Beatriz Robles Martínez - Vie, 25/03/2022 - 10:00
Brocheta de verduras.
Serie: 'Un Viaje por la Ciencia' (XXIV)
El 20 de marzo se celebra el Día Mundial Sin Carne. Conocido en EEUU como Great American Meatout, nació en 1985 como una iniciativa de FARM (Farm Animals Rights Movement). Esta acción busca eliminar la carne de nuestros platos con un enfoque antiespecista, por motivos éticos relacionados con el bienestar animal y la eliminación de la crueldad, pero numerosas propuestas apuestan por el mismo planteamiento por razones medioambientales, sanitarias y sociolaborales.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas publicó en 2019 un informe especial en el que describían las dietas basadas en plantas como la mejor forma de reducir el impacto de nuestra dieta sobre el cambio climático, además de aportar beneficios para la salud, algo en lo que coincide el informe The EAT-Lancet Commission Summary Report de ese mismo año.
Ante estas y otras recomendaciones, como las directrices de la guía Pequeños Cambios para Comer Mejor de la Generalitat de Catalunya o las del World Cancer Research Fund que instan a comer menos carne roja y evitar la procesada, muchas personas se preguntan si nutricionalmente es posible seguir una alimentación sin carne y cubrir todos los requerimientos. La respuesta, sin ningún tipo de matices, es SÍ. La carne no provee de ningún nutriente en exclusiva y debemos saber que NO hay alimentos imprescindibles, sino nutrientes indispensables (ácidos grasos y aminoácidos esenciales, vitaminas). Y esos nutrientes los podemos obtener de muchas fuentes diferentes.
Pero subamos la apuesta, ¿se puede seguir una vegetariana y no tener carencias? Hablamos de dietas en las que no se consume carne ni pescados, pero sí huevos y lácteos (ovolactovegetariana) o dietas en las que no hay ningún alimento de origen animal (vegetariana estricta o vegana), es decir, que excluye la carne, el pescado, los huevos, los lácteos y la miel. La respuesta sigue siendo SÍ, pero en este caso tenemos que introducir un matiz crítico: toda dieta vegetariana debe suplementarse con vitamina B12. Sin sutilezas: o se suplementa con B12, o no debe seguirse. Y esto se aplica también a las dietas ovolactovegetarianas.
Sopa de patatas.
La vitamina B12 es una vitamina de origen bacteriano que las personas omnívoras incorporan a su dieta a través de los alimentos de origen animal. Los animales tampoco son capaces de sintetizar la B12, sino que la obtienen, bien de los pastos en el caso de herbívoros que salgan al exterior (ya que se comen las bacterias que contaminan la tierra y los vegetales), o bien de los piensos enriquecidos si están estabulados. Las personas vegetarianas solo pueden ingerirla de dos formas: a partir de alimentos vegetales enriquecidos en vitamina B12 o tomando un complemento alimenticio. La primera opción no es recomendable porque, con las limitaciones de alimentos enriquecidos que hay y la variabilidad en el contenido en B12 es difícil cubrir los requerimientos. Y, a pesar de que algunas fuentes aseguran que puede hacerse a partir de algas o setas, esto no es cierto. No solo no contienen vitamina B12, sino que presentan análogos de B12: compuestos similares a la B12 pero no activos que pueden enmascarar un déficit.
En cuanto a si cualquier persona puede seguir una dieta vegetariana en cualquier etapa de la vida, la respuesta también es contundente: sí (exceptuando, como es lógico, los bebes lactantes). Por supuesto, esta debe estar bien planificada, como lo deben estar también las dietas omnívoras. Esa es la postura de entidades como la Academy of Nutrition and Dietetics o el American College of Obstetritians and Gynecologists.
Editor: Universidad Isabel I
ISSN 2792-1808
Burgos, España
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