Rafael Brotóns Cano - Mié, 24/04/2024 - 11:19
El director del proyecto en automoción.
Serie: 'A Global Outlook for Project Managers' (XXIV)
En el mapa industrial mundial existen grandes retos constructivos y de desarrollo que son capaces de atraer la atención de un gran número de curiosos investigadores e industriales. En 1973, por ejemplo, se inauguraba la Ópera de Sídney. Unos años más tarde, en 1990, la puesta en órbita del telescopio Hubble, bautizado en honor del astrónomo Edwin Hubble, en la misión STS-31 como proyecto conjunto de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), abrió las puertas a descubrimientos nunca antes imaginados en el universo. El canal de Panamá, el tren Maglev, el gran puente de Danyang–Kunshan, el perturbador Burj Khalifa con sus 828 metros de altura, son otras construcciones que todavía maravillan a quienes los contemplan y estudian. Todos ellos representan hitos en el desarrollo de la ciencia y son muestra del progreso de la humanidad. Todos ellos contaron con el decidido apoyo de gobiernos y organizaciones, con grandes cantidades de fondos y de recursos personales. Se construyeron una vez y ahí quedaron para siempre (o casi, pues el telescopio espacial Hubble fue recientemente reemplazado por el James Webb - JWST, que se lanzó en diciembre de 2021).
La industria de la automoción
Sin embargo, en la industria moderna tienen lugar unos cuarenta lanzamientos de vehículos diferentes de las aproximadamente ciento ochenta marcas que colorean el mapa automovilístico mundial. Cada uno de estos modelos ha ido creciendo en su diseño, tecnología y operabilidad a lo largo de los dos años y medio o tres años que requiere el proceso de presentar un nuevo vehículo al mercado. Su complejidad, exigencia temporal, su diferenciada concepción y la integración de componentes y personas de diferentes naturalezas y campos del saber hace que este sector se haya convertido en un buque insignia de lo que actualmente representa la dirección de proyectos.
Fases de desarrollo del vehículo
Para asomarse a contemplar la magnitud del desarrollo de un nuevo vehículo es conveniente acercarse a su proceso de concepción y evolución hasta que finalmente puede salir a rodar por los circuitos y avenidas de las ciudades.
En primer lugar, es necesario realizar un estudio de perfiles objetivo a quien dirigir el producto. Derivado del estado de la marca en cuestión, del portfolio de productos y de la visión de la empresa, puede tratarse de personas que viven en grandes ciudades, familias con varios hijos, solteros enamorados de la música, compañeros que comparten camino al trabajo o amigos que viajan juntos ocasionalmente.
A continuación, entran en acción los diseñadores, los encargados del muestreo de colores, de materiales, de acabados, los así llamados “poetas del automóvil”. Pocos procesos hay más atractivos, absorbentes y apasionantes en la industria que el observar cómo se definen las líneas maestras que conferirán el carácter único de un nuevo vehículo. Esos modelos en dos dimensiones, esas líneas sin medida ni espacio son transferidas entonces a un modelo de arcilla, o clay, donde el verdadero sentido del proyecto que comienza toma realidad. Estas esculturas de tamaño real son perfiladas con detalle por artesanos que todavía manejan reglas de curvas escaladas, cuchillos, espátulas, rasquetas, raspadores y limas. Estamos a tan solo quince o dieciocho meses de poder tocar los primeros prototipos funcionales y el peso del péndulo, las agujas del tiempo comienzan a pesar en el equipo. Todavía con las manos manchadas de barro, los volúmenes son transferidos a plataformas digitales donde pueden ser moldeados de una manera más limpia.
Es el preludio del big bang creador, la antesala del desarrollo exponencial del equipo que dotará de realidad a los sueños de unos pocos. Transmisiones, habitabilidad, mecanismos, carrocerías, cableados, electrónica, dirección, seguridad, interiores, iluminación, neumática, sistemas, ergonomía… tantas y tantas cabezas hambrientas de información orbitan alrededor de esos primeros datos primitivos que anticipan una carrera sin circuito, donde las normas están todavía por establecerse. Se trata de una carrera en el tiempo por el espacio. El espacio, sí, el espacio como ecosistema donde un número de especies mecánicas deben convivir para dotar al ser humano de una protección y confort únicos. Espacio traducido en resistencia, en habitabilidad, en peso… y en tiempo otra vez. Tiempo que tardará el vehículo en acelerar, en detenerse, milisegundos en los que la cortina del airbag abrazará el cuerpo de los ocupantes en caso de una colisión fortuita. Espacio y tiempo que son vida.
