Ascensión Doñate Martínez - Lun, 17/07/2023 - 10:52
Metáfora de neurociencia.
Serie: 'Neurociencia Educativa' (XLVI)
Cuando estudiaba Psicología me fascinaba el rol de una región cerebral poco conocida (entre personas ajenas al ámbito de la neurociencia) o de la que poco se habla; esta región se denomina cuerpo calloso. Esta estructura conecta y hace de puente entre los dos hemisferios cerebrales (izquierdo y derecho), de manera que su función principal es mantenerlos conectados de manera activa y eficiente.
Su desarrollo suele comenzar a partir de la décima semana de embarazo y su maduración se mantiene durante el resto del periodo de gestación, pero también tras el nacimiento y hasta la adolescencia. El cuerpo calloso estaría formado aproximadamente por entre 180-200 millones de axones que integrarían información de distinta índole, como es de tipo motor, sensorial y cognitiva.
Con una prevalencia de entre el 0,3% - 0,5% de la población general y el 2,3% de las personas con discapacidad, se encuentran malformaciones del cuerpo calloso, la cual puede ser completa o parcial y se trata de un defecto congénito. Algunos de los síntomas que se asocian con estas alteraciones pueden ser desde crisis epilépticas, alteraciones del sueño, retraso en el desarrollo, falta de autoconciencia, déficits sensoriales, hiperactividad, alteraciones en el desarrollo del lenguaje o conductuales.
Cuerpo calloso. Image: Life Sciences Database/Wikimedia
Estos ejemplos de sintomatología nos pueden recordar a los que padecen aquellas personas con un diagnóstico de trastorno del neurodesarrollo y no es de extrañar, pues se ha comprobado que niños con, por ejemplo, TDAH y TEA presentan alteraciones en su cuerpo calloso. La presencia de TDAH se relaciona con una alteración en las vías dopaminérgicas y noradrenérgicas, de manera que la producción de estos neurotransmisores suele ser insuficiente en niños o adultos con este tipo de diagnóstico. No obstante, también existe evidencia a través de estudios anatómicos de que el volumen del cuerpo calloso en estos casos suele ser menor en comparación a población sin este diagnóstico. Asimismo, se ha observado que el cuerpo calloso presenta alteraciones no solo a nivel macroestructural, sino también a nivel microestructural, lo cual refuerza aún más la patofisiología del TDAH en relación al déficit atencional. Igualmente, es importante destacar que esta sintomatología se mantiene a lo largo de todo el ciclo vital dado que no solo se deriva de alteraciones neuroquímicas – las cuales se pueden abordar con fármacos destinados a aumentar la dopamina y/o noradrenalina -, sino que provienen de alteraciones en la estructura cerebral.
Todo ello, quizás, puede ayudar a que los docentes, padres y terapeutas entiendan mejor y puedan empatizar con los niños que presenten TDAH. En muchas ocasiones se suele pensar que se ‘comportan mal’ para llamar la atención o por falta de disciplina, pero el motivo de su conducta va mucho más allá de una elección.
Referencias:
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National Center for Advancing Translational Sciences (s.f.). Agenesia del cuerpo calloso.
Editor: Universidad Isabel I.
ISSN 2697-0481
Burgos, España.
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