Marta Sánchez Viejo - Mar, 08/03/2022 - 10:00
Serie: 'A vueltas con la Economía' (LXXVIII)
Desafiar el patriarcado actual es un acto de lealtad hacia las generaciones futuras y la vida, y hacia el propio planeta - Ynestra King
El ecofeminismo nace en los años setenta, de forma paralela a la segunda ola y al movimiento ecologista, por contemplar una unión estrecha entre la degeneración y explotación de la naturaleza y el dominio y abuso hacia las mujeres. Desde esta corriente, se vinculan elementos comunes y se busca una solución conjunta para solventar ambas opresiones.
El entorno productivo no suele considerar trabajos de cuidados realizados tradicionalmente por mujeres. La crianza, el sostenimiento emocional, la reproducción, mantenimiento del hogar o cuidados de los hijos y enfermos son tareas invisibles pero que, a su vez, sostienen el funcionamiento de este sistema productivo.
Tradicionalmente, ha existido una separación entre el espacio público y el doméstico, sin caer en la cuenta de que el segundo posibilita la existencia del primero. Además de este sustento producido por las mujeres, la vida y actividades productivas tampoco serían posibles sin los bienes y servicios que presta la naturaleza. El sistema económico actual no considera estos dos factores, causando graves daños a ambas partes. El crecimiento demográfico y de consumo hace que se activen todas las alertas -como la reflejada en el informe de Meadows, dónde se alertaba de la posibilidad de que la humanidad llegase al término de las capacidades del planeta-. La regulación del clima o la fotosíntesis, al igual que tareas vinculadas a lo femenino y a los cuidados, son imprescindibles para el mantenimiento de la vida, pero en muchos casos no tienen una traducción económica que las haga visibles en la forma de vida actual.
La actividad económica y la vida en su conjunto, no se puede llevar a cabo sin los trabajos de cuidados ni sin una naturaleza que posibilite unos recursos. De esta vinculación, entre necesidad e invisibilización de las mujeres y la naturaleza, nace el ecofeminismo, que se configura como una idea para la constitución del sistema y manutención vinculado a la oposición y crítica de la subordinación de la mujer y abuso de la naturaleza. Desde las distintas corrientes del ecofeminismo se pretende una renovación de los modos de vida y de relación en los que haya un diálogo y una valoración por las mujeres y la naturaleza que suponga suprimir lógicas de opresión o una visión del mundo androcéntrica.
El origen del término nace del libro 'Feminismo o la muerte' escrito por Francoise D’ Eaubourne. En esos mismos años, se produce el movimiento Chipko, en el que una serie de mujeres defendieron los bosques de Garhwal del interés sobre prácticas forestales de distintas empresas privadas. Años más tarde, en Buenos Aires, otro grupo de mujeres apodadas las Madres de la Plaza de Mayo, denunciaban desapariciones en su país, reclamaban sus vidas y convertían el dolor en un arma política al realizar un ritual de resistencia a la semana en el que se criticaba la ideología patriarcal. De esa forma, transformaron el daño personal sufrido en activismo social de la mano de la reconversión del espacio público y privado.
El ecofeminismo pretendía marcar interrogantes sobre las jerarquías del pensamiento occidental y poner en valor el dualismo mujer y naturaleza. Para ello, se opusieron a la militarización, degradación ambiental o consecuencias de la tecnociencia en los cuerpos de las mujeres. Si el feminismo se hizo consciente de cómo las herramientas para naturalizar a la mujer se conforman como un instrumento que configura las lógicas patriarcales, el ecofeminismo entiende que en lugar de desnaturalizar, se tiene que renaturalizar al hombre para fomentar una nueva cultura, en la que las lógicas políticas, económicas y domésticas se hagan sostenibles y tengan distintas metas o valoración social que en la actualidad.
Tanto las mujeres como la naturaleza, han sido interpretadas y utilizadas de una forma similar por el mercado y la cultura patriarcal. Ese dominio era el mismo con el que se pretendía romper, para fomentar una sostenibilidad de la vida compatible con otros modos de existencia posibles. Mientras que la naturaleza se ha feminizado, las mujeres se han naturalizado fomentando un proceso de dominación doble. En la actualidad, que las mujeres están saliendo del espacio doméstico y participando en el ámbito político o siendo sujeto de derecho en los espacios de trabajo asalariado, sus voces empiezan a contar más a la hora de delimitar cuestiones éticas y cambios socioculturales. Cultura y Naturaleza se configuran como una unidad compleja y han definido un camino histórico que es momento de superar. El objetivo es una mayor comprensión en tanto a especie y el recuerdo de la pertenencia de los hombres a esos dos espacios, para fomentar una reconstrucción del ser humano de la mano de las fisuras de la virilidad patriarcal.
Bibliografía:
- Herrero, Y.; Pascual, M. (2010). Ecofeminismo, una propuesta para repensar el presente y construir el futuro. Centro Nacional de Educación Ambiental
- Mellor, M. (1997). Feminismo y Ecología. New York University Press
Puleo, A. (2009). Ecofeminismo: la perspectiva de género en la conciencia ecologista. Claves del ecologismo social.
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-3971
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