Carlos Gil - Mié, 13/12/2023 - 10:56
Mapa de América Latina.
Serie: 'Haciendo historia' (CIV)
Refiriéndose a Maquiavelo, Cid (2013) expresa lo siguiente:
“Nosotros creemos que la historia no se repite nunca, él piensa que se repite siempre” (p. 167).
Leer a Maquiavelo pudiera considerarse introducirse en el universo de los deseos y de las pasiones o, por decirlo de otra manera, en un mundo hermético atemporal. El anacronismo histórico, o “pecado de los pecados” del historiador como lo designaría, según Silva (2009), Lucien Febvre, remite a algo más tangible (incluyendo en dicho término sutilezas como el pensamiento) que no se corresponde con la época a la que se hace referencia. De esta manera, sin querer opacar la teoría del florentino, se recupera otro pensamiento, ahora de Eric Hobsbawm, para dar introducción al objetivo y motivación de este Trabajo de Fin de Grado:
“La crítica escéptica del anacronismo histórico posiblemente es hoy la principal forma en que los historiadores pueden demostrar su responsabilidad política” (s.f.; citado en Silva, 2009, p. 279).
Así pues, se ha intentado exponer un ejemplo, lo más claro posible como historiador, del uso del anacronismo en política. El resultado no ha sido perfecto, pero se intentará seguir para Máster.
Existe una especie de vacío académico sobre un asunto que, sin embargo, llenara en su día de ruido los medios de comunicación.
La espada de Simón Bolívar
Durante la toma de posesión de Gustavo Petro como presidente de Colombia, en agosto de 2022, adquiere relevancia la presencia de la espada de Simón Bolívar. Durante el acto, al circular dicho símbolo frente a los mandatarios internacionales, la mayoría de ellos se levanta a su paso como muestra de respeto, entre los pocos que no, el rey Felipe VI de España. Este hecho desemboca en un alud de noticias que inundan los medios de comunicación españoles; ¿es la espada un símbolo oficial? ¿estaba este acontecimiento marcado en el protocolo? A partir de dicho suceso se plantea la hipótesis de un anacronismo entre el significado de las luchas de Bolívar con la España de Fernando VII y la de Felipe VI. En este trabajo, por lo tanto, se intenta ir más allá del muy enunciado por qué no se levantará frente a un símbolo el rey Felipe VI de España.
En un primer epígrafe, que ocupa la mayor parte de la discusión, se hace un repaso de la historia académica de Bolívar, poniendo en contexto la vida del Libertador y efectuándose, posteriormente, un análisis de varios de sus textos y alocuciones más relevantes; durante toda esta parte del trabajo, se van puntualizando las características principales del prócer. Como curiosidad, Bolívar, por ejemplo, criollo mantuano, ocupaba un espacio entre ese 8 % de la población más favorecida del entonces Virreinato de la Nueva Granada (Herrera, 2001), además de comulgar, en su afinidad con el estado liberal o el modelo monárquico británico inglés, con afinidades tales como la del libre mercado internacional (Kalmanovitz, 2008).
Los bolivarianismos constituyen el segundo de los epígrafes. Por poner otro ejemplo, la doctrina al culto de Bolívar durante la dictadura de derechas y antisocialista del General Eleazar López Contreras, en Venezuela (Langue, 2017), demuestra cómo a lo largo de la historia el mito del libertador ha sido adaptado a tan diferentes idearios políticos. En este apartado del trabajo, por lo tanto, la discusión se debate entre la historia académica de Bolívar y las diferentes construcciones míticas de su persona, intentando conducir al lector hasta el bolivarianismo del actual presidente colombiano Gustavo Petro. Hoy en día, en el imaginario popular, parece residir con fuerza el mito de un Bolívar socialista.
Cuando hablando de mitos, en el tercero de los apartados, la discusión se basa, precisamente, en el acontecimiento simbólico que pudiera representar la espada de Bolívar en el acto de posesión de la presidencia colombiana de Gustavo Petro. Según el Diccionario del Espíritu de Trías (1996; citado en Solares, 2011, s.p.), más que hablar de símbolo resultaría interesante hablar de “acontecimiento simbólico”; entendido de esta manera, significaría, según el autor, una ruptura con el tiempo histórico, la aparición de lo inefable o la posibilidad, incluso, de la transfiguración de la experiencia. De hecho, la espada de Bolívar ya pudiera haber sido utilizada, en el pasado, para fines parecidos. Si se remonta tiempo atrás en la historia del nuevo presidente colombiano, se llega a movimientos guerrilleros donde, dicho símbolo en estudio ya fuera protagonista de otro acto de presentación. En 1974, el M-19, movimiento guerrillero urbano de izquierdas al que perteneció Gustavo Petro, roba la espada como colofón a una campaña publicitaria sin precedentes en la historia de las guerrillas colombianas.
