalidad de manera efectiva a través de la enseñanza en el aula.
Warm up activities for young students:
Dealing effectively with difficult situations:
Referencias
Bester, G. (2021). Personality development of the adolescent: Peer group versus parents. South African Journal of Education, 27 (2).
Moreira, P., Pedras, S., Pombo, P. (2020). Students’ Personality Contributes More to Academic Performance than Well-Being and Learning Approach—Implications for Sustainable Development and Education. European Journal of Investigation in Health, Psychology and Education. 10 (4), 1132-1149.
Sánchez- García, M., Lucas-Molina, B., Fonseca-Pedrero, E., Pérez-Albéniz, A. y Paino, M. (2018). Emotional and behavioral difficulties in adolescence: Relationship with emotional well-being, affect, and academic performance. Anales de psicología / annals of psychology, 34,(3), 482-489.
Notas
(1) Rae.es
(3) Fundacionsaludinfantil.org
(4) Actforyouth.net
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1859
Burgos, España
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