Carlos Pérez Atanet - Lun, 16/01/2017 - 17:20
Ilustración: Fernando Serra
Serie: 'Del dicho al hecho histórico' (XXII)
La cultura religiosa de los monasterios siempre ha sido uno de los factores más influyentes en el desarrollo de nuestra lengua. Aún hoy, casi a diario, seguimos escuchando palabras y expresiones que hacen referencia a este mundo religioso, como «se armó la de Dios es Cristo», «se armó el belén» o exclamaciones como «¡cielos!», «¡diablos!», «¡Jesús!» o «¡Virgen santa!», por poner solo algunos ejemplos que a todos nos suenan.
De igual forma, la expresión «al pie de la letra», también muy conocida y utilizada hoy en día, tendría un origen monástico, pero en este caso relacionado no con el plano bíblico y de devoción, sino con esa otra labor más humana, pero tan decisiva en el desarrollo de la sociedad. Nos referimos, por supuesto, a la traducción, actividad que, como sabemos, solían llevar a cabo los monjes.
Y es que «al pie de la letra» es en sí misma una traducción literal de la locución de origen latino «ad pedem litterae», que era como antiguamente llamaban, precisamente, al tipo de traducción consistente en traducir palabra por palabra, otorgando a cada término del idioma original su equivalente en el idioma al que se pretende traducir.
De esta forma nació la expresión «al pie de la letra», que desde ese mundo sosegado, silencioso y espiritual propio de los monasterios se fue trasladando y extendiendo poco a poco hacia la calle, hasta llegar a nuestros días, siendo una expresión muy socorrida cuando queremos referirnos a la literalidad de las cosas.
Fuentes de consulta:
- Wikilengua.org
- García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-3753-X
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