Domingo Jiménez Lorente - Lun, 03/07/2023 - 09:58
Hombre sufriendo tecnoestrés.
Serie: 'El ABC de la Psicología' (XXII)
El estrés laboral, esa percepción del trabajador de desequilibrio entre las demandas y su capacidad de hacerle frente, es uno de los riesgos psicosociales más conocidos y temidos en el mundo laboral. El que quizás no es tan conocido, pese a ser una variante del anterior, es el denominado tecnoestrés (Tacy, 2016).
Pese a las innumerables ventajas que han traído la invención y popularización de aparatos como los ordenadores o los smartphones o de tecnologías como internet, la incesante evolución tecnológica también tiene efectos colaterales, y el tecnoestrés es uno de ellos (Tacy, 2016). En las próximas líneas vamos a acercar al lector a este riesgo psicosocial emergente a través de su conceptualización, sus causas y consecuencias o diversas estrategias de prevención e intervención.
¿Qué es el tecnoestrés?
Este término se acuñó tan sólo tres años después de aparecer la primera serie de ordenadores de uso personal para describir un nuevo trastorno adaptativo que aparecía como consecuencia del “uso no saludable del ordenador” (Brod, 1984). Autores posteriores, como Weil y Rosen (1997), lo definen como la incapacidad para adaptarse a los requerimientos necesarios para poder utilizar una determinada tecnología, acompañada de actitudes negativas hacia ésta. Por tanto, el tecnoestrés es el estado de malestar que se experimenta ante el uso de una determinada tecnología y que puede suponer un problema tanto para el profesional como para el empleador.
¿Existen varios tipos?
Se distinguen tres formas principales de tecnoestrés (Chiappetta, 2017; Tacy, 2016).
La tecnoansiedad, el miedo a utilizar cualquier tipo de herramienta tecnológica, desde una tablet o un ordenador hasta un sistema de pesaje automático industrial, y que le provoca un malestar significativo al trabajador, es la más conocida. El miedo a perder el empleo a consecuencia de la automatización, a cometer errores durante su uso o, simplemente, no saber utilizar dicha herramienta están detrás de este tipo de ansiedad. En los casos más graves puede llegar a producirse la tecnofobia, esto es, un miedo irracional a dicha tecnología y un sufrimiento tan intenso que puede impedir o dificultar enormemente el desempeño de la tarea al empleado afectado.
La tecnofatiga se define como el agotamiento físico y mental a consecuencia del uso de una herramienta tecnológica. Su origen radica en una combinación de uso intensivo y prolongado de dicha tecnología, sin descansar lo suficiente y/o por la sobrecarga informativa (cuando la cantidad de información a la que se expone el trabajador excede su capacidad de procesamiento).
La tecnoadicción es un tipo de adicción, normalmente a las tecnologías informáticas y comunicativas (las conocidas como TICs). Las personas afectadas por esta problemática realizan un uso incontrolable e intensivo de este tipo de herramientas, en varios contextos (además del laboral), y pueden verse alterados por hechos como no disponer de la tecnología más puntera o una conexión a internet de alta velocidad.
¿A quién afecta?
Este problema puede afectar a profesionales de sectores tan dispares como la educación (Efilti, y Çoklar, 2019), la medicina (Stadin et al., 2020), la industria turística (Högber, 2021) o el sector de la aviación (Alam, 2016), por citar algunos ejemplos. Si bien y, tal como cabría esperar, la tecnoansiedad y la tecnofobia afecta mayoritariamente a los más mayores (La Torre, 2020), mientras que la tecnofatiga y la tecnoadicción presenta mayor prevalencia entre los más jóvenes (Haug et al., 2015).
¿Qué consecuencias tiene?
Entre las consecuencias del tecnoestrés se hallan las que afectan a la salud del trabajador. A nivel físico se pueden producir, entre otros síntomas, cefaleas, náuseas y otras alteraciones digestivas, alteraciones en el sistema cardiovascular (tales como un aumento de la frecuencia cardiaca), alteraciones en la visión o a nivel musculoesquelético (por ejemplo, lumbalgia) (Ioannou et al., 2022).
