Marcos Terradillos - Mar, 04/10/2022 - 13:54
Carátula con la que se ha anunciado el Premio Nobel de Medicina 2022 para Svante Pääbo.
Serie: 'Un Viaje por la Ciencia' (XXXIII)
Esta semana nos hemos emocionado cuando hemos conocido que el Premio Nobel de Medicina será concedido al genetista Svante Pääbo por secuenciar el genoma de los neandertales y con ello ayudarnos, no sólo a conocer a estos parientes tan cercanos que tenemos, sino también para comprendernos a nosotros mismos, a los humanos modernos, a los homo sapiens. Es la primera ocasión en que este ámbito científico relacionado con la evolución humana y la prehistoria es reconocido con el Nobel, algo que esta rama del conocimiento merecía desde hace tiempo.
Svante Pääbo, que ya fue reconocido con el premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2018, es un visionario y un perseverante que siempre aposto por la posibilidad real de secuenciar genomas antiguos, muy antiguos. Es el director del proyecto que finalmente consiguió la secuenciación completa del genoma del neandertal (Green et al., 2010; Prüfer et al., 2014) y con ello abrió “infinitas posibilidades” para la investigación de la evolución humana. Gracias a esta secuenciación en los últimos 12 años hemos ampliado más nuestros conocimientos sobre evolución humana que en los 150 años precedentes.
¿Qué nos permite conocer esta secuenciación del genoma neandertal?
Este estudio ha permitido conocer mucho mejor a los neandertales y a nosotros mismos. Por ejemplo, se han podido inferir nuevas relaciones filogenéticas entre diferentes especies, la predisposición a adquirir diferentes patologías, saber la importancia de la endogamia en los grupos neandertales y como esta pudo ser una de las causas de su “desaparición”. También nos informa de la necesidad de replantearnos el concepto de especie.
Pero uno de los campos de estudio más apasionantes ha sido el de la relación biológica entre los neandertales y nosotros mismos. Se identificó una cierta mezcla de genes entre neandertales y Homo sapiens. De esta forma, algunos componentes del genoma del neandertal permanecen en el nuestro. Esto nos informa de varios temas muy relevantes: los neandertales no han desaparecido, sino que “viven dentro” de nosotros. Así que hubo un contacto muy estrecho entre estas dos especies humanas, lo que nos sugiere una relación no solo biológica, sino también social y cultural.
El Equipo de Investigación de Atapuerca es uno de los partícipes de esta gran aventura científica, ya que en 2014 se publicó el ADN mitocondrial humano más antiguo (Meyer et al., 2014) y en 2016 el ADN nuclear humano más antiguo (Meyer et al., 2016); ambos en la Sima de los Huesos (Sierra de Atapuerca).
Esta disciplina está abriendo muchas puertas en el estudio de las especies humanas extintas. Una de ellas es extraer ADN directamente del sedimento, sin necesidad de contar con restos óseos humanos. Esto ya se ha conseguido en Denisova (Siberia) y en la Galería de las Estatuas (Sierra de Atapuerca) (Vernot et al., 2021).
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1808
Burgos, España
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