Jorge Rafael González - Jue, 18/01/2024 - 10:49
Carátula de la serie de entrevistas: Diego Calatayud Soriano.
Serie: 'Entrevistas con Jorge Rafael González' (XXIX)
En una conversación íntima y reveladora con Jorge Rafael González, Diego Calatayud Soriano, diplomático español que trabaja en la Segunda Jefatura en la Embajada de España en Zimbabue, Zambia y Malaui, nos adentra en las profundidades de su experiencia en el continente africano. A través de sus relatos, descubrimos la rica diversidad cultural de la región, los desafíos de la diplomacia moderna y cómo la música, la gastronomía y la danza se convierten en lenguajes universales que trascienden fronteras, nutriendo el vínculo entre España y estos vibrantes países africanos.
- Trabajas en una región con una rica diversidad cultural. ¿Hay alguna costumbre o tradición local que te haya impresionado particularmente o que hayas adoptado durante tu tiempo en Zimbabue, Zambia y Malaui?
Cuando uno se ve en la necesidad de cambiar de lugar de residencia a menudo, como es nuestro caso, se da cuenta de que las personas no son tan diferentes en unas partes y en otras. Y las costumbres culturales no dejan de ser, en el fondo, una forma de expresión de esta condición humana. Si se viaja, cava y observa lo suficiente, uno acaba por darse cuenta de que la música, el baile, la gastronomía, la religiosidad… son pulsiones humanas ubicuas y, con independencia de la forma concreta que adopten en cualquier lugar, resulta muy fácil empatizar con ellas. Es por ello que, con la perspectiva y el entrenamiento mental adecuados, resulta en el fondo muy fácil sentirse como en casa en cualquier parte del mundo. Lo que sí que es cierto y que uno puede apreciar fácilmente cuando se encuentra en África Subsahariana es la facilidad con la que cuentan sus habitantes para expresan estas emociones y la habilidad con la que lo hacen. África respira arte por todos sus poros. Por eso los españoles solemos contactar tan bien.
- ¿Tienes alguna comida local favorita de la región en la que trabajas? ¿Puedes compartir una experiencia culinaria memorable que hayas tenido en estos países?
La cocina zimbabuense es sencilla y se basa en alimentos localmente abundantes. Carne de vaca y pollo, maíz, aguacate, arroz, algún pescado de agua dulce [ni Zimbabue, ni Zambia ni Malaui cuentan con acceso al mar]… Sus platos nos resultan siempre muy cercanos. Si abrimos un poco el ángulo y vamos a por una perspectiva más de ojo de pez, el problema se suele plantear más bien en que la gran mayoría de la población no cuenta con un acceso a alimentación equilibrada adecuada, y un exceso de carbohidratos y un difícil acceso a alimentos proteicos acaba provocando un alto grado de resistencia a la insulina y una alta prevalencia de la diabetes entre sus habitantes, lo que acaba por redundar en graves problemas de salud.
Desde un punto de vista más anecdótico, lo que desde luego es difícil es que un español observe sin pestañear cuando, al ir al supermercado, encuentra mopane (gusanos comestibles) o carne de cocodrilo en el mostrador. Desde luego no será por falta de emociones fuertes...
- ¿Qué aspectos de la cultura de Zimbabue, Zambia y Malaui consideras que son importantes para comprender y respetar en tu trabajo diplomático?
Creo que el trabajo diplomático es, en esencia, muy similar en todas partes, pues todos los funcionarios diplomáticos contamos con una formación que nos prepara para superar aquellas diferencias que nuestro origen y nuestro entorno cultural puedan plantearnos en el país que nos acoge temporalmente. También es cierto que, por otro lado, es precisamente ese contraste el que nos llama la atención y nos lleva a los diplomáticos, en primerísimo lugar, a querer serlo. Y son estos contrastes los que trufan nuestro día a día más allá de nuestro trabajo: en un parque, en un restaurante, yendo al teatro…
Con todo, y para no ser acusado de rehuir del todo la pregunta, quizá la medición del tiempo sí sea diferentes en Europa y África. Mientras en Europa vivimos apegados a la inmediatez y nos encontramos siempre objetivamente muy vinculados al reloj y al calendario, los tiempos en Zimbabue, por ejemplo, suelen ir subjetivamente más ligados a las personas y a las relaciones que entre ellas se establezcan. Y generalmente son más tranquilos.
- Como representante de España en esta región, ¿Cómo promueves el entendimiento y el intercambio cultural entre España y los países en los que trabajas?
Dado que nuestra presencia histórica, empresarial e incluso social es relativamente reducida en Zimbabue, Zambia y Malaui en comparación con otras coordenadas geográficas, el ámbito de la Diplomacia Pública se nos presenta como un verdadero y valiosísimo vehículo de posicionamiento de España en estos países y entre sus sociedades. Por citar un ejemplo, el conocimiento de nuestro deporte con el que cuenta la población zimbabuense y la admiración que despierta localmente sorprende hasta a quien más pueda esperárselo. África es un granero creativo humano que lleva tiempo llamando a nuestra puerta y apostar por conectar con este continente en el ámbito de lo inmaterial e intangible es, a todas luces, apostar sobre seguro.
