Adán Arboledas Briceño - Lun, 29/11/2021 - 09:30
Imagen de un volcán en erupción.
Serie: 'Criminología en serie' (XI)
No es fácil imaginar una situación de pérdida de bienes inmuebles tan drástica e irreparable como la que están sufriendo los vecinos de la isla de La Palma. Un ciclón, una grave inundación e incluso una DANA, por ejemplo, tienen dos grandes bondades (en cuanto a los daños a la propiedad se refiere) a las que los habitantes de la Isla Bonita ni siquiera pueden acogerse: la primera, que cuando la catástrofe sucede pasa en un momento concreto, en un intervalo de tiempo no excesivamente dilatado que permite que el ciclo de la emergencia se cierre y comiencen las reparaciones, tanto materiales como psicológicas. La segunda, que dichas reparaciones son factibles ya que el terreno donde el desastre ha tenido lugar permite reiniciar una nueva vida que, aunque plagada de dificultades económicas y sociales, supone la promesa de un futuro que se puede levantar sobre los escombros.
Pero, ¿Qué sucede con el fenómeno volcánico, donde además de la desazón producida al contemplar como las coladas de lava destruyen tantos legados materiales durante meses, no hay perspectiva de reparación a medio plazo ni terreno sobre el que poder reconstruir lo perdido? Esta expropiación forzosa, sin autor imputable pero con múltiples víctimas—son ya más de 2.500 las viviendas destruidas a inicios de noviembre, sin contar la paralización económica y el lucro cesante de gran parte de los habitantes—, es difícilmente reparable incluso en términos económicos, tanto más a nivel mental. Pasará el tiempo y, una vez cesada la erupción, comenzarán a aflorar con más claridad las consecuencias psicológicas de lo vivido, sin perjuicio de otras de tipo físico, como las enfermedades respiratorias.
Así, es interesante traer a colación el estudio de Makwana (2019) sobre los efectos de los desastres naturales en la salud mental de los damnificados. En su revisión, este autor menciona como frecuentes la aparición de síntomas de ansiedad, así como estrés, angustia e incluso TEPT (Trastorno de Estrés Postraumático). Citando a Jenkins y Melzer (2012), Makwana incluye una interesante matización: aquellas víctimas que habían sufrido el desplazamiento forzoso a causa del desastre presentaron una mayor prevalencia de síntomas frecuentes en las enfermedades mencionadas, en este caso a través del estudio de los efectos del tsunami en el océano Índico del año 2004. No es de extrañar ya que, al igual que en La Palma, la ruptura de la cotidianidad y el paréntesis vital, unidos a la incertidumbre y a la extensa duración del suceso, perpetúan y pueden cronificar síntomas de patología mental que de otro modo serían, en el mejor de los casos, pasajeros.
Es evidente que la exposición física y la magnitud del desastre, así como la vivencia concreta de experimentar un daño físico, influyen en las secuelas psicológicas y en su grado de severidad, pero no por ello hay que pensar que, aunque las labores de evacuación en La Palma hayan sido exitosas y sin daños de tipo personal por la erupción, los efectos psíquicos no van a estar presentes como en las víctimas de otros grandes fenómenos adversos. En esta línea, Gissurardóttir et al. (2019) también encontraron síntomas de angustia mental, estrés y TEPT en aquellos afectados por la erupción del volcán Eyjafjallajökull (2010, Islandia), con una prevalencia mucho mayor en aquellas personas altamente expuestas a la erupción y sus efectos (a pesar de que esta, al igual que en La Palma, no causó víctimas mortales).
Por tanto, hay que tener en cuenta que el grado de exposición al desastre y la interferencia o interrupción sine die de la rutina diaria, son dos factores clave para aventurar que algunas o varias de las secuelas psicológicas de base (ansiedad, estrés o depresión, pero también TEPT) van a estar presentes en muchos de los vecinos de La Palma, ya que han padecido y siguen padeciendo estas dos casuísticas. En esta tesitura, y dado que la lava es imparable y el volcán caprichoso y persistente, no queda más que centrar los esfuerzos en lo más importante: las personas, las víctimas. Habrá que esperar a que las tan ansiadas ayudas gubernamentales lleguen de manera rápida y general a todos los afectados, y se materialicen de forma efectiva en nuevas viviendas y nuevas infraestructuras para permitir el reinicio de estos hogares latentes y, con ello, la esperanza de la paz mental para las palmeras y palmeros.
Lecturas recomendadas:
-Jenkins R, Meltzer H. The Mental Health Impacts of Disasters. Government Office of Science, UK. 2012
-Makwana N. Disaster and its impact on mental health: a narrative review. J. Fam. Med. Prim. Care. 2019
-Gissurardóttir ÓS, Hlodversdóttir H, Thordardóttir EB, Pétursdóttir G, Hauksdóttir A. Mental health effects following the eruption in Eyjafjallajökull volcano in Iceland: A population-based study. Scand J Public Health. 2019
ISSN 2697-1984
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
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