Parte del equipo de trabajo.
El desarrollo de un nuevo modelo de automóvil puede concebirse a la inversa de un circuito de carreras, pues en este caso la trazada de cada equipo, de cada competidor define finalmente el circuito. Y ese circuito, esa pista se estrecha hasta que una línea maestra cobre sentido. Entonces todos los equipos, representados por sendos jefes de proyecto, alinean sus expectativas y empiezan a apuntar en la misma dirección. Para ello, cientos de revisiones, de sesiones de alineamiento han sido necesarias.
Tras las primeras propuestas de los diseñadores, los ingenieros analizan cada curva, cada traza para incluir en ellas sus necesidades, que son a la vez transmitidas de vuelta al equipo de formas y estilo. Todo ello bajo la supervisión de los equipos de artesanía (cuando se emplea la palabra de uso internacional ‘craftsmanship’ el departamento cobra dinamismo), que asegura que el todo tenga más sentido que las partes. Se acerca el momento de que termine una carrera, la del diseño, y comience otra, la de la ingeniería más cruda, la que idea moldes y procesos, la que sale de las pantallas y pisa la tierra, se llena de grasa y taladrina. Pero antes hay que certificar que los requisitos de calidad del diseño se cumplen. Se acerca el día del FDJ, que bien podría ser el Final Day Judgement (Día del Juicio Final) o, como en realidad se trata, del Final Data Judgement (Día de la Evaluación Final del diseño), que a veces puede llamarse Designfreigabe o Design Freeze, según fabricantes. Para cumplir con este entregable, que no es más que un compromiso de factibilidad, el responsable de cada departamento da un paso adelante y certifica la adhesión de su empresa o departamento con los objetivos de diseño relacionados con el proyecto de la marca.
El trabajo del jefe de proyecto
¿Dónde queda entonces la figura del jefe de proyecto dentro del desarrollo de nuevos vehículos? Es una pregunta compleja y sencilla al mismo tiempo. Para comenzar, hay que entender que la automoción es un sector muy externalizado, donde la colaboración entre empresas sostiene una industria ejemplo de globalización y coordinación transnacional. De este hecho deviene la atomización de los desarrollos. Es verdad que centro de la casa matriz, bien sea Volvo, BMW, Mercedes, Vinfast… existe un solo director de proyecto, que puede recibir el nombre de CPE, Chief Program Engineer (Ingeniero de Programa al Cargo). Sin embargo, cada una de las empresas involucradas en el proceso cuenta con un director de proyecto y, en ocasiones, hasta más de uno si una empresa moviliza diferentes divisiones. De este modo, puede llegar a identificarse no decenas, sino más de un centenar de jefes de proyecto trabajando de forma coordinada. Cada uno, eso sí, dentro de su campo de trabajo, bien sea seguridad, carrocería exterior, interior, suelo, etc. Así, las interacciones entre directores de proyectos llegan a ser abrumadoras.
En contrapartida, los equipos de proyecto suelen ser más reducidos. Estos pueden estar formados por tres, cinco o hasta diez personas. Producto, Proceso, Calidad, Equipo Comercial, a veces Simulación… son las divisiones de responsabilidad más extendidas. Además, hay que sumar una siguiente capa de actores involucrados, como son los departamentos de Calidad de Proveedores, Compras, Diseñadores, Logísticos… ¡y decenas de proveedores! Esto hace que un solo director de proyecto deba estar en contacto con otros diez o quince colegas de otras empresas desarrolladoras y, a la vez, con hasta veinte colaboradores directos y otros tantos que actúan como proveedores de segundo nivel.
Además, no hay que olvidarlo, se deben atender los compromisos con el cliente, proponiendo sugerencias, revisando propuestas y analizando unas propuestas de cambio a veces en cuestión de horas. Por este motivo la mente de un director de proyectos en la automoción no puede asemejarse a la de otro sector, donde el tiempo y la coordinación no son tan críticos. Cuando un automóvil circula por las carreteras o los circuitos, la energía de tantos profesionales lo acompañan en su estela. Es lo que hace única esta industria tan apasionante, tan vital, tan arrolladora. Tan ávida de nuevos directores de proyecto profesionales y comprometidos.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2697-2077
Burgos, España
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