Manuel Gil Mediavilla - Mié, 25/11/2015 - 10:02
Como docente de la Universidad Isabel I, que tiene entre sus valores fundacionales la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres, considero fundamental que aportemos nuestro granito de arena a esta lucha que debe ser de todos/as.
Por ello, desde mi lugar en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, he pensando en aprovechar este 25 de noviembre en el que se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer para escribir un artículo práctico con el que tratar de responder a cinco cuestiones frecuentes que se suelen plantear sobre esta triste lacra. Espero que os resulte de interés.
¿Qué es la violencia de género?
Se define en la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, como «todo acto de violencia física o psíquica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad que, como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre estas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges, o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia».
¿Cómo se manifiesta la violencia de género?, ¿se trata solo de violencia física?
No, de hecho la dificultad estriba en explicar a víctimas ‒y resto de sociedad, en general‒ que los malos tratos no son únicamente las agresiones físicas. Tampoco únicamente los insultos y vejaciones explícitas completan esa 'lista' de modalidades de maltrato. Muchas veces, los hombres despojan a las mujeres con las que mantienen una relación de su libertad y mayoría de edad sin una sola palabra malsonante. Una de las principales armas de los maltratadores es la sutileza con la que llegan a controlar a sus parejas. Consiguen que rompan con su entorno, amistades y familias, para más tarde advertir a esas mujeres de que si abandonan la relación estarán solas. En muchas ocasiones, se valen de la absoluta dependencia económica para evitar que rompan esas relaciones. Además, en una sociedad como la nuestra, en la que los celos no solo ‒en muchos casos‒ no están mal vistos, sino que también se interpretan como una prueba de amor, es muy difícil conseguir que nuestras jóvenes identifiquen un hombre posesivo como algo negativo.
¿La violencia de género se puede dar de la mujer hacia el hombre?
No. Esto no significa que los hombres maltratados no puedan ni deban denunciar ‒que, de hecho, pueden y deben‒, sino que en el caso de que lo sean no es violencia de género. La ley integral contra la violencia de género contempla un contexto concreto: la discriminación que sufren las mujeres por el solo hecho de serlo y aborda el problema teniendo en cuenta esa asimetría histórica que ellas han sufrido, y sufren.
¿Es cierto que la violencia de género se da solo en familias desestructuradas o problemáticas?
Las mujeres víctimas de violencia de género no tienen un perfil determinado, a pesar de ser diferentes las maneras en las que se afronta según ellas, o sus familias, dispongan o no de recursos. Lo que sucede es que son precisamente las mujeres en una situación económica desfavorable las que acuden a las instituciones públicas a solicitar ayuda. Es fundamental que la sociedad asuma que cualquier mujer ‒independientemente de su trayectoria, formación, clase social o edad‒ es susceptible de sufrir malos tratos al igual que no atribuir a los maltratadores unos determinados rasgos. Esta es la única manera de que seamos capaces de detectar cuándo una mujer está siendo maltratada y, por tanto, hacer todo lo posible para que denuncie.
¿Es cierto que hay muchas denuncias falsas de violencia de género?
Si hay un argumento al que las y los detractores de la violencia de género se aferran es este. A pesar de que cada vez que un personaje con determinada trascendencia ha realizado esta afirmación los colectivos lo han desmentido con estadísticas oficiales, siguen siendo muchas las personas que se amarran a las supuestos malos tratos para desmontar la verdadera utilidad, y cuestionar el sentido de la ley contra la violencia de género.
Por una parte, como así lo demostró el Consejo General del Poder Judicial, no es cierto que la existencia de esta ley sea utilizada por las mujeres como venganza hacia sus exparejas. De hecho, este órgano en su estudio de 2009, cifra en un 0,19% los casos de denuncias por falsos maltratos. La paradoja de esta crítica tan extendida es el problema que sigue siendo que las mujeres no denuncian. Muchas no se sienten fuertes, protegidas y apoyadas por su entorno para dar este paso. ¿Por qué? A la infinidad de barreras que se les presentan, he aquí la más importante, que no vayan a concederle credibilidad a su relato.
Otro problema radica en que precisamente esta normativa no equipara violencia de género con lesiones físicas, como así lo sigue haciendo una gran parte de la sociedad. Esta ley también presta atención al desgaste psíquico y emocional de las mujeres que sufren relaciones basadas en el control, la humillación y la absoluta falta de respeto. Si una gran parte de la ciudadanía es incapaz de equiparar este comportamiento a una agresión tan grave, o más, que una patada o un puñetazo, la ley siempre les va a parecer injusta por una cuestión semántica: el verdadero significado de violencia de género.
#MeSumo25N #NoalaViolenciadeGenero #25N
Entrada publicada el 25/11/2015
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-5222
Añadir nuevo comentario