Sheila López Pérez - Vie, 20/12/2024 - 08:26
Pensamiento crítico, fundamental en las universidades.
Serie: 'Las ideas que nos vertebran' (XII)
Cada 20 de diciembre se celebra el Día Mundial del Pensamiento Crítico. Este tiene como base tres pilares fundamentales: el escepticismo -la capacidad de dudar de lo que ya se sabe-, la comprensión -la capacidad de vislumbrar aquello que está fuera de nuestro paradigma- y la tolerancia -o como la describe Tucholsky: “la sospecha de que el otro podría tener razón”-. Pero ¿qué es el pensamiento crítico y para qué sirve?
Pensamiento crítico
El pensamiento crítico es la capacidad de analizar, cuestionar y filtrar, de manera autónoma y organizada, la información y las creencias que conforman nuestro conocimiento. Según John Dewey (1965), este tipo de pensar nos lleva a una “consideración activa, persistente y cuidadosa de cualquier creencia o práctica a la luz de los fundamentos que la sostienen y las conclusiones a las que tiende”. Así, el pensamiento crítico conforma un proceso reflexivo que nos aleja de respuestas absolutas y dogmáticas y nos permite comprender un problema no solo en toda su complejidad, sino también -y sobre todo- en toda su incerteza. Se trata de una máquina desintegradora de verdades absolutas, no como verdades, sino como conocimiento total e indubitable.
El pensamiento crítico es esencial para formar ciudadanos capaces de dialogar y participar activamente en una democracia. Para Paulo Freire (1976), el pensamiento crítico surge cuando los individuos “problematizan su realidad y toman conciencia de ella”, lo que les permite actuar de forma consciente en la construcción de la sociedad. En esta línea, Martha Nussbaum (2005) sostiene que la misión de toda educación de calidad debe ser “fomentar habilidades críticas que permitan a los estudiantes cuestionar la autoridad establecida y desarrollar la visión empática desde perspectivas diversas”.
Por todo ello, el pensamiento crítico no es solo una herramienta intelectual, sino también un compromiso ético y social. Al cuestionar lo establecido, el pensamiento crítico fomenta la libertad y la convivencia democrática, alejándose del dogmatismo, el conformismo y la manipulación ideológica.
¿Por qué necesita del pensamiento crítico el sistema universitario?
En un mundo marcado por la sobreinformación y las narrativas polarizadas, la universidad debe ser un espacio donde la reflexión y la deliberación prevalezcan sobre los discursos cerrados. Dewey (1995) defendía que la universidad no puede ser una mera transmisora de conocimientos, sino una institución que avive la capacidad de debatir y de actuar de manera plural y democrática. Recordemos que la educación en los valores de la comprensión y la tolerancia es la única vía para formar individuos complejos, sujetos capaces de aprehender diferentes niveles y paradigmas de la realidad social. Es por esto que sistema universitario y pensamiento crítico van indisociablemente de la mano.
Desde esta perspectiva pragmatista, el pensamiento crítico no se limita a ser una teoría, sino que, como indicábamos, es eminentemente una práctica: aquella vinculada a la resolución de problemas reales y al fomento de una mejor convivencia (Dewey, 2010). O como señala Nussbaum (2010): el pensamiento crítico posibilita la reflexión sobre las injusticias estructurales y tiende las vías para atajarlas.
Sin pensamiento crítico, las universidades corren el riesgo de transmitir conocimientos vacíos que no ponen en cuestión las estructuras sociales heredadas. Fomentar el pensamiento crítico supone cuestionar dogmas y no dejarse manipular por la tradición, la cual, mal entendida, puede degenerar en tradicionalismo. En definitiva, el pensamiento crítico es el elemento fundamental de toda educación emancipadora (Freire, 1970). Debido a ello, un sistema universitario comprometido con la justicia social necesita cultivar el pensamiento crítico como motor de sus prácticas y como principio rector de sus fines.
Bibliografía
Dewey, J. (1995). Democracia y educación. Ediciones Morata.
Dewey, J. (2010). Experiencia y educación. Editorial Biblioteca Nueva.
Dewey, J. (1965). Libertad y cultura. Editorial Hispano Americana.
Freire, P. (1976). La educación como práctica de la libertad. Editorial Siglo XXI.
Freire, P. (2013). Por una pedagogía de la pregunta. Crítica a una educación basada en respuestas a preguntas inexistentes. Editorial Siglo XXI.
Nussbaum, M. (2005). El cultivo de la humanidad: una defensa clásica de la reforma en la educación liberal. Ediciones Paidós.
Nussbaum, M. (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Editorial Katz.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN: 3020-1411
Burgos, España
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