Rubén Tino Ramos - Mié, 18/05/2022 - 11:00
Planificación del proyecto para evitar errores.
Serie: 'A Global Outlook for a Project Managers' (IX)
La capacidad de razonar es lo que diferencia a los seres humanos de otros animales, dotándoles del privilegio necesario para volverse la especie dominante sobre Tierra. La observación, la experimentación y un razonamiento correcto son las bases del conocimiento, que mejoró tanto la calidad de vida de los seres y los pueblos.
Es necesario, por tanto, prestar una especial atención a los procesos que nos llevan a tomar una decisión u otra, para no caer en las trampas y errores a los que nuestra misma mente nos puede llevar.
Esta necesidad de razonar correctamente cobra aún más sentido, si cabe, en la disciplina de la Dirección de Proyectos dada la gran cantidad y heterogeneidad de información que se maneja. Por ello, vamos a ver los errores de razonamiento más comunes que cometemos durante la toma de decisiones, cuando analizamos unas premisas para llegar a una conclusión.
Pero ¿Qué es una premisa? ¿Qué es una conclusión? El proceso para analizar la validez de las premisas que llevan a una conclusión (en definitiva, un argumento), en general, no es tan simple. Algunos reflejos y una determinada habilidad mental, adquirida con la práctica sumados a una manera de pensar estrictamente lógica, son necesarios.
Como ejemplo, considera este argumento: Cuando llueve el cielo está nublado. Actualmente llueve. Así pues, el cielo está nublado. Como vemos, tenemos una primera premisa: “Cuando llueve el cielo está nublado”, una segunda “Llueve” y una conclusión: “El cielo está nublado.” El razonamiento es correcto, pero no siempre es así.
Para discernir cuando lo es y cuando no tenemos a nuestro alcance el estudio de los errores de lógica, algunos son fáciles de reconocer, mientras que otros son más sutiles y, por ende, más difíciles de descubrir. Debemos conocerlos, para evitarlos.
Errores de planificación y gestión de proyectos.
Es típico en la planificación y gestión de proyectos intentar evitar los típicos errores que de forma más o menos recurrentes se comenten por el director del proyecto: mala planificación por no tener suficiente información, falta de experiencia concreta o cualquier otro motivo; no definir el alcance de forma concreta; no gestionar adecuadamente los grupos de interés del proyecto, o el equipo de proyecto, o a cada una de las personas que lo conforma; no realizar una comunicación efectiva, ágil y de calidad; no realizar un adecuado seguimiento y control del proyecto; no efectuar las validaciones necesarias antes de las entregas parciales o la final; no considerar o no gestionar los riesgos asociados; o no gestionar adecuadamente los cambios, retrasos en plazos o los sobrecostes que se produzcan durante el desarrollo del proyecto.
Errores de Razonamiento
Pero como decíamos estos errores se suelen cometer debido a una toma errónea de decisiones en base a la información de que dispone el director del proyecto. Así, nos encontramos a menudo en situaciones en las cuales tenemos que decidir entre uno o varios argumentos. Pero ¿Cómo se puede decidir si un argumento es correcto? Cuando nos enfrentamos a varios argumentos, ¿Cómo podemos decidir cuál es el mejor finalmente o cuál es el más probable? ¿Cómo se puede conocer si un argumento es erróneo?
Imagen de persona con venda en los ojos.
Para ello, necesitaremos someter nuestras conclusiones a una serie de pruebas buscando, al igual que Hércules cuando realizó sus doce pruebas, la liberación, el conocimiento y la verdad. Para ello, debemos comprobar que no hemos caído en ninguno de los típicos errores que un mal uso de la lógica nos puede llevar a cometer. Veámoslos.
El argumento de la Ignorancia (Argumentum ad Ignoratiam).
Este error se comete cuando se piensa que, porque algo no está probado que sea falso, es necesariamente verdadero.
Ejemplos: nadie ha demostrado que los fantasmas no existan, luego existen. Como nadie ha probado que los ovnis no existen, existen. Nadie ha localizado vida en otros planetas, así que no la hay. O el contrario: no se ha demostrado que los extraterrestres existan, luego no existen.
Como se puede comprobar, aquí la conclusión no se basa en el conocimiento, sino en la falta de este, por lo que lo que se está haciendo es trasladar la carga de la prueba de forma artificial.
Eludir la carga de la prueba.
