Marcos López-Flores - Dom, 09/05/2021 - 15:50
Mapa de buena parte de Europa con las banderas de cada nación.
Hoy celebramos el Día de Europa, aniversario de la histórica Declaración de Schuman discurso que se pronunció en Paris en 1950 en favor de una política de cooperación que asegurase la paz en el continente. La creación de la Unión Europea significó la unificación de las políticas económicas y sociales entre los países miembros para lograr un marco común de acción. En el proceso de construcción de una Unión Europea, se han producido transformaciones a nivel político y económico que han alcanzado todos los ámbitos de la vida de las personas.
El proceso unificador de las políticas educativas de la Unión se inició en 1988 con la firma de la Magna Charta Universitatum, que recoge los principios y acuerdos generales para la convergencia de los sistemas universitarios europeos. Diez años después, los principios generales comienzan a concretarse en la Declaración de la Sorbona (mayo de 1998) donde Francia, Alemania, Italia y Reino Unido acordaron la creación de una 'Zona Europea dedicada a la Educación Superior'.
Este Espacio Europeo de Educación sería bautizado un año después como Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) en la Declaración de Bolonia del 19 de junio de 1999, firmada por los 29 países que formaban parte de la Unión Europea en ese momento, con el objetivo dar respuesta a la necesidad de unificación de los programas de formación de los países miembros, promoviendo así la movilidad dentro de la Unión Europea, tanto de estudiantes como de trabajadores y profesores.
En este nuevo escenario unificado de la educación superior, se modifica el rol del estudiante para convertirse en el verdadero protagonista de su proceso educativo y se fomenta su rol activo de aprendizaje a lo largo de su vida. Además, para las universidades ha supuesto (1) la adopción de un sistema de certificación más sencillo y comparable, facilitando también la empleabilidad de los egresados, (2) definir claramente los ciclos de pregrado y posgrado, como ya ocurría en algunas universidades europeas y estadounidenses, (3) el establecimiento de un sistema de créditos (ECTS), lo cual ha facilitado tremendamente el reconocimiento mutuo y la movilidad internacional de estudiantes.
Actualmente el EEES se internacionaliza aún más, gracias al uso de las nuevas tecnologías, los intercambios virtuales y la promoción de las European Universities, todo ello orientado hacia un marco normativo aún más permeable. Estos cambios hacen que cada vez sea más factible la implementación de los Campus Europeos de educación superior, una nueva realidad en la que la normalidad será que un estudiante se forme en tres o más instituciones internacionales, realizando movilidades y estudio online, antes de obtener su titulación.
Sin duda, se avecina un futuro muy interesante para las universidades y sus comunidades universitarias, en los que tanto la experiencia del estudiantado como la del profesorado se verá enriquecida por un modelo cada vez más colaborativo. La frontera difusa ya no es suficiente en la unión de los 27, toca desarrollar alianzas estratégicas de gran calado, medidas que transformen los planes de estudio y los internacionalicen, con el fin de incluir aún más estudiantes europeos en sus facultades. Nadie se pregunta si esto será posible, sino cómo de pronto lo veremos y disfrutaremos desde el mundo universitario.
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