Emilio Marqués Suárez - Mié, 09/03/2022 - 10:00
Vicent Van Gogh en el Museo de Madame Tussauds de Ámsterdam como figura de cera.
Serie: 'Criminología en serie' (XX)
¿Es posible hacer la autopsia a alguien tras haber pasado años, décadas, incluso más de un siglo desde su muerte?
Cuando hablamos de autopsias nos viene a la cabeza, por una cuestión obvia, un profesional que, bisturí en mano, realiza el examen post mortem de un cadáver para que este nos aporte la información anatómica necesaria con la que podamos concluir qué circunstancias acontecieron y de qué forma se produjeron los hechos objeto de investigación.
Cuando ya no tenemos el cadáver no podemos buscar evidencias anatómicas, pero existen otro tipo de posibilidades, otro tipo de autopsias que diseccionan roles, comportamientos, antecedentes personales de un sujeto, reconstruyen hechos y determinan qué papel jugó la persona en su propia muerte.
La Autopsia Psicológica es utilizada dentro del campo de la criminología legal y forense para estudiar las circunstancias que rodean hechos presumiblemente delictivos y poder llegar a conclusiones que ofrezcan finalmente un resultado esclarecedor con pruebas determinantes que nos permitan aclarar si hablamos de suicidio, homicidio o accidente.
Así se convierte en una técnica pericial de investigación indirecta y retrospectiva que investiga al individuo con el objetivo de acercarse a comprender su muerte.
Para realizar todo este trabajo, contamos con un método y un procedimiento que desde los inicios de su práctica en 1958 por Robert Litman en el County Medical Examiner se ha venido perfeccionando por parte de los criminólogos.
El suicidio, es la versión oficial ofrecida en la biografía de nuestro personaje, Vicent Van Gogh, célebre pintor holandés que murió, dice la historia, pegándose un tiro.
En este artículo se defiende la hipótesis de que, la muerte del artista no fue un suicidio, sino probablemente un homicidio, y muy posiblemente un asesinato si para darle muerte se utilizó la premeditación.
El día de su muerte se dice que tras desayunar fuerte cogió sus aperos de pintura y caballete en mano se dirigió al campo. Que el arma que utilizó pertenecía a Arthur Ravoux casero de la pensión donde se alojaba y este se la sustrajo.
Es harto difícil admitir que alguien se levanta una buena mañana y tras un abundante desayuno se va a pintar al campo llevándose un arma que previamente sustrae por si a medio día le apetece suicidarse.
Otro dato discordante es el disparo. No fue en la cabeza ni bajo el mentón, ni en el corazón, sino en el pecho, un lugar poco común para un suicida.
El relato oficial es que se levantó la camisa y se disparó, que el disparo le tumbó y quedó inconsciente hasta que, recuperado, se dirigió de vuelta a casa malherido y moribundo.
Criminológicamente en pocas ocasiones hemos visto que un suicida se preocupe por agujerear su camisa, y bastante menos veces que alguien se dispare en el pecho con un arma que no estaba diseñada para matar, sino para alejar el peligro, un arma calibre 7 mm de pequeñas dimensiones que no se corresponde ni con el retroceso que le adjudican para tumbar a una persona, ni con el relato oficial.
Se explican mejor los hechos si los encajamos en otro escenario. Uno en el que el disparo lo realizase el propio casero, el propietario del arma, a quien no olvidemos, Van Gogh debía dinero.
Más información en Autopsia de Van Gogh (II).
ISSN 2697-1984
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
Añadir nuevo comentario