Sheila López Pérez - Lun, 13/12/2021 - 10:00
Michel Foucault y los conceptos de sus teorías.
Serie: 'Criminología en Serie' (XII)
El filósofo Michel Foucault tuvo un particular interés por el papel que las cárceles ostentaban en sociedad. Crítico de las instituciones sociales, el francés describió las cárceles -así como otras instituciones disciplinarias, tales como las escuelas, los manicomios o los hospitales- como centros de administración, clasificación y regulación de los cuerpos; o mejor dicho, de aquello que los cuerpos podían o no podían hacer en sociedad. Partiendo de esta idea, Foucault investigó el nacimiento de estas instituciones a la luz de su papel disciplinario: esto es, de su capacidad para controlar los comportamientos de los individuos a través de la reconducción de la energía de su cuerpo hacia la funcionalidad social.
Los carceleros y su intervención en los levantamientos sociales
Foucault sitúa el nacimiento de las cárceles en la Francia del siglo XVIII; en una época en la que la burguesía comenzaba a hacerse con el poder de las relaciones y transacciones sociales, el miedo a un levantamiento del pueblo -acostumbrado al poder del monarca, pero no al de los pequeñoburgueses- provocó que se creara la policía, y paralelamente, las cárceles como institución social. Hasta el momento habían existido “calabozos informales”. No obstante, el nacimiento de la cárcel y su papel socializador es el nacimiento de un control social inédito: el que los carceleros pueden ejercer sobre cualquier ciudadano. A través de las cárceles, se legitima el “estado de excepción” que el carcelero puede acometer contra los derechos del ciudadano. Los “ilegalismos controlados”, los actos señalados como ilegales por la burguesía, se convierten en una técnica de control para paralizar cualquier infracción contra el emergente status quo.
Foucault hace hincapié en que, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, lo que necesitaba la nueva clase dirigente era un mecanismo de control corporal, esto es, una institución que pudiese oponer resistencia a cualquier levantamiento en contra de las nuevas desigualdades sociales. Estas técnicas de control, que Foucault denominó técnicas de biopoder, tienen por objetivo controlar a las masas controlando lo que estas pueden hacer con su cuerpo: dónde pueden estar, cómo pueden actuar, de qué manera pueden reaccionar a una situación, etc. La clase dominante de una sociedad argüirá el francés, no se define, tanto por su dominio de la economía, como por su poder para gestionar los castigos contra los infractores del sistema.
La rehabilitación o cómo enseñar a “ser funcional”
Foucault aclara el papel reintegrador que juegan las cárceles: ante unos individuos que, por norma general, delinquen debido a sus condiciones sociales, la cárcel no solo apacigua esta rebelión contra la injusticia que la sociedad misma ha provocado, sino que además inculca a los individuos la racionalidad capitalista del trabajo, y lo hace a través de la rutina dentro de sus instalaciones. Se trata de una institución educativa que enseña a asimilar el “sistema”.
La dominación de las mentes, al contrario de lo que se suele pensar, siempre queda subordinada a la dominación de los cuerpos. Mientras los cuerpos se comporten en sociedad tal y como se les requiere, las mentes pueden evadirse hacia donde deseen. Es el cuerpo el que debe obedecer, pues es el único engranaje que necesita el sistema para funcionar.
La disciplina no tiene por objetivo que los cuerpos pierdan su vitalidad o su energía, sino encauzarlas hacia los fines decretados por los que imparten la disciplina. Transformar las energías corporales, capaces de provocar un levantamiento político, en funcionalidad para el sistema, es la labor de las instituciones disciplinarias. Disociar el poder del individuo de las directrices del individuo es el medio, convertir las individualidades en mecanismos fáciles de dominar es el fin.
ISSN 2697-1984
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
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