La carga de la prueba se refiere a que quien sostiene una conclusión, debe proporcionar las pruebas que la demuestran. De esta forma, cuando no se dan las pruebas y razones que fundamentan una conclusión, se está eludiendo la carga de la prueba. Este error se suele complementar con la denominada 'prueba diabólica', de tal forma que no solo no se dan pruebas, sino que se pide al contrario que sea el quien aporte las suyas, haciendo pasar por ciertas sus aseveraciones caso de no hacerlo. Este error se comente cuando se pide que se demuestre que algo no existe o que no ha ocurrido y una prueba diabólica sería pedir a uno de nuestros colaboradores que demuestre que algo no ha sucedido, por ejemplo, que nos den garantías de que a ningún equipo más se le ha ocurrido la solución que vamos a dar al proyecto, o que nos demuestren que los extraterrestres no existen.
Este error, que como vemos tiene cierta similitud con el argumento de la ignorancia, se soluciona haciendo que sea la persona que propone la conclusión la que proporcione la prueba que la apoye. La otra persona no tiene que explicar ninguna cosa.
Falacia de las medias verdades.
Sucede cuando se utilizan solo los argumentos a favor de una conclusión y se ocultan los que están en contra. Sucede por ejemplo cuando con nuestro equipo evaluamos una solución en un proyecto de comunicaciones, por ejemplo, y concluimos, por ejemplo, que beneficia a la mitad de la población afectada, sin mencionar que perjudica a la otra mitad. La solución pasa por analizar completamente todos los argumentos, tanto los que están a favor, como los que están en contra.
Esta falacia actualmente está muy de moda, como lo demuestra la gran cantidad de fake news con las que nos desayunamos todos los días y que no son otra cosa que verdades a medias, … o medias mentiras.
La persona ante dudas e interrogantes.
La Falsa Analogía.
A veces, para sacar una conclusión se utiliza la analogía, que no es otra cosa que utilizar dos cosas parecidas, con propiedades comunes entre sí, para inferir otras similitudes entre ellas. Así, decimos que, si A es parecido a B y A tiene una característica C, entonces B también tiene esa característica C. Por ejemplo: los ordenadores portátiles tienen un procesador y los teléfonos móviles también, por lo que son similares, de tal forma que como con un ordenador puedo realizar cálculos, con un teléfono móvil también.
El problema deviene cuando las cosas comparadas no son comparables en su importancia, en su significado o su alcance. Por ejemplo, como un ordenador funciona con electricidad y una tostadora también, entonces como con el ordenador puede resolver cálculos, la tostadora también los resuelve.
Y es que ejemplos y variantes de falsa analogía hay muchos. Así, por ejemplo: Si se acepta un certificado de un vendedor que certifica que alguien compró una bicicleta, entonces se debe aceptar que un certificado firmado por un testigo de que vio un OVNI es una prueba de que los extraterrestres no solo existen, sino de que incluso han venido a la tierra.
En este caso, por tanto, la construcción lógica no proporciona una prueba de que la conclusión es correcta, sino que es necesario tener en cuenta algo más que la forma de la analogía para determinar si es verdadera o falsa. Hay que examinar cuidadosamente el contenido de las premisas y de la conclusión.
El Falso Dilema o bifurcación.
En ocasiones se nos proponen dos únicas soluciones, aunque ciertamente hay más. Este dilema es muy habitual, por ejemplo, cuando se trata de dar una explicación sobre algo. Ejemplos claros de falsos dilemas son: El jefe no ha llegado por lo que o ha tenido un accidente o se ha quedado dormido; la gente o es buena o es mala; O desarrollamos la economía o protegemos la naturaleza. O estás conmigo o estás contra mí. O eres ateo o rezas antes de comer. Si no es parte de la solución es porque es parte del problema.
En esta falacia se consideran únicamente las dos posiciones más extremas, dándose a elegir únicamente una de las dos. Para desactivarla basta con encontrar otra opción posible además de las ofrecidas.
El equívoco de la Contradicción.
El equívoco de la contradicción se utiliza cuando una afirmación se apoya en premisas contradictorias y/o contrarias. Sirva como ejemplo lo argumentado por los forofos de Expediente X y de Cuarto Milenio, cuando afirman que las naves espaciales son resultantes de una tecnología tan avanzada que son invisibles para los radares, pero al mismo tiempo utilizan como prueba de su existencia la detección por radar de estos Ovnis. O metidos en tecnología, cuando se dice que los fantasmas son invisibles a simple vista, pero puede hacérsele una fotografía con una cámara de fotos óptica.
También entra en este grupo el triple empate del equívoco hablando en términos baloncestísticos: Juan es mayor que Pedro, pero Pedro es mayor que Manuel mientras que Manuel es mayor que Juan.
El Argumento de Autoridad o Magister Dixit.
En este caso el error se comete al suponer que una cosa es verdadera porque una autoridad lo dice.
