Francisco Javier Cantón-Correa Profesor del Grado en Periodismo
Jue, 09/01/2025 - 13:04

desinformación en las redes sociales

Desinformación en las redes sociales.

Serie: 'El Poder de la Palabra' (XXXI)

Los propietarios de WhatsApp e Instagram han decidido poner fin a su programa de verificación, una medida que parece alinearse con el gobierno entrante de Trump y su enfoque en la defensa de la libertad de expresión. Sin embargo, detrás de esta decisión también subyace un interés más tangible: maximizar los beneficios económicos.

Meta, la empresa matriz de WhatsApp, Facebook, Instagram y Threads, ha sorprendido con su decisión de poner fin al programa de lucha contra los bulos que llevaba a cabo en colaboración con verificadores independientes. Estas entidades, que aseguran haber renovado recientemente sus acuerdos, han sido informadas de que sus relaciones finalizarán a principios de marzo. Por el momento, la medida afecta a los verificadores en Estados Unidos, y aún no se sabe cuándo se aplicará también a los verificadores europeos.

Mark Zuckerberg ha declarado en un comunicado que desea volver a las “raíces en la libertad de expresión” y que el sistema de verificación de la plataforma “ha llegado a un punto con demasiados errores y censuras”. También asegura que “los verificadores están políticamente muy sesgados y han generado más desconfianza de la que han construido”. Estas declaraciones marcan un cambio político significativo, adaptándose al nuevo contexto político, con la inminente llegada de Trump a la Casa Blanca. Si antes veíamos a Zuckerberg disculpándose ante el Congreso estadounidense, ahora sus palabras y acciones apuntan a no volver a pedir disculpas por nada.

Paradójicamente, el comunicado de Meta contiene varios bulos: investigaciones científicas sobre Facebook e Instagram han demostrado que el sistema que ahora se elimina era efectivo para combatir la desinformación y reducía la viralidad de los bulos (aunque la plataforma carecía de voluntad firme para aplicarlo). Los verificadores, acusados ahora de censura, solo informaban a Meta de sus hallazgos, siendo la compañía quien decidía qué medidas tomar. Con esta decisión, Meta deja de financiar programas de verificación, debilitando un ecosistema, el de los verificadores de información, que en muchos casos depende de estos recursos para mantenerse operativo.

Tu libertad termina donde comienza la mía

Las organizaciones de fact-checking han reaccionado con contundencia al anuncio de Meta. Angie Holan, directora de la IFCN, recordó que “el periodismo de verificación nunca ha censurado ni eliminado publicaciones”, sino que ha aportado contexto y desmentido bulos y teorías conspirativas, siempre guiándose por principios de “imparcialidad y transparencia”. Holan señaló que la decisión de Meta perjudica directamente a los usuarios que buscan información fiable, y calificó las acusaciones de Zuckerberg como un ataque proveniente de quienes “quieren exagerar y mentir sin ser refutados”. Por su parte, la European Fact-Checking Standards Network (EFCSN) condenó las declaraciones de Zuckerberg, subrayando que “la verificación de datos añade libertad de expresión al debate público al proporcionar contexto y datos”. Además, advirtió de los riesgos de esta decisión de cara a las elecciones europeas de 2025, ya que podría abrir la puerta a la interferencia electoral, especialmente por parte de actores extranjeros.

social media retocada

Metáfora de social media.

Siguiendo una retórica cercana al discurso trumpista, Meta afirma que busca fomentar la tan mencionada libertad de expresión. Sin embargo, esta interpretación es incorrecta: la libertad de expresión no implica decir cualquier cosa sin restricciones, sino expresarse dentro de límites razonables que no atenten contra la dignidad o el honor de otras personas o grupos. Identificar y retirar contenido que promueva discursos de odio, insultos o mensajes denigrantes no es censura, sino una manera de establecer los límites necesarios para esta libertad, como señala el conocido principio: “tu libertad termina donde comienza la mía”. Además, la decisión de Meta incrementa la desprotección de colectivos vulnerables, como el LGTBIQ+, frente a mensajes de odio y desinformación.

Modelo "notas de la comunidad"

Para reemplazar el sistema actual, Meta propone implementar un modelo similar al de las «notas de la comunidad» introducido por X en 2022 tras la llegada de Elon Musk. Este controvertido sistema, basado en la inteligencia colectiva, delega en los usuarios la tarea de verificar y etiquetar información sospechosa, aunque presenta importantes limitaciones. Si bien puede aportar contexto útil en temas científicos o culturales, su efectividad disminuye considerablemente en asuntos muy polarizados, como los políticos, donde suele convertirse en un espacio de confrontación ideológica. Además, carece de una metodología clara y depende de usuarios que no cuentan con la neutralidad ni la distancia propias del periodismo, cualidades que sí distinguen a los verificadores independientes.

Meta

Meta. Fuente: Wikimedia.

En esencia, el movimiento de Zuckerberg parece orientado a estrechar vínculos con la administración Trump, siguiendo el ejemplo de Elon Musk. La incorporación al consejo directivo de Meta de figuras como Joel Kaplan, vinculado al Partido Republicano, o Dana White, directivo de la UFC y cercano a Trump, refuerza esta estrategia de alinearse con la nueva administración estadounidense y buscar beneficio en el contexto político predominante.

Objetivos de Meta

Y, en última instancia, Meta es una empresa cuyo principal objetivo es maximizar beneficios, y esta decisión encaja perfectamente con esa meta: la desinformación resulta rentable para las plataformas de redes sociales. Su modelo de negocio se basa en captar y retener la atención de los usuarios durante el mayor tiempo posible, lo que les permite mostrar más anuncios y contenidos promocionales, medidos a través de clics. La desinformación se convierte en un aliado ideal, ya que genera emociones intensas, viralidad e interacción constante entre usuarios. Esta decisión, que considero errónea, responde tanto a intereses políticos como económicos, pero tendrá un impacto social significativo: intensificará el debate público al prescindir de una herramienta de verificación imprescindible en plataformas utilizadas por millones de personas en todo el mundo.

Eliminar el anonimato en redes sociales

Esto refuerza aún más mi convicción de que una posible solución al problema de la desinformación en las redes sociales pasa por eliminar el anonimato de las cuentas en cualquier plataforma. Los usuarios deberían publicar bajo su nombre real, en lugar de esconderse tras seudónimos que facilitan insultos y amenazas sin consecuencias. Además, sería necesario establecer sanciones serias para quienes difundan desinformación, de manera que las personas detrás de las cuentas asuman la responsabilidad de sus actos y palabras, tal como ocurre en la vida fuera de internet. Si el anonimato desapareciera y se exigiera esta responsabilidad legalmente, campañas recientes como la de sospechas infundadas sobre el parking de Bonaire, por ejemplo, probablemente no habrían sucedido.

Editor: Universidad Isabel I

ISSN 2792-1786

Burgos, España

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