Benito Pérez González - Mié, 28/11/2018 - 09:25
Serie: 'A vueltas con la Economía' (III)
El término economía digital comienza a utilizarse a finales de la última década del siglo XX, con la publicación del libro homónimo “Economía Digital” (1997), que en su versión original en inglés de 1996: “The Digital Economy: Promise and Peril In The Age of Networked Intelligence”, ya advertía, en el propio título, de la doble condición de esta economía. Por un lado, la promesa: nuevas oportunidades y posibilidades en la era de la inteligencia conectada; por el otro, el peligro: amplios sectores se verían abocados a reformar drásticamente sus estructuras o a desaparecer.
Schumpeter, el genial economista austriaco, popularizó, ya instalado en su cátedra de Harvard el famoso constructo de la “destrucción creativa” allá por 1942. Con la destrucción creativa introducía en el análisis económico la necesidad de la innovación y el emprendimiento como fuerzas renovadoras que consiguiesen romper la resistencia al cambio en contextos tecnológicos y socioeconómicos determinados.
La doble condición de oportunidad y de peligro no es por lo tanto algo privativo de la economía digital, ni siquiera, algo que surja con Schumpeter, que simplemente introdujo en la teoría económica algo que venía existiendo desde el principio de los tiempos, y que se había manifestado con mayor evidencia hacía más de un siglo con la Revolución Industrial.
Las nuevas tejedoras que aparecieron con la Revolución Industrial provocaron la reacción virulenta de los luditas – parece ser que su líder se llamaba Ned Ludd-, que se organizaron para destruir esas nuevas máquinas infernales que estaban acabando con su trabajo. Como entonces, la nueva economía está planteando situaciones en las que las posibilidades que ofrecen internet y otras tecnologías están afectando seriamente al negocio de algunos sectores que se están resistiendo con ahínco a la implantación de negocios como Uber, Cabify o Airbnb.
Destruir lo viejo para crear algo nuevo es el inevitable efecto que tiene el desarrollo de nuevos procesos, de nuevas utilidades o de nuevas tecnologías. Las propias víctimas de este proceso pueden beneficiarse de las oportunidades que genera, tal y como los luditas de Nottingham acabaron abandonando el artesanado para formar parte de las nuevas clases burguesas o trabajadoras que hicieron de Inglaterra el lugar más próspero sobre la tierra.
La digitalización y la robótica están transformando las posibilidades de acceder al consumo y a la información. El uso del teléfono móvil como herramienta de búsqueda está facilitando nuevas conexiones entre productores y consumidores. Por eso algunos autores prefieren hablar de sociedades digitales o de personas digitales, más que de economía digital (2015). El conjunto de la sociedad, y en especial las nuevas generaciones de nativos digitales han adquirido hábitos que asocian casi todos los actos de su vida con el ordenador, las tabletas o el teléfono móvil.
La economía digital hace referencia, por lo tanto, a una nueva forma de organización social, administrativa y política, que facilita el desarrollo y el intercambio.
La economía digital se constituye como un ecosistema (NU. CEPAL, 2013), en el que convergen la infraestructura de las redes de comunicación, los servicios de procesamiento y las tecnologías web, y los usuarios finales (individuos, empresas, gobierno).
Según Mesenbourg (2001) existen 3 componentes principales de la Economía Digital:
- Infraestructura de Negocios (referido a los recursos de soporte al negocio: tecnología, hardware, software, telecomunicaciones, personal especializado).
- Negocio Electrónico (e-Business, referido a los procesos empresariales desarrollados mediante aplicaciones informáticas o plataformas online).
- Comercio Electrónico (e-Commerce, referido a la generación de negocios y compra/venta de bienes utilizando Internet como medio de comunicación).
Un buen ejemplo de infraestructura, que seguirá creciendo en el futuro y dando un servicio fundamental a empresas y consumidores de la era digital, es la llamada “Cadena de bloques”, más conocida por su término en inglés “Blockchain”, que fue precisamente la temática que inauguró este blog de “A vueltas con la economía”.
Referencias:
González Crespo, Rubén (2015, 15 de noviembre). Economía digital, una oportunidad para el empleo, Opinión, ABC
Mesenbourg, Thomas L. (2001). «Measuring the Digital Economy». U.S. Bureau of the Census
NU.CEPAL (2013). Economía Digital para el cambio estructural y la igualdad. CEPAL. p. 9
Tapscott, D., y Osorio, M. B. (1997). La economía digital. McGraw-Hill.
Entrada publicada el 29/11/2019
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-398
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