Hay ejemplo de grandes errores, hoy superados, que fueron cometidos por personajes conocidos y verdaderas autoridades en su campo. Ejemplos claros son los que cometieron, por ejemplo, Isaac Newton, que creía aún en la alquimia – llegó a escribir la receta para preparar el mercurio sófico, que disuelve el oro y permite al metal precioso vegetar y madurar hasta convertirse en piedra filosofal y Albert Einstein, que sostuvo la hipótesis de que el universo estático e inmutable y no creía en el indeterminismo de la mecánica cuántica.
El error aquí consiste en suponer que algo es cierto sin otra razón que la de que una autoridad lo sostiene, pero lo cierto es que al final, solamente los argumentos cuentan. Una autoridad puede confundirse igualmente.
En auxilio del argumento de la autoridad tenemos la denominada llamada a la humildad, que consiste en hacer valer el argumento de autoridad solo porque el que le contradice no es importante. Un ejemplo claro sería: El terremoto de ayer no ocasión daños a las infraestructuras. Lo dice un diario de tirada nacional, no cualquiera. (Y debemos de creerlo, aunque no se haya hecho aún ningún estudio técnico). El producto X es bueno, lo dice la tele (y no cualquiera).
Argumentum ad Lazarum.
También existe el contrario al argumento de la autoridad. Es el denominado Argumentum ad Lazarum, por el cual se considera cierto lo que diga una persona humilde, por considerarlo más virtuoso e inocente. Así, se afirma que “Soy humilde, y por lo tanto, honrado”.
Otro claro ejemplo de esta apelación a la pobreza podría ser en una negociación laboral entre empresarios y trabajadores, en la que se quiera imponer la idea de que solo los trabajadores proponen medidas aceptables para ellos y hay que darles la razón, desechando así que los empresarios puedan proponer medidas razonables para los trabajadores.
Fake news.
Non sequitur.
Cuando a partir de premisas que no se conectan lógicamente entre ellas se saca una conclusión estamos cayendo en este tipo de error de razonamiento.
Claro ejemplo de este tipo de falacia, en el que la conclusión no se sigue necesariamente de las premisas propuestas, son los siguientes:
- La gente vio luces en el cielo que no pudieron identificar, lo que prueba la existencia de los extraterrestres (Porque evidentemente no cabe ninguna otra explicación).
- Esto es un pescado, luego viene del mar (Porque no existen peces en los ríos).
- Como eres italiano, te gusta la pizza (Es obligado, al nacer en Italia).
La Generalización Abusiva
Este error sucede cuando analizamos hechos aislados o tenemos pocas evidencias, en definitiva, cuando el tamaño de la muestra es demasiado pequeño, y sacamos una conclusión general.
En definitiva, pensamos que como una muestra A de un conjunto B es verdadera, entonces B es verdadero. Por ejemplo, como una canción de un disco es buena, todas las canciones del disco son buenas; o cuando fui a Francia un francés me robó, así que todos los franceses son unos ladrones; o Hitler era vegetariano, luego… no debería ser vegetariano.
En definitiva, para evitar este error es necesario no generalizar de forma apresurada y estudiar bien todo el conjunto antes de sacar una conclusión que pudiera ser errónea.
El sesgo de la selección.
En este caso, lo que se hace directamente es estudiar solo la muestra que interesa, de tal forma que se enumeran solo las cuestiones favorables, es decir, se cuentan los éxitos, pero no los fracasos. Esto es muy habitual, por ejemplo, al evaluar el rendimiento de nuestro equipo favorito o haciendo de esta forma un mal uso de las estadísticas.
Este error es muy común, porque tendemos inconscientemente, por una cuestión de autoestima, a utilizar las premisas que apoyan nuestras ideas y conclusiones, desechando las que no lo hacen. Así, al estudiar un proyecto o un producto se tiende a hacerlo con ideas ya preconcebidas, sesgos, a fin de cuentas, que laminan la objetividad. Para remediarlo es necesario cambiar de actitud, hacer autocrítica y cuestionarnos a nosotros mismos, introduciendo todas las variables que afectan a nuestras conclusiones, tanto las positivas, como las negativas.
El Ataque “ad hominem”.
Aquí, lo que se hace es atacar a la persona, en vez de evaluar sus argumentos:
- Vd. no tiene preparación para entenderlo, por lo que no vale la pena contestarle.
- Los ecologistas siempre exageran, por lo que no vale la pena oír sus argumentos.
- Tú no sabes de futbol.
- Como a ti no te afecta ¡qué sabrás!
- Nietzsche estaba loco, por lo que su filosofía está equivocada.
- Es mentira, porque es un mentiroso. Alguien que viste tan mal no puede tener la razón.
Para salir de este tipo de error es necesario evaluar los razonamientos dados, independientemente de quién los aporte.
Para conocer más errores, sigue el blog: Los 25 errores de razonamiento (y II).
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2697-2077
Burgos, España
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