Francesc Gascó - Vie, 06/10/2023 - 08:45
Reconstrucción de un Spinosaurus junto al yacimiento de icnitas de Los Cayos (Cornago, La Rioja). Foto: Paleoymás.
Serie: 'Un viaje por la ciencia' (XLVII)
Para el público general, el mundo antiguo está lleno de interrogantes que la ciencia busca desvelar. No es ningún misterio que la paleontología y la arqueología están entre las disciplinas que más curiosidad despiertan. Pero muchas veces parece que los contenidos para todos los públicos apenas arañan la superficie. La forma en que la ciencia opera y cómo construye el conocimiento puede ser tan desconocida para la gente como los propios secretos que trata de desentrañar. Para la divulgación científica, transmitir con claridad cómo funciona la ciencia y cómo se moldea nuestra comprensión de la historia prehistórica sigue siendo un desafío persistente. Sin embargo, en medio de esta complejidad, existe una herramienta poderosa para conectar la ciencia con el público: los casos prácticos. Y es que a día de hoy seguimos asistiendo a cómo se construye este conocimiento. Nada está escrito en piedra. En ocasiones, seguimos respondiendo preguntas que nos planteamos hace años. Veamos un ejemplo.
Nuestro viaje por el tiempo comienza en Egipto, donde los fragmentos de fósiles del célebre dinosaurio Spinosaurus fueron descubiertos. Los restos originales, aunque escasos y fragmentarios, eran suficientes para desatar la imaginación de los científicos: se trataba de un dinosaurio carnívoro enigmático con una vela en la espalda. Sin embargo, la historia de estos fósiles tuvo un giro inesperado: durante la Segunda Guerra Mundial, gran parte de la colección fue destruida en un bombardeo en 1944. Así, la historia de Spinosaurus se convirtió en un rompecabezas aún más desafiante, con algunas piezas desaparecidas para siempre.
Tiempo después, en un rincón del sur de Inglaterra, los primeros fósiles de Baryonyx salieron a la luz en 1983. Luego, en las vastas tierras de Níger, África occidental, los fósiles de Suchomimus se convirtieron en protagonistas de la narrativa prehistórica. Todos estos restos arrojaron luz sobre otra rama de la evolución de los terópodos: eran muy parecidos a Spinosaurus, de manera que aquel dinosaurio con vela tendría características de estos carnívoros de largo hocico.
Sin embargo, como en toda buena historia científica, la trama dio un giro inesperado. Los desiertos de Marruecos revelaron una nueva sorpresa en la forma de fósiles adicionales de Spinosaurus. Estos hallazgos, descubiertos en 2014, trajeron nuevas piezas del puzzle y añadieron capas a su historia. Características anatómicas únicas sugirieron que Spinosaurus podría haber sido un depredador semiacuático, adaptado al menos parcialmente a la vida en el agua.
Imagen del Spinosaurus. Foto: Paleoymás.
Hoy, la trama sigue abierta. Hay un equipo de investigadores que cree que Spinosaurus sería capaz de bucear y nadar eficientemente. Otro equipo rival, opina que sus adaptaciones al medio acuático no serían mayores que las de una garza. La polémica está servida. Corred a por vuestras palomitas.
La historia de Spinosaurus, desde sus primeros fragmentarios fósiles descubiertos en Egipto hasta las últimas revelaciones en Marruecos y los últimos análisis y simulaciones biomecánicas refleja el corazón mismo de la ciencia. Desde unos inicios de colonialismo, hasta una actualidad colaboracionista y plagada de nuevas tecnologías para contrastar hipótesis.
La historia de Spinosaurus, su descubrimiento y reinterpretación nos recuerda que la ciencia es una búsqueda constante, un relato en desarrollo que nunca deja de revelar nuevas facetas de nuestro pasado. A medida que avanzamos en el tiempo, realizamos nuevos hallazgos y aplicamos nuevas tecnologías, las piezas del rompecabezas se encajan con más precisión, formando una imagen más clara y vibrante de la historia de nuestro planeta y las criaturas que lo habitaron.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1808
Burgos, España
Añadir nuevo comentario