Ildefonso Álvarez Marín - Vie, 09/07/2021 - 08:36
Serie: 'Educación en la era digital' (LXXII).
El conflicto es simplemente una discrepancia entre intereses y es inherente a las personas de forma interna o bien en el marco de sus relaciones sociales. No es razonable pensar en una relación entre personas en la que no se produzca ningún conflicto.
Y, aunque en la mayoría de los casos se desarrollan en contextos poco agradables, al igual que las emociones, no son ni positivos ni negativos. Se trata de situaciones inevitables que pueden resultar útiles para la maduración personal si se dispone de técnicas de afrontamiento eficaces.
No obstante, hay personas que evitan los conflictos, bien por miedo, por su estilo de relación, por comodidad o por falta de habilidades para manejarlos. Esto se puede evitar implementando intervenciones desde la etapa de la educación infantil que incrementen la inteligencia emocional del alumnado, que fomenten estilos de relación asertivos y que enseñen estrategias para su resolución.
Dada la naturaleza emocional de los conflictos, el primer paso sería aprender a regular y expresar las propias emociones de forma ajustada a la situación y teniendo en cuenta su verdadera importancia. También resulta fundamental desarrollar en los niños y niñas habilidades sociales como la empatía. Aprender a sentir cómo se sienten los demás facilita comprender las causas por las que pueden sentirse molestos.
Por otro lado, la práctica en el aula de actividades que muestren a los estudiantes cómo desplegar un estilo de relación asertivo con el resto de las personas ayudará a que los posibles conflictos no lleguen a generarse o puedan resolverse más fácilmente.
Pero, dada su inevitabilidad, la enseñanza de técnicas de resolución de conflictos es primordial. En primer lugar, se ha de aprender a analizar el conflicto: de qué tipo de conflicto se trata, a qué personas involucra, cuándo y dónde se produce. En segundo lugar, se practicarán con el alumnado estrategias como la mediación o la negociación. En educación infantil, estas estrategias pueden ser tratadas en el aula mediante juegos que les ayuden a entenderlas y que, al mismo tiempo, les resulten divertidos.
Las habilidades para comunicarse con los compañeros y compañeras también resultan de mucha utilidad a la hora de resolver conflictos. Enseñar a los niños y niñas a escuchar activamente permitirá que sean capaces de ponerse en el lugar de otras personas y de comprender sus puntos de vista.
Por último, aplicar en el aula actividades basadas en el aprendizaje cooperativo favorecerá el respeto hacia el resto de los compañeros.
No debemos olvidar que, por ejemplo, las conductas de bullying y de ciberbullying que pueden aparecer en etapas posteriores generan conflictos o surgen a partir de estos, y que la habilidad para resolverlos puede disminuir la frecuencia y la gravedad de tales comportamientos e incluso llegar a eliminarlos.
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-5222
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