Carmen Viejo Díaz - Jue, 14/09/2023 - 09:53
Profesor en círculo con adolescentes alrededor de una mesa.
Serie: 'El reto del Profesor en Formación' (LX)
En el siempre dinámico campo de la educación surgen cuestionamientos de gran relevancia. ¿Hasta qué punto la evolución de la pedagogía ha influido en la capacidad de los profesores para adaptarse a las necesidades individuales de los estudiantes? ¿Cuál es el equilibrio adecuado entre transmitir conocimientos y desarrollar relaciones personales en el proceso de enseñanza? ¿Deberían los educadores priorizar la promoción de la autonomía en los adolescentes, incluso si eso significa permitir la duda y el cuestionamiento constante? ¿En qué medida los educadores deben adaptarse y cambiar sus roles de "profesor" a "entrenador" para maximizar el potencial de sus estudiantes?
La pedagogía está en constante evolución y eso nos empuja, como profesores, a repensar cómo enseñamos a nuestros estudiantes. Sabemos que los estudiantes están en un viaje para descubrir quiénes son, y como guías y educadores, es esencial adaptarnos a sus necesidades individuales.
Entender la importancia de conectarnos con cada alumno/a de manera personal se vuelve crucial. Esta conexión no solo enriquece su experiencia de aprendizaje, sino que también los prepara para tomar las riendas de su propio camino en el futuro.
Esto va más allá de simplemente transmitir conocimientos. Se trata de explorar las complejas relaciones humanas en el aula, donde la empatía, la atención y la adaptabilidad son fundamentales. Al hacerlo, abrimos un mundo de posibilidades para el crecimiento y desarrollo de cada estudiante. En este proceso, damos a los estudiantes la capacidad de discernir lo que es relevante para ellos y les permitimos dar forma a su aprendizaje de acuerdo con su propia identidad, lo que les ayuda a forjar su propio camino único.
La convergencia de diversos enfoques pedagógicos sinergia un paradigma educativo en constante evolución, que coloca al estudiante en el epicentro de su propio progreso y otorga una mayor preeminencia a la interacción entre profesor y alumno. En última instancia, inspirados por los preceptos de la psicopedagogía, cada nuevo método educativo debe ser aplicado con miras a optimizar el aprendizaje, espaciar la difusión de los contenidos a lo largo del tiempo, implementar los saberes en situaciones prácticas y evaluar los logros adquiridos.
Permitir la duda en adolescentes es un enfoque pedagógico que promoverá el desarrollo futuro de adultos autónomos, enriquecidos por sus años de estudio. En este entorno, los estudiantes ocupan un lugar central y deben ser considerados en el conjunto de su desarrollo: viven una suma de experiencias y emociones, se plantean multitud de preguntas y realizan innumerables encuentros durante este período de construcción de su identidad. Todo ello contribuye a hacer de cada viaje individual una oportunidad o un riesgo. De hecho, es el encuentro humano en sí mismo el que está en el centro de todas las posibilidades. Es en este espacio de interacción entre uno y otro, donde algo a veces escapa al orden de lo racional y precisamente donde "llega", donde nace, la confianza de este encuentro entre dos individuos. En efecto, en la relación de apoyo, el sentimiento de confianza debe estar presente en nuestra capacidad de vivir juntos lo que sucederá y de compartirlo o por el contrario rechazar este gesto de acercamiento.
Es por todo esto que el asunto de cambiar los enfoques de aprendizaje se ha vuelto un tema recurrente y ampliamente discutido en los sistemas de apoyo a los estudiantes ofrecidos por cientos de centros educativos. No obstante, el meollo del asunto radica en la actitud que cada educador adopta, una actitud que surge de manera natural a partir del vínculo indescriptible que se forma entre ellos y sus estudiantes. Cada vez más, se trata de una adaptación específica que requiere ser repensada, nacida de la elección individual de cada uno para adoptar la perspectiva convencional de un profesor o enriquecerla con la del rol de entrenador. Para el profesor-formador, cuando el anhelo de aprender y el deseo de enseñar se fusionan, conlleva a un despliegue del potencial, y de ahí pueden surgir logros sorprendentes.
Referencias:
Allington & Gabriel, (2012). Every child, every day.
Bryk, A. S., & Schneider, B. L. (2002). Trust in schools: A core resource for improvement. Russell Sage Foundation.
Darling-Hammond, L. (2017). Teacher education around the world: What can we learn from international practice? European Journal of Teacher Education, 40(3), 291-309.
Palmer, P. J. (1998). The Courage to Teach: Exploring the Inner Landscape of a Teacher's Life.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1859
Burgos, España
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