María Hernández Moreno - Lun, 10/07/2023 - 10:43
Marca de carmín en el vaso de cristal.
Serie. 'Criminología en Serie' (XXXIX)
La identificación de los individuos que se ven inmersos en un hecho delictivo, tanto en el papel de la víctima como en el del victimario, es uno de los grandes pilares sobre los que se sustenta la criminalística.
Esa relación entre los individuos y el hecho delictivo, a partir de las evidencias recogidas en el escenario criminal, suele llevarse a cabo a partir del estudio de huellas dactilares y muestras de ADN, principalmente.
Sin embargo, además de la unicidad de las crestas presentes en nuestros dedos, es importante destacar la posibilidad de establecer esa identificación personal a partir otros estudios como los de la queiloscopia, disciplina forense encargada del estudio de los pliegues labiales.
El queilograma, entendido como la impronta que dejan los labios en un soporte, podrá adoptar una morfología determinada que permitirá, al presentar arrugas y estrías dispuestas de una manera concreta y única, su individualización.
Estas arrugas, presentes en la superficie de nuestro labio inferior y superior, presentan una serie de características únicas, diferentes en cada uno de nosotros tanto en morfología como en posición, que permiten individualizar cada una de las muestras recogidas tras cotejar la muestra dubitada, presente en el escenario, y la indubitada, perteneciente a una persona en concreto.
Además, y al igual que ocurre con las huellas dactilares, estos dibujos labiales son inmutables; no cambian de forma a lo largo de la vida y se mantienen sin variaciones sin importar la edad del individuo. Pueden presentar modificaciones puntuales causadas por heridas, bacterias u hongos, pero tras el proceso de cura, recuperarán su aspecto original.
Para el estudio de las características presentes en un queilograma, deberá, en primer lugar, tratarse de forma adecuada para proceder a su revelado y levantamiento. Para ello, y de forma similar al proceso con las huellas dactilares, podrán emplearse productos pulverulentos y hojas de trasplante.
Una vez se tenga la muestra a analizar, deberá atenderse al aspecto que presente, acudiendo para su análisis a la clasificación sugerida por Tsuchihashi: debe dividirse el queilograma en cuatro cuadrantes, distinguiéndose una parte lateral de cada labio. En ellos, se analizarán cada uno de los surcos que presente, clasificándolos, en base a su disposición y morfología, hasta en hasta seis tipos diferentes:
ISSN 2697-1984
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
Añadir nuevo comentario