Pedro Santa Brígida - Vie, 26/01/2018 - 13:33
Son datos oficiales del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, se pueden consultar en su página web: la plantilla docente de la Universidad Isabel I es la más joven de todo el sistema universitario español, con 38 años de edad media frente a los 49 años del conjunto de las universidades públicas y privadas.
Es un secreto a voces, en términos generales la universidad española está necesitada de savia nueva, de docentes de la era digital, con dominio de la tecnología y la pedagogía del siglo XXI. Sin renunciar a la experiencia y saber de los veteranos, la mayoría de las universidades, particularmente las públicas, necesitan renovar sus plantillas.
El 65% del personal docente e investigador (PDI) de la Isabel I tiene menos de 40 años, cuando las universidades privadas no presenciales sitúan el mismo porcentaje en un 46%. Las universidades públicas sólo tienen un 17,1% de su profesorado menor de 40 años, cifra que sube hasta un 36,5% en el caso del total de las universidades privadas.
El sistema universitario español requiere cambios profundos, la renovación de plantillas es sólo uno de ellos. Recientemente, la Conferencia de Consejos Sociales, la plataforma que aglutina a estos órganos universitarios, encargados de mediar entre los campus y la sociedad y en los que están representados empresas, sindicatos y otros agentes sociales, ha reclamado reformar la universidad española, empezando por la estructura del modelo de gobierno. El sistema actual de elección de los equipos rectorales ya no sirve, está basado en una ley de principios de la década de los ochenta, cuando la sociedad española era muy distinta y tenía otras necesidades.
El reclamado aumento de la financiación de las universidades públicas no sirve de casi nada si no se reforman antes las actuales estructuras de gobernanza. Los rectores deben tener potestad máxima sobre las decisiones académicas y de investigación, pero no sobre la gestión económica, los recursos humanos o el marketing, que debe recaer sobre gestores especializados. Cada día se hace más necesario profesionalizar la gestión y flexibilizar las políticas de contratación de las instituciones académicas públicas.
La sociedad española ha cambiado tanto en los últimos 40 años, que el sistema universitario se ha quedado obsoleto. En la actualidad, la sociedad evoluciona más deprisa que las universidades, que históricamente han ido por delante de la propia evolución social.
El mundo empresarial lleva años reclamando los ya citados cambios profundos en el sistema universitario, pidiendo que al menos una buena parte de la investigación se oriente hacia la solución de los problemas reales de las personas, convirtiéndose así en una investigación generadora de creación de riqueza y de puestos de trabajo, tan necesarios en esta España de principios del siglo XXI.
Para llevar a cabo esos cambios necesarios en el sistema universitario es imprescindible un gran pacto político y social. La endogamia está perjudicando severamente a la mayoría de las instituciones académicas, que reciben cada día mayores críticas porque, debido a sus desfasadas estructuras, no son capaces de adelantarse al cambio de era que estamos viviendo, con una tecnología (y sus consecuencias) que está copando los hábitos de la vida diaria de los ciudadanos, las empresas y las organizaciones sociales de todo tipo.
Como viene advirtiendo, entre otras instituciones internacionales, la Unión Europea hace tiempo, hoy en día no se conocen muchas de las profesiones que serán fundamentales en la sociedad dentro de tan sólo un par de décadas. La formación académica superior debe dar respuesta a lo que necesita una sociedad que trasmuta a una velocidad de vértigo. Cuanto antes, mejor.
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