El papel de Felipe VI
Ahora bien, ¿cuál podría haber sido el papel del monarca español durante el conflicto de agosto de 2022 para todo el ruido que se formara en los medios de comunicación? Por ende, este Trabajo de Fin de Grado incluye en la discusión el papel, tanto de la monarquía española, como del Estado español.
Si bien cabría comparar la relación del territorio latinoamericano con los diferentes monarcas españoles a lo largo del tiempo para valorar el papel de Fernando VII frente a Bolívar y el de Felipe VI frente a la Espada del Libertador, lo cierto es que la ostentación o no del poder por parte de estos pudiera descarrilar el mismo proceso de investigación. ¿Es la misma responsabilidad, al frente de un país, la de un monarca absolutista y de carácter fanático antiliberal como fuera Fernando VII (Saldaña, 2019) y la de Felipe VI, monarca parlamentario e idea semejante a la que un día Bolívar hubiera podido admirar en Inglaterra? Se podría hacer la misma pregunta acerca de la naturaleza de la propia España.
Según la polémica lanzada a través del ensayo de dos periodistas argentinos (Cecchini y Zicolillo, 2002; citados en Marcilhacy, 2016, pp. 168-169) en que se denuncia lo que consideran una década de rapiña en su país por parte de financieros y políticos españoles, se acusa a las multinacionales españolas de haberse convertido en los nuevos conquistadores dedicados a expoliar el continente de sus riquezas. Como puntualiza Marcilhacy (2016), en dichas manifestaciones pudieran existir cálculos políticos de diversa índole, pero no debiera restarse espacio a la consideración de la relación especial que siguen manteniendo España e Hispanoamérica en contextos como el de la globalización; de hecho, se subraya la persistencia en el horizonte americano de ciertos elementos rectores del imaginario español y de su cultura política. En este nuevo contexto, ya no se habla de los borbones, pudiéndose pasar a consideraciones como las de Vargas (2007), en las que se afirma cómo el Estado liberal nacional se ha convertido en un instrumento al servicio del capitalismo transnacional.
El anacronismo
¿Qué pensaría Bolívar de todo este libre mercado internacional? Pero esta pregunta, en sí misma, podría suponer un nuevo anacronismo. De hecho, esta fue una de las observaciones a la hora de mi defensa.
- Carlos, ¿estás seguro de no haber cometido anacronismo?
Estoy seguro de haberlo cometido. Concluyendo, la mayoría de las puntualizaciones hechas sobre la historia académica de Bolívar son, en mayor o menor medida, desvirtuadas por los diferentes tipos de bolivarianismos, cuando, de todas maneras, existe una idea principal sobre la que parece sustentarse toda la historia del prócer; “Unidad, unidad, unidad” (Bolívar, 1819, s.p.). Esta idea, esta pasión, ese deseo, parece inviolable, a lo largo del tiempo, en el mito. Cuando recuperando, por lo tanto, a Maquiavelo, la pasión del socialismo bolivariano se pudiera basar en el deseo de una América Latina unida frente a un enemigo exterior (Petro, 2022; citada en EFE, 2022, s.p.), pero ante un método científico que, al amparo de una serie de datos objetivos, parece demostrar que hacer renacer a Bolívar en el siglo XXI, sea de la manera que fuere, pudiera tratarse, siempre, de un anacronismo.
Gracias Ui1.
Listado de referencias
Bolívar, S. (1819). Discurso de Simón Bolívar ante el Congreso de Angostura.
EFE. (7 de agosto, 2022). Toma de posesión del presidente electo de Colombia, Gustavo Petro [Vídeo]. YouTube.
Herrera, M. (2001). Las divisiones político-administrativas del Virreinato de la Nueva Granada a finales del período colonial. Historia Crítica, (22), 76-98.
Kalmanovitz, S. (2008). Consecuencias económicas de la independencia en Colombia. Revista de Economía Institucional, 10(19), s.p.
Langue, F. (2017). Bolivarianismos de papel. Revista de Indias, 77(270), 357-378.
Marcilhacy, D. (2016). Las figuras de la «Raza». De la España Mayor a la Comunidad Iberoamericana, perspectivas (post)imperiales en el imaginario español. Historia y política: Ideas, procesos y movimientos sociales, (35), 145-174.
Silva, R. (2009). Del anacronismo en historia y en ciencias sociales. Historia Crítica, 1(39), 278–299.
Solares, B. (2011). Gilbert Durand, imagen y símbolo o hacia un nuevo espíritu antropológico. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, 56(211), s.p.
Vargas, J.G. (2007). Liberalismo, Neoliberalismo, Postneoliberalismo. Revista Mad, (17), 66-89.
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-398X
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