Desde la Embajada tratamos siempre de buscar conectar con la sociedad a través de diversas vías y teniendo siempre en mente a diversos segmentos poblacionales; desde aquellos zimbabuenses de menor edad, a los que ofrecemos unas nociones sobre España, nuestras lenguas, nuestras tradiciones y nuestra comida (muy apreciada tanto por los más pequeños como por los más mayores); como también a su población adulta, con quienes buscamos entablar discusiones y debates que van desde la igualdad mujer-hombre hasta la armonía estético-expresiva en el flamenco. Y por supuesto, y sin duda y enlazando con lo anterior, los eventos deportivos serían otro gran canal de enlace y conexión con el público local. A este respecto, cabe decirlo claro, nuestros deportistas en general, pero este año muy particularmente nuestras deportistas, nos lo han puesto ciertamente muy fácil. Campeonas del mundo...
- ¿Puedes compartir una anécdota o experiencia personal que te haya ayudado a apreciar y respetar la cultura y las costumbres de Zimbabue, Zambia y Malaui mientras desempeñas tus funciones diplomáticas?
Pues… El baile. De las pocas cosas que no me imaginaba me iba a ver haciendo cuando fui destinado a Zimbabue sería tener que bailar – estilo libre – en eventos oficiales junto al Presidente, Ministros, Embajadores y otros altos cargos. Menos mal que, además de estudiar para aprobar unas oposiciones, todos tenemos un pasado del que poder nutrirnos cuando la necesidad aprieta… He de decir, no obstante, que mi performance fue muy bien acogida y que ya voy haciéndome al estilo local...
- ¿Cuáles son las estrategias o enfoques que utilizas para construir y mantener relaciones diplomáticas sólidas con representantes de otros países y organizaciones internacionales?
Puede sonar algo a tópico, pero nada me ha resultado más útil en mis relaciones profesionales con otros colegas que la naturalidad; una cualidad por la que los españoles somos en general bastante (re)conocidos y de la que solemos hacer gala. En el fondo, por muy diplomáticas que estas sean, las relaciones no dejan de entablarlas personas que piensan, sienten, se expresan… Y lo hacen, como es natural, a su manera. Resulta siempre muy gratificante reconocer esa humanidad en todo acto, evento o acontecimiento al que nos toca asistir y en el que tenemos que representar a nuestro país.
- ¿Cuál consideras que es la habilidad de comunicación más importante para un diplomático en tu posición y por qué?
Son muchas las que podrían venirnos a la cabeza en estos momentos. Pero, puestos a elegir, de todas ellas, destacaría posiblemente la sinceridad en el planteamiento de nuestra posición. Al contrario de lo que a veces se pueda llegar a pensar, las relaciones diplomáticas son relaciones de largo recorrido y no es infrecuente que diversos de aquellos actores involucrados en una negociación en el presente vuelvan a verse las caras más adelante en otra, sobre la misma materia o en un escenario diferente. En unos procesos tan complejos, poliédricos y muy generalmente prolongados en el tiempo, la posibilidad de poder confiar en la palabra de nuestra contraparte se antoja como un elemento de gran valor, pues, no sólo nos permite avanzar en dicha negociación, sino también poder afianzar posiciones, tanto ante nuestras contrapartes como en relación con las autoridades a las que servimos y a las que tenemos también que convencer de las bondades del proceso.
- El multilingüismo puede ser una habilidad valiosa en el mundo diplomático. ¿Cuántos idiomas hablas y cómo te ha ayudado el conocimiento de diferentes idiomas en tu carrera?
Empezando porque el multilingüismo significa salud mental a corto y largo plazo – no lo digo yo, que poco sé de esto; lo dicen los profesionales de la neurología que estudian el cerebro de los plurilingües –, personalmente no se me ocurre mejor forma de aprecio, valoración y respeto a otra cultura, a otro país, que aprender su idioma. Evidentemente, ello no resulta posible en todos los países a los que somos destinados, pues normalmente lo estamos por un periodo muy corto de tiempo y son muchas las obligaciones que debemos asumir durante ese tiempo, pero resulta al mismo tiempo difícil encontrar a muchos compañeros que resistan la tentación de ampliar sus conocimientos lingüísticos a lo largo de su Carrera. En mi caso, además del inglés y el francés, que son un requisito básico para opositar a la Carrera Diplomática; y el valenciano/catalán, propio de la tierra en la que nací; tuve la ocasión de estudiar alemán y de hacer también mis pinitos con el chino, el portugués y el italiano. Espero poder seguir profundizando en ellos en los años que están por venir. Y en algún otro, ¿por qué no?
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