Gustavo Eduardo Toledo Lara - Vie, 05/10/2018 - 09:39
El profesor de hoy, fue -y sigue siendo- el estudiante de ayer.
Comenio, considerado el padre de la pedagogía y la didáctica moderna, afirmaba que, “enseñar no tiene otro sentido que mostrar cómo difieren las cosas en sus diferentes propósitos, formas y orígenes. [...] Por lo tanto, quien diferencia bien, enseña bien”.
Cada encuentro con nuestros estudiantes es una apuesta por el futuro. Sí, eso ya lo sabemos… pero no siempre tenemos presente que esa apuesta por el futuro va más allá de contenidos y conceptos, se trata de una trascendencia que tiene que ver con aquellos valores que queremos mostrar a nuestros estudiantes. Sea cual fuere el campo de estudio que en un momento determinado está dentro de nuestra visión, los valores nos van a permitir sentir la esencia de lo que queremos alcanzar.
Día a día, año tras año, el profesorado va a estar allí. El contacto con nuestros profesores nos va a permitir ver distintas facetas que poco a poco nos enseñarán a reconocer las diferencias. Y esas diferencias en definitiva nos deben permitir comprender que el mundo como aldea global, es diferente, diverso, cambiante y dinámico. Aunque no lo notemos, allí están nuestros profesores.
Tú, yo, todos los profesores respondemos a nuestra historia de vida y contamos con una preparación que nos permite estar con nuestros estudiantes. Sin embargo, esos mismos profesores intentaremos -y debemos intentar- que la experiencia durante el tiempo en el que nos encontremos, sirva para agregar un paso más a lo que en un futuro seremos en este caso como profesionales.
En estas fechas recordamos con especial atención a los profesores, pero los profesores una vez fueron –y seguro seguirán siendo- estudiantes. ¿Cuántos de nosotros nos acordamos de nuestra época de estudiantes, mientras compartimos con los futuros profesionales? De vez en cuando sería muy interesante detenernos a pensar por un momento en aquellos años y, seguramente, muchas reacciones de nuestros estudiantes nos resulten familiares: aquel profesor que de entrada era temido y finalmente se convirtió en un gran maestro, alguna travesura en clase, las largas noches mientras hacíamos algún trabajo, el compartir con nuestros compañeros el resultado de algún examen… Son muchas las experiencias que también los profesores tenemos en nuestro recuerdo.
Ya no debemos ver la educación como aquel sector lejano a nosotros si efectivamente formamos parte de él. En cada encuentro, cada gesto, cada logro de nuestros estudiantes está parte de nosotros como profesores y a lo largo de todo un curso nos dedicamos a los estudiantes, pero en esta oportunidad, pensamos en nosotros los profesores. Nunca dejamos de prepararnos porque en estos tiempos con el acceso a la información que tenemos, el conocimiento pareciera ser más infinito de lo que ya es. Ese conocimiento lo compartimos con nuestros estudiantes y de ellos también aprendemos. Antes el profesor era el que tenía el saber, ahora entre todos nos acercamos al saber y el profesor intenta acompañarnos en ese descubrimiento.
Así, la vocación docente de los profesores no se determina por lo que se ha estudiado sino por el servicio que se presta y la calidad de este. Por lo tanto, cuando uno de nuestros estudiantes nos da las gracias, no solo está agradeciendo nuestra labor, está agradeciendo la decisión que una vez tomamos al querer ser y convertirnos en profesores. Todo lo anterior nos debe recordar que debemos tratar a nuestros estudiantes, como a nosotros nos gustaría que nos tratase nuestro profesor.
Entrada publicada el 05/10/2018
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-5222
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