Claudio Moyano Arellano - Lun, 14/10/2024 - 10:38
Mujer escritora pensando. Imagen: Pixabay.com
Serie: 'El Reto del Profesor en Formación' (LXXVIII)
Hoy 14 de octubre se celebra el IX Día de las Escritoras, iniciativa promovida, entre otras organizaciones e instituciones, por la Biblioteca Nacional de España y la Federación Española de Mujeres Directivas y Ejecutivas Profesionales y Empresarias (FEDEPE). Este año, el eje temático es «La periferia de la periferia: mujeres que miraron al mundo rural», y su comisaria ha sido Ana Iris Simón, la periodista y autora de Feria, obra narrativa que se convirtió en un auténtico éxito editorial en 2020, donde denunciaba la precariedad en la que viven instalados los jóvenes españoles actuales, condenados a tener que embargar y suspender de forma constante sus proyectos de vida.
Esta iniciativa, que se celebró por vez primera el 15 de octubre de 2016, puede servir para reflexionar sobre un tema de capital importancia, no solo para el docente de Lengua Castellana y Literatura, sino para toda la sociedad en general: el canon literario, concepto que puede definirse, de forma sencilla, como «lista o elenco de obras consideradas valiosas y dignas por ello de ser estudiadas y comentadas» (Sullá, 1998: 12). Si tuviera que recorrerse la esencia de Occidente a través de sus libros, si hubiera que escoger aquellos textos que han construido el acervo cultural que subyace a nuestras sociedades actuales y a nuestro entendimiento sobre el mundo, ¿qué obras escogeríamos?
No es otro afán el que guía a Harold Bloom (2005) cuando, ante el empuje multiculturalista que se está produciendo en los planes de Literatura de las universidades estadounidenses ―lo que, según él, supondría la balcanización de los estudios literarios―, escoge a veintiséis autores que encarnan, siempre según su criterio, aquellos valores estéticos trascendentes que definen el propio concepto de literatura. Obviamente, la obra levantó una enorme polémica por diversos motivos: fue tachada de conservadora, europeísta ―marcadamente anglófona―, monolítica, y, en cierto modo, machista, pues dentro de la nómina solo se incluían cuatro mujeres ―Jane Austen, George Eliot, Virginia Woolf y Emily Dickinson ―.
Más allá de todas las réplicas que pueden efectuarse a la propuesta de Bloom, y que en nuestro país sintetizó con acierto Iris M. Zavala (1996), cabe realizarse la siguiente pregunta, que motiva la escritura de este artículo: ¿están las mujeres suficientemente representadas dentro del canon literario actual?
La respuesta evidente que extrae cualquiera que se asome a los libros de texto, no solo de Lengua Castellana y Literatura sino también de las demás asignaturas de la ESO y Bachillerato, es negativa. En este sentido apuntaba con claridad el trabajo de Ana López-Navajas (2014) en el que, tras constatar la sólida presencia de mujeres en la historia, analizaba más de cien libros de texto de asignaturas ofertadas en la ESO, demostrando cómo las referencias a mujeres representaban únicamente un 12,8%. Evidentemente, la aportación femenina, tanto en el terreno humanístico como en el científico, está infrarrepresentada dentro de los materiales escolares.
Ciñéndonos al canon literario y a los textos que se manejan dentro de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura, es evidente que aún queda mucho por hacer para conseguir una presencia femenina consistente en la historia de la literatura en español, no de manera impuesta, sino porque efectivamente ellas también construyeron dicha historia. No se trata de dejar de estudiar los grandes nombres de varones que se erigen como faros de nuestra tradición literaria, sino de estudiarlas a ellas también, de visualizarlas, en sintonía con sus homólogos varones ―y no como una nota a pie de página de la historia―, porque muchas de las veces compartieron los mismos espacios, ganaron los mismos premios y fueron publicadas por las mismas editoriales.
En este sentido, hay dos momentos de gran importancia en la historia de la literatura española. Uno de ellos es la Generación del 27, y su íntima relación con las «Sinsombrero», nombre que nace del famoso proyecto impulsado por Tánia Ballò ―primero, en un documental de 2015 y, después, a través de un ensayo de 2016― con el que se hace referencia a las mujeres que desarrollaron una importante labor intelectual y artística en la época, y que trabajaron juntamente con los grandes escritores de la época. La nómina no es pequeña, y tampoco se limita a la literatura: Josefina de la Torre, María Teresa León, Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín, Concha Méndez, pero también las pintoras Maruja Mallo y Margarita Manso, la filósofa María Zambrano, entre otras.
El otro momento importante que merece señalarse es la llamada «Generación del 50», que estuvo también protagonizada por el quehacer literario de mujeres de enorme calidad y mérito, que, como se decía antes, aun compartiendo espacios y premios con sus compañeros varones, todavía no ocupan el puesto que les corresponde en el canon literario. Hablamos de Carmen Laforet, de Ana María Matute, de Carmen Martín Gaite, de Carmen Kurtz, de Dolores Medio, de Elena Quiroga, entre otras integrantes de una significativa nómina que dio a conocer de forma sistemática Raquel Conde Peñalosa en su estudio La novela femenina de posguerra (1940-1960).
A pesar de todo el camino que aún queda por recorrer, no es menos verdad que, afortunadamente, hay un evidente interés por revertir esta situación. Al citado proyecto de Tánia Ballò se suma un numero enorme de publicaciones, seminarios y congresos que tratan de colocar en el lugar que corresponde la producción literaria de estas mujeres, sin las que será imposible alcanzar una óptica completa de la literatura, si bien tampoco hay que olvidarse de todas aquellas a las que se les negó poder escribir, como apunta Ana Iris Simón en su manifiesto (2024).
En conclusión, debe continuarse esta labor de rescate, que comienza en las aulas, para terminar con todo prejuicio que, en último término, falsee la verdadera historia de nuestra literatura.
Bibliografía
Balló, T. (2016). Las Sinsombrero. Sin ellas, la historia no está completa. Espasa.
Bloom, H. (2005) El canon occidental. La escuela y los libros de todas las épocas. Anagrama.
Conde Peñalosa, R. (2004). La novela femenina de posguerra (1940-1960). Pliegos.
López-Navajas, A. (2014). Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales de la ESO: una genealogía de conocimiento ocultada. Revista de Educación, 363 (12), 282-308.
Simón, A. I. (2024), Prólogo, en La periferia de la periferia: mujeres que miraron al mundo rural (Antología de textos).
Sullá, E. (1998). El canon literario. Arco/Libros.
Zavala, I. M. (1996). El canon y Harold Bloom. Quimera: Revista de Literatura, 145, 49-54.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1859
Burgos, España
Añadir nuevo comentario