Andrea Sánchez Vicente - Lun, 05/02/2024 - 12:44
Pizarra antigua con la frase escrita: se habla español.
A pesar de que el multilingüismo y la tendencia y necesidad de estudiar lenguas extranjeras podría parecer algo muy moderno o propio de nuestro mundo globalizado, la realidad es bien diferente, ya que la disciplina que hoy en día conocemos como enseñanza de español como lengua extranjera (ELE) se inició a finales del siglo XV.
Su comienzo se suele marcar con la publicación de la conocidísima gramática de Antonio de Nebrija en 1492, ya que el humanista escribió el quinto y último libro de esta para los hablantes de otras lenguas que estaban interesados en aprender castellano. Posteriormente, se publicaron otras muchas gramáticas (ya específicas para la enseñanza de ELE) a lo largo de todo el territorio europeo (en los actuales países de Bélgica, Países Bajos, Francia, Italia, Alemania, Inglaterra, Austria y Dinamarca), además de diversos materiales, como diccionarios o diálogos.
Ante estos datos, cabe preguntarse cuál fue la causa que motivó el interés por el aprendizaje de español. La respuesta a este interrogante hay que buscarla en el contexto político y económico del momento. Por una parte, las políticas imperialistas de la Monarquía Hispánica hicieron que el territorio controlado por esta se expandiera y, por lo tanto, en estos lugares surgió la necesidad de hablar la lengua de sus gobernantes. Por otra parte, el comercio exterior e internacional creció enormemente, aumentando el contacto de personas de diferentes procedencias que necesitaban conocer un mismo idioma para poder comunicarse y hacer negocios. Desde un punto de vista más general no hay que olvidar que las naciones europeas de entonces empezaron a ser conscientes de sí mismas y a valorar sus lenguas vernáculas; además, los viajes internacionales se popularizaron.
Como es de esperar, las personas que aprendían castellano en estos primeros siglos de enseñanza de ELE pertenecían a un reducido grupo social, puesto que principalmente formaban parte de las élites de su tiempo: diplomáticos, miembros de la corte, soldados, estudiantes, viajeros y comerciantes.
¿Pero cómo se adquiría nuestra lengua en una época sin Duolingo y sin Internet? En primer lugar, en los siglos XVI y XVII se crearon cátedras de español en algunas universidades y centros de enseñanza europeos. Una que gozaba de gran popularidad fue la instaurada en la Universidad de Lovaina por petición del mismísimo duque de Alba. Asimismo, había múltiples maestros particulares que ofrecían clases privadas a personajes de influencia (como nobles y burgueses). En segundo lugar, existían muchos materiales didácticos con una orientación práctica (diccionarios, gramáticas, compendios de diálogos y manuales epistolares) que estaban destinados, especialmente, a comerciantes y viajeros, que los utilizaban de manera autodidacta. A pesar de que la metodología reflejada en ellos se podría considerar conversacional, no se puede comparar con la metodología comunicativa que se aplica hoy en día: en realidad, cuando aprendían, los estudiantes no hablaban realmente entre ellos o con el profesor, sino que memorizaban los diálogos de los manuales y los ponían en práctica o los representaban entre ellos (haciendo una especie de teatrillo).
Muchos de estos materiales eran manuales políglotas, que enseñaban varias lenguas a la vez, porque así lo requerían los comerciantes y viajeros a los que estaban dirigidos. Sin embargo, esto provocaba que se produjeran transferencias entre los distintos idiomas incluidos, lo que se reflejaba en los textos. Por esta causa, los profesores de ELE que eran hablantes de español como primera lengua se quejaban de sus compañeros que eran hablantes extranjeros porque consideraban que no tenían una buena competencia lingüística. Por su parte, los profesores extranjeros criticaban a los profesores españoles que vivían fuera porque no tenían formación académica y gramatical. ¿Os suena? Parece que, aunque hayan pasado quinientos años y las metodologías e interesas hayan cambiado, las polémicas en la disciplina siguen siendo las mismas. Nihil novum sub sole (Nada nuevo bajo el sol).
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 3020-321X
Burgos, España
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