A nivel psicológico, además de la ansiedad, el agotamiento o la conducta adictiva, el profesional puede manifestar baja satisfacción laboral, percepción de inseguridad laboral, nerviosismo, problemas de concentración o alteraciones del sueño. A nivel social, se podría producir un aislamiento social (Ioannou et al., 2022).
Asimismo, las organizaciones podrían verse afectadas por cuestiones derivadas del mayor riesgo de siniestrabilidad laboral, la disminución de la productividad o el absentismo laboral del empleado por tecnoestrés (Alam, 2016).
¿Se puede prevenir e intervenir?
Por suerte, cada vez contamos con más evidencia científica para entender, prevenir y manejar este fenómeno (Ioannou et al., 2022).
Una muestra de ello es un reciente enfoque de prevención y manejo del tecnoestrés basado en la psicología positiva y que, como recoge Brivio et al. (2018), está obteniendo muy buenos resultados. Nos referimos a la denominada Tecnología Positiva, una perspectiva de intervención que pretende mejorar el bienestar y la satisfacción de la persona apoyándose precisamente en herramientas tecnológicas. Se centra en tres áreas: la hedónica (uso de la tecnología para suscitar experiencias agradables), la eudaimonía (apoyo en herramientas tecnológicas para facilitar la autorrealización de la persona) y la social (aprovechar la tecnología para mejorar las relaciones sociales).
Otra de las intervenciones que están acumulando evidencia son las Terapias de Tercera Generación, como es el caso del Mindfulness (Ioannou et al., 2022).
En conclusión, la evolución tecnológica ha supuesto grandes avances en diversos ámbitos de la humanidad, a la par que han surgido nuevos problemas, como el tecnoestrés. Quizás, en un futuro no tan lejano, sea la propia inteligencia artificial la que nos ayude a prevenir o minimizar las consecuencias de la tecnología o la que investigue y dé una respuesta, a esa pregunta con la que comenzamos: ¿Es el tecnoestrés el riesgo psicosocial del siglo XXI?
Referencias
Alam, M. A. (2016). Techno-stress and productivity: Survey evidence from the aviation industry. Journal of Air Transport Management, 50(3), 62-70.
Brivio, E., Gaudioso, F., Vergine, I., Mirizzi, C. R., Reina, C., Stellari, A., y Galimberti, C. (2018). Preventing technostress through positive technology. Frontiers in psychology, 9(1), 25-69.
Brod, C. (1984). Technostress: the human cost of the computer revolution. Addison- Wesley.
Chiappetta, M. (2017). The Technostress: definition, symptoms and risk prevention. Senses and Sciences, 4(1), 358-361.
Efilti, E., y Çoklar, A. N. (2019). Teachers' technostress levels as an indicator of their psychological capital levels. Universal Journal of Educational Research, 7(2), 413-421.
Haug, S., Castro, R. P., Kwon, M., Filler, A., Kowatsch, T., y Schaub, M. P. (2015). Smartphone use and smartphone addiction among young people in Switzerland. Journal of Behavioral Addictions, 4(4), 299-307.
Högberg, K. (2021). Technostress Among Hotel Employees - A longitudinal study of social media as digital service encounters. En: W. Wörndl, C. Koo y J. L. Stienmetz (eds.), Information and Communication Technologies in Tourism 2021, Actas del 28th Annual International eTourism Conference (pp. 70-82). Springer.
Ioannou, A., Lycett, M., y Marshan, A. (2022). The role of mindfulness in mitigating the negative consequences of technostress. Information Systems Frontiers, 3(2), 1-27.
La Torre, G., De Leonardis, V., y Chiappetta, M. (2020). Technostress: ¿how does it affect the productivity and life of an individual? Results of an observational study. Public Health, 18(2), 60-65.
Stadin, M., Nordin, M., Fransson, E. I., y Broström, A. (2020). Healthcare managers’ experiences of technostress and the actions they take to handle it – a critical incident analysis. BMC medical informatics and decision making, 20(1), 1-11.
Tacy, J. W. (2016). Technostress: a concept analysis. On-Line Journal of Nursing Informatics, 20(2), 1-6.
Weil, M. M., y Rosen, L. D. (1997). Technostress: coping with technology @work, @home, @play. John Wiley and Sons.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1832
Burgos, España
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