Amalia Herencia Grillo - Vie, 21/01/2022 - 12:00
El deporte ha adquirido una dimensión sin parangón en los últimos años y es claramente un fenómeno social que se ha desarrollado con gran intensidad durante el siglo XX y que, en el siglo actual, se ha consolidado como uno de los elementos de mayor interés y repercusión multinacional (Sobrino, 2017, p.2).
Podemos entender esta afirmación de Sobrino como el resumen de la importancia del deporte a la hora de establecer relaciones sociales y culturales y, extendiéndolas en el terreno sociopolítico, relaciones diplomáticas. Las connotaciones positivas del deporte fomentan la imagen de una disciplina en la que priman, aparte de la competitividad, la solidaridad, el trabajo en equipo, el compañerismo, el ejercicio físico y el entretenimiento por lo que, a priori, es un ambiente idóneo para establecer relaciones amigables y colaboradoras. El deporte y ejercicio físico son, además, algo intrínseco origen y al posterior progreso del ser humano (Rodríguez, 2020).
El intercambio y externalización de la práctica deportiva fomenta estas relaciones y se da desde hace siglos, aunque este intercambio se hace más patente desde comienzos del Siglo XX, una vez comienzan y se afianzas las relaciones entre países y se mejoran las vías de comunicación (Gorospe, 2018). El deporte es, además, marca de identidad de un país y herramienta de representación frente a los demás, pero con la ventaja de no estar circunscrito al uso de un idioma concreto que puede ser, además, excluyente. Al contrario, el deporte es aglutinador, pues está libre de barreras comunicativas que pueden entorpecer otras relaciones.
Este intercambio de conocimientos y prácticas deportivas se utiliza de manera positiva, es decir, con una pretensión de acercar posturas más que de oponerse a la otra parte (Gorospe, 2018). Mientras mejor sea la imagen de las diferentes manifestaciones deportivas en el exterior, mejor será la imagen de ese país de manera global. Pensemos, por ejemplo, en la NBA (National Basketball Association) de Estados Unidos, que presenta una imagen de fuerza deportiva, competitividad sana, excelencia en disciplina y, al mismo tiempo, capaz de acoger a deportistas de otros países y culturas dentro de sus equipos. Una manifestación cultural tan, a priori, inofensiva como el baloncesto, abre canales de comunicación y difunde el conocimiento que otros países tiene de la cultura estadounidense, lo que a su vez trae asociadas imágenes de éxito.
En el ámbito nacional, podemos ver el ejemplo de la “Marca España", creada con la colaboración del instituto Español de Comercio Exterior, el Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos, el Foro de Marcas Renombradas Españolas y la Asociación de Directivos de Comunicación, todos ellos con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores (Gorospe, 2018). Esta iniciativa, con sus altibajos desde su creación En el año 2000, apuesta por el fomento del fútbol como principal deporte con uso diplomático, entre otros.
La diplomacia deportiva, de cualquier manera, no depende solo de iniciativas gubernamentales o institucionales orientadas a difundir la imagen de una determinada cultura en el exterior, sino que se sustenta también en relaciones individuales entre deportistas, empresarios y políticos. Estas relaciones que son en un principio individuales pueden resultar en relaciones duraderas y ampliadas a otros ámbitos; uno de los ejemplos más llamativos es el papel que juega el tenista Rafa Nadal como promotor del turismo y calidad de vida en las Islas Baleares, mediante el cual se consigue un beneficio a nivel económico no solo para esa región sino también para el individuo; esta promoción, además, consigue ofrecer una imagen positiva de este destino turístico y, por extensión, de la cultura de destino, fomentada por la imagen de éxito que proyecta este deportista en concreto.
En resumen, el deporte presenta una oportunidad excelente de fomentar las relaciones externas y promover la imagen de un país o cultura desde un punto de vista positivo y saludable; el resultado en términos puramente deportivos no sería tan importante como la posibilidad de ofrecer visiones beneficiosas para ese país y aprovechar esas iniciativas como punto de partida para otras acciones de relaciones internacionales.
Referencias:
Calayatud, D. (2019). La diplomacia deportiva como actor de la España global. Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación
Gorospe, T. (2018). El deporte como herramienta de política exterior de España. Trabajo Fin de Grado, Universidad Pontificia de Comillas.
Rodríguez, D. El deporte como estrategia diplomática en las relaciones internacionales. Documento de Opinión IEEE 55/2020
SOBRINO, J. (2014) Diplomacia deportiva, Andavira.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2697-1992.
Burgos, España
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