Jorge Rafael González - Jue, 18/08/2022 - 10:04
Serie: Entrevistas con Jorge Rafael González (VIII)
Jaime Rodríguez de Alarcón es cirujano pediátrico con más de 10 años de experiencia, centrado urología pediátrica y en mínima invasión, a la vez que con continúa investigando en el desarrollo de su especialidad e imparte docencia como profesor universitario. Además, está realizando un doctorado sobre cooperación quirúrgica en África.
Desde tu punto de experiencia, ¿Qué metodologías activas usas para explicar a un niño los procedimientos quirúrgicos que se van a realizar?
La comunicación es una parte esencial en nuestro trabajo. Entiendo que el ejercicio de la medicina empieza en el mismo momento en que unos padres entran con su hijo en la consulta, en cómo les acoges en ese proceso e intercambias información con ellos. Saber recibir y transmitir información no solo es un deber fundamental en esta profesión, sino que afecta directamente y más de lo que cabe imaginar a priori en el resultado de nuestro trabajo. Un niño y unos padres adecuadamente informados van a pasar por el proceso (en este caso de una cirugía) más tranquilos y confiados, y eso va a repercutir en una menor tasa de complicaciones.
En mi especialidad vemos a niños desde antes de que nazcan (por un algún diagnóstico prenatal de alguna malformación, por ejemplo) hasta los 18 años, que son funcionalmente adultos. Tratamos desde patología menor o leve hasta grandes trastornos congénitos. Esto nos obliga a tener que afrontar la comunicación con nuestros pacientes y sus padres de forma extremadamente individualizada. Si tuviera que darte unos principios generales te diría que esa comunicación debe ser cercana, clara, concisa y completa. Y siempre desde la mayor amabilidad y el mayor respeto posibles.
¿En tu consulta, utilizas apoyo visual o herramientas digitales para describir los procedimientos a seguir al paciente y a sus familiares?
Disponemos de material visual para determinadas patologías como algunas malformaciones de la vía urinaria o del riñón. También utilizo el ordenador con el que trabajamos para mostrar imágenes procedentes de libros de texto, artículos o webs de divulgación, aunque lo que más hago para esto (a riesgo de que suene arcaico) es dibujar sobre un papel. Con mucha frecuencia, según estoy explicando una intervención o un tratamiento, les voy haciendo un esquema a mano o una serie de dibujos. Al final de la consulta casi siempre me preguntan si se lo pueden llevar, y creo que les es realmente útil.
Con el efecto de desinformación en las redes, sobre todo en el campo de la medicina, ¿Qué recomendaciones haría a la población para no caer en fake news o informaciones erróneas encontradas en la red?
En efecto, la sobreinformación desde fuentes no contrastadas o recursos sin ninguna evidencia, (a veces incluso procedentes de personal sanitario cualificado, pero inadecuadamente formado), suponen una dificultad tremenda en nuestro trabajo. Lamentablemente todos los días recibimos pacientes que vienen con ideas preconcebidas erróneas, y es difícil hacerles cambiar de criterio. Para la inmensa mayoría de la población general, es complicado distinguir una información correcta de la que no lo es, o incluso interpretar el significado de un artículo o de un trabajo.
Como es prácticamente imposible que alguien no busque en Google antes de entrar en consulta, quizás lo más importante es reforzar esa confianza y esa comunicación en la que se basa la relación con nuestros pacientes, para conseguir que esa información inadecuada no cale más que nuestro mensaje.
Desde tu punto de vista, como doctorando dedicado a la cooperación en África, ¿Cómo ves las consultas on-line y qué se debería mejorar para que sean realmente eficiente?
La posibilidad de ver y hablar con un paciente o con otro colega a miles de kilómetros de distancia amplia enormemente los horizontes no solo de la medicina convencional si no también, en efecto, de la cooperación sanitaria. Ahora estamos intentando desarrollar un proyecto en que la capacidad de comunicación online fluida nos permita apoyar al personal sanitario local en su practica diaria y en el seguimiento de patología que no abordábamos habitualmente en nuestras campañas porque éramos incapaces de saber o ver qué pasaba con esos pacientes una vez volvíamos a nuestro medio. En cuanto a la optimización de esta herramienta, creo que lo esencial es definir para qué es realmente útil, teniendo en cuenta tanto la patología como las condiciones y medios materiales y humanos de cada entorno.
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