Diego Piay Augusto - Jue, 21/03/2024 - 10:30
Fotografía realizada durante la grabación del documental sobre Prisciliano en la ciudad de Ávila el día 26 de febrero de 2024. De izquierda a derecha: Diego Piay Augusto (asesor histórico); José Francisco Fabián García (arqueólogo territorial de Ávila); Aldán Delgado (encargado del montaje del documental); Aser Álvarez (director del documental). Fotografía: Diego Piay Augusto
Serie: 'El Reto del Profesor en Formación' (LXXIII)
Desde hace más de veinte años, la figura de Prisciliano de Ávila ha acaparado gran parte de mi atención como investigador de la antigüedad. He publicado dos monografías sobre su historia, una veintena de artículos y he participado en numerosos seminarios y congresos con ponencias que versaban sobre diferentes aspectos de su biografía o de su doctrina.
Prisciliano de Ávila fue un hispano, procedente de una familia aristocrática de la sociedad tardorromana. Nació alrededor del año 345 en un lugar ignoto (se han propuesto las provincias de la Bética, la Lusitania y la Gallaecia con diferentes argumentos). Su educación fue la de un hombre de su clase. Posiblemente estudió en Burdeos, uno de los centros de retórica más importante de todo el imperio allá por el siglo IV. Su formación fue clásica y, sin duda, adoraba a los dioses tradicionales del panteón romano. Es probable que tuviese una gran afición por la astrología, si bien en eso no se diferenciaba de otros hombres de su tiempo.
En algún momento de su vida, decidió convertirse al cristianismo. Desde tiempos del emperador Constantino, los cristianos dejaron de ser perseguidos, y su influencia en la corte imperial fue cada vez mayor. En ese contexto muchos aristócratas paganos comenzaron a convertirse a la nueva religión, con mayor o menor convicción (ser obispo entonces suponía a acceder a una serie de privilegios nada desdeñables).
Cuando Prisciliano se hizo cristiano, su carisma y su curiosidad hicieron de él un gran estudioso de la biblia. En torno a él se congregaban hombres y mujeres que se reunían en las ricas haciendas de los aristócratas hispanos tardorromanos. El progresivo crecimiento de su grupo empezó a preocupar a la iglesia ortodoxa que decidió convocar un Concilio en Zaragoza al que acudieron obispos aquitanos e hispanos. Corría el año 380. Prisciliano abogaba por un cristianismo evangélico, que huyese del mundo y de los bienes seculares y era un asceta. Su ideal era alcanzar una perfección espiritual que lo hiciese similar a Jesús.
No existe consenso sobre las resoluciones del Concilio de Zaragoza, pero lo cierto es que desde entonces la espiral de violencia entre Prisciliano y sus seguidores y los obispos ortodoxos se incrementó constantemente. Prisciliano fue nombrado obispo de Ávila para fortalezar su posición y, posteriormente, los enfrentamientos se sucedieron, hasta que Hidacio e Itacio, principales adversarios de Prisciliano, lograron que, a través de un rescripto imperial, los priscilianistas fueron expulsados de sus iglesias.
Entonces, Prisciliano y algunos de sus seguidores se dirigieron a Roma, para presentarse ante el Papa y demostrar su inocencia. Este rehusó recibirlos. Sobornando a un miembro de la administración imperial en Milán, Prisciliano logró que sus iglesias les fueran devueltas y regresaron a Hispania.
Fig. 1. Reconstrucción del viaje de los priscilianistas a Roma. Imagen: Diego Piay Augusto.
Los conflictos no cesaron. Todo cambió cuando, en el año 383, Magno Máximo, general que se hallaba en Britania, se sublevó con sus tropas, asesinó al emperador legítimo de la pars occidentis, Graciano, y se estableció en Tréveris. Entonces los adversarios de Prisciliano lograron que el emperador los convocase a un juicio en Burdeos y, posteriormente en Tréveris. Prisciliano fue sometido a tortura y, finalmente, confesó haber practicado la magia. Este delito estaba penado con la muerte, por lo que, en el año 385, fue decapitado junto a otros siete seguidores, entre los que se encontraba una mujer, Eucrocia.
Lejos de conseguir eliminar el movimiento, el priscilianismo se desarrolló todavía con más fuerza, y en el noroeste de Hispania, sobrevivió al menos hasta mediados del siglo VII. Sus restos fueron repatriados desde la «Roma del norte» a algún lugar ignoto de la Gallaecia (¿Santa Eulalia de Bóveda? ¿Quiroga? ¿Os Martores? ¿Ávila?¿Marialba? ¿Astorga? ¿Santiago de Compostela?) donde fueron venerados por sus infaustos seguidores. Sin duda, la caída del imperio romano de occidente y la creación del reino suevo en el año 411 favorecieron la perduración del priscilianismo durante casi 400 años después de la muerte de su líder.
Fig. 2. Detalle de la Porta Nigra de Tréveris. Fotografía: Diego Piay Augusto
Este breve resumen oculta muchísimos aspectos de interés que pueden ser estudiados a partir del análisis de la «tormenta priscilianista»: la importancia de las mujeres en el movimiento priscilianista; la corrupción en Roma; los viajes; el poder de los obispos; los procesos jurídicos en el mundo romano; las principales ciudades del imperio; la herejía; los evangelios apócrifos; las villas tardorromanas; el origen del cristianismo en la Gallaecia…
La importancia de Prisciliano explica la existencia de investigadores de todo el mundo que se han preocupado por el análisis de su biografía y de su doctrina. Desde Francia, Italia, Portugal, Alemania, EEUU, Inglaterra o España han surgido diferentes trabajos que han permitido ampliar el conocimiento que hoy en día se tiene sobre Prisciliano. De hecho, en el mundo académico ya nadie duda de que el que fuera obispo de Ávila fue ejecutado injustamente y de que fue un cristiano disidente y brillante que defendía un cristianismo más próximo a aquel conocido a través de los evangelios y de Pablo de Tarso.
No obstante, a pesar de esta «rehabilitación académica», es necesario divulgar la figura de Prisciliano para el público en general. ¿Cómo hacerlo? Evidentemente no a través de obras sin el rigor histórico necesario, que asocian con Prisciliano y el priscilianismo con todo tipo de prácticas y doctrinas ajenas al obispo de Ávila.
El motivo de esta entrada es mostrar mi satisfacción por la realización de un documental sobre la biografía de Prisciliano que se estrenará en primavera del presente año. Gracias a la colaboración entre la productora gallega Arraianos y el autor de este artículo, que actuará como asesor histórico, será posible ofrecer conocimiento histórico riguroso a la sociedad, y recuperar para la historia a una figura de gran importancia para el imperio de occidente. De hecho, el carácter disidente de Prisciliano, su defensa de la libertad individual y la importante presencia de las mujeres en su movimiento, son valores muy necesarios para el mundo actual, y sin los cuales puede entenderse Europa.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1859
Burgos, España
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