Javier de Ponga Mayo - Vie, 29/04/2022 - 10:00
Teatro con la participación de niños.
Serie: 'Educación en la Era Digital' (CXIV)
En el actual contexto educativo cursar una Lengua Extranjera como el inglés, (en adelante LE) ya es obligatorio a partir del segundo ciclo de Educación Infantil y hasta Bachillerato; pero, a pesar de que en España llevamos una tradición de varias décadas de enseñanza-aprendizaje de al menos una LE, observamos que los niveles competenciales no siempre son los esperados.
Una de las causas que podemos contemplar al respecto puede ser el enfoque en el que aproximamos la LE al alumnado, pues, no siempre está contextualizada ni se dirige hacia sus intereses, con lo que ni causa curiosidad, ni despierta su motivación.
En este caso, para las etapas del segundo ciclo de Infantil y Primaria, el recurso del juego dramático y la teatralización puede resultar efectivo, puesto que aproximamos la LE en clave de juego al niño.
El alumnado de las etapas mencionadas mantiene unas características psicoevolutivas muy definidas por rangos de edad, entre ellas se encuentran aquellas que se relacionan con la no abstracción de ideas y la necesidad de que los conceptos y contenidos se contemplen dentro de la realidad del niño. No obstante, el juego dramático se ha tenido como un hecho contrapuesto a la educación formal que se lleva a cabo en la escuela y, en ocasiones, parece ajeno al currículo; pero, hemos de desterrar definitivamente esta falsa idea en la que asociamos el juego dramático como un recurso incompatible con la educación académica. “Todo niño experimenta una necesidad (la de aprender) que le empuja al juego y que solo sacia con el juego, puesto que este es placentero” (Mora, 2013, p.93). Asimismo, (la enseñanza-aprendizaje de una LE) requiere de un fuerte potencial de comunicación y expresión oral; en este caso, la teatralización facilita la intervención de todos los niños, incluso hasta en los perfiles más tímidos, ya que se produce en un ambiente distendido, entre iguales, donde el docente es tenido como observador/moderador, más que como una figura de autoridad que pueda coartar cualquier iniciativa espontánea; además, podemos aseverar con rotundidad que lo mejor que es capaz de hacer un niño es jugar (Aucouturier, 2004).
Arroyo (2003) establece que el juego desarrolla las capacidades intelectuales, lingüísticas, afectivas, sociales etc.; por su parte, Mora (2013) asegura que la actividad del juego se produce de forma innata en el niño y que es el modo de comprender el mundo y de que se produzca aprendizaje.
Teatralización infantil.
Es la teatralización, por lo tanto, un modo de trabajar la competencia comunicativa aprovechando la motivación intrínseca que suscita el juego, a través de la curiosidad y la emoción inherentes al mismo, además de estimular el desarrollo físico, social, psíquico-emocional e intelectual del niño.
La teatralización involucra movimiento durante el proceso de aprendizaje, socialización y comunicación entre los iguales, este acto social se lleva a cabo de un modo sincero y lo más real posible, ya que a partir de los siete años de edad y en ocasiones con anterioridad, el juego es el acto social por excelencia para los niños; en cambio, enfocar algo natural y espontáneo como es el aprendizaje de una lengua –aun siendo una LE– exclusivamente a través de un libro de texto, de pistas de audio con conversaciones irreales o a través de actividades, puede resultar abrumador o incluso desmotivador. Por su parte, Crystal (2003) señala que la adquisición de cualquier lengua (sea como segunda lengua o LE), ha de contemplarse como un acto real.
Algunas ventajas a nivel lingüístico que se verían beneficiadas a través de este recurso serían el fomento de la pronunciación y la fonética mediante repeticiones voluntarias, pues se llevan a la práctica características segmentales y suprasegmentales, es decir, pronunciación de sonidos vocálicos y consonánticos; o la entonación, la acentuación, el ritmo y el tono. Esta ventaja debería de apreciarse y tenerse muy en cuenta, puesto que, por ejemplo, a los estudiantes de habla hispana en general les supone una dificultad añadida trabajar la pronunciación de la lengua inglesa; esto es debido las enormes diferencias con respecto al castellano en cuanto a sonidos vocálicos y los rasgos suprasegmentales (acentuación, ritmo y tono).
Asimismo, hemos de destacar que entrenamos nuestra competencia lingüística consolidando hábitos que se asienten en nuestra memoria implícita, para que estos se consoliden en esta, es necesaria la repetición; del mismo modo que aprendemos por primera vez a montar en bici, necesitamos práctica y salvo casos excepcionales, nunca olvidaremos. En nuestro caso, el juego dramático ofrece repeticiones sin causar hastío y con un significado para el alumno, cuyo fin último es el juego y pasar un rato distendido. “Aprender bien y guardar memoria de esas asociaciones para luego poder evocarlas y que de verdad sirvan para construir conocimiento y memorizarlo requiere repetición constante de aquello que se aprende, unido a ese componente emocional de la experiencia” (Mora, 2013, p. 119). Contrariamente a lo anterior, en los libros de texto nos encontramos con conversaciones artificiales, ordenadas, demasiado secuenciadas: simétricas (McCarthy y Carter, 1994) lo que hace que pierda ese atractivo y natural que se desprende de la espontaneidad de una conversación real.
Fruto de la repetición voluntaria que surge de forma natural nos encontramos con un incremento de las ganancias léxicas, puesto que mediante la repetición se va adquiriendo sin apenas percatarse de que sucede nuevo vocabulario y estructuras gramaticales.
El juego dramático y la teatralización aún sin ser actividades novedosas –puesto que se ha recurrido a ellas en etapas de la historia más bien lejanas a nosotros– no siempre ha tenido un papel relevante en nuestras clases de LE, pese a los beneficios y la potencialidad que entraña, así lo han demostrado autores como: Holden (1981); Torres-Núñez (1995); Fleming (2001); Maley y Duff, (2005) entre otros.
Referencias Bibliográficas:
Arroyo, C. (2003). La dramatización y la enseñanza del español como segunda lengua. Consejería de Educación, Dirección General de Promoción Educativa.
Aucouturier, B. (2004). Los Fantasmas de Acción y la Práctica Psicomotriz. Graó.
Crystal, D. (2003). A dictionary of linguistics and phonetics. Blackwell Publishing.
Fleming, M. (2001). Teaching Drama in Primary and Secondary Schools. David Fulton Publishers.
Holden, S. (1981). Drama in Language Teaching. ELT Journal, 4(36), 281–282.
Maley, A., & Duff, A. (2005) Drama Techniques: A resource book of communication activities for language teachers. Cambridge University Press.
McCarthy, M.& Carter, R. (1994): Language as Discourse: Perspectives for Language Teaching. Longman.
Mora, Francisco. (2013). Neuroeducación. Solo se Puede Aprender aquello que se Ama. Alianza Editorial.
Torres Núñez, J. J. (1995). Teatro inglés para estudiantes españoles. Cuatro proyectos andaluces con instrucciones para su puesta en escena. Universidad de Almería.
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN: 2